Biografías

domingo, 27 de marzo de 2022

La edad dorada de la radio en Maicao (segunda parte)


 

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

Leer la primera parte de "La edad dorada de la radio de Maicao"

En este recorrido por los tiempos de la edad dorada de la radio sería bueno mencionar cómo nació la radio en Maicao, pero eso ameritaría una serie completa y extensa, de manera que le voy a contar sólo una pequeña parte, con la promesa de presentar un estudio más amplio en otra oportunidad.

Me cuenta mi amigo el ex concejal de Maicao y ex representante a la Cámara Luis Cepeda Arraut, residenciado hoy en Cartagena y Magangué, que en 1.962, cando era un jovenzuelo, llegó a Maicao en busca de nuevos horizontes y se le ocurrió la idea de montar una emisora. Para tal efecto se asoció con José Martínez, empresario de radio de Fundación (Magdalena) y locutor y juntos montaron Radio Maicao, para lo cual utilizaron algunos equipos ya usados anteriormente  y de poco alcance.           

    


Aún así, la emisora llegaba a un radio de cuarenta kilómetros a la redonda, lo que le permitía ser escullada en Paraguachón, algunos pueblos de Venezuela y en las rancherías vecinas.
  Con las relaciones de los propietarios lograron conseguir que el Ministerio de Comunicaciones les otorgara una licencia como radio cultural lo que les permitía emitir programas musicales, humorísticos y de variedades.
Luis Cepeda Arraut

La nómina de locutores estaba integrada por los socios Luis Cepeda Arraut, José Martínez y un profesional de Fundación llamado Marcos Pérez, quien después de un tiempo no soportaría las ganas de volver y se regresó a su tierra.

Nos cuenta Luis Cepeda Arraut, un hombre de memoria prodigiosa, que la emisora se montó en la calle 12 con Carrera 11, en la casa de la señora Rosa Solano Ospina.  El novedoso proyecto, el cual revolucionó a la sociedad maicaera, fue posible gracias al tesón de sus precursores quienes desde el principio debieron enfrentar un grave problema, muy difícil de superar: por esos tiempos en Maicao no había servicio de energía eléctrica y no se conoce la primera emisora que funcione con leña, carbón o gas propano.

Esta contingencia fue superada gracias a la generosidad del comerciante Teófilo María, propietario de una planta eléctrica que utilizaba para proveer electricidad a su residencia y al almacén de su propiedad, quien no tuvo ningún reparo en permitir que la emisora se conectara desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la noche.

Había nacido de esa manera la radio en Maicao. La radio abierta, a través de los aparatos convencionales, valga la aclaración, porque anteriormente existieron algunas “emisoras” consistentes en varias bocinas situadas en la parte superior de una vara (o un tubo) bien alto desde donde se emitían programas y avisos comerciales. También se utilizaban para ciertos avisos parroquiales como la apertura de matrículas en la escuela, los horarios de la misa y felicitaciones a quienes cumplían años o se graduaban como bachilleres en la Divina Pastora o el Liceo Padilla de Riohacha (en Maicao no había colegios de bachillerato).  Uno de los dueños de estas singulares emisoras era Chalindú, un personaje que fue símbolo del Maicao de los años cincuenta y sesenta.   

El gran Chalindú tenía además un móvil en el que vendía productos medicinales de fabricación artesanal que servían para todo: desde limpiar el hígado, hasta matar las lombrices; desde gotas para que los ojos volvieran a ver perfectamente bien y sin gafas hasta jarabes para la memoria. Los maicaeros y los visitantes de otros lugares se familiarizaron con su voz de patriarca paisa, le compraban sus medicinas y le pedían que les hiciera el favor de divulgar sus anuncios. Cuentan los testimonios de la época que los menjurjes de Chalindú funcionaban al pie de la letra, con todos los beneficios que él ofrecía en sus convincentes alocuciones.

Pero dejemos esa era antigua y volvamos a tiempos más cercanos a nosotros en donde estábamos, con Luis Cepeda Arraut, José Martínez y Marcos Pérez y su Radio Maicao, conectada a la planta de Teófilo María ¿Se acuerdan?

Pues bien, la emisora funcionaba a las mil maravillas y era un verdadero acontecimiento.  Sus programas culturales hacían parte de la escasa diversión de un pueblo bucólico en el que las horas transcurrían lentamente y se invertían en atender los locales comerciales, luchar para conseguir agua, fabricar chirrinchi y barrer las terrazas en donde se acumulaba el polvo trasladado por la brisa desde las pocas y arenosas calles de un caserío con ínfulas de pueblo.

Un día cualquiera doña Rosario Solano Ospino hizo lo que pocas veces acostumbraba: tocar a la puerta de la sagrada cabina desde donde se emitían los programas de Radio Maicao.

-¿Qué se le ofrece, doña Rosario?

-Tenemos visita, don Lucho

-¿Y es muy urgente que la atendamos? Usted sabe que a esta hora estamos en Tic Toc, el programa de más sintonía en la emisora.

-S no fuera importante no lo habría interrumpido, usted sabe que yo nunca lo molesto.

-Está bien, doña Rosario, dígale a la visita que nos espere diez minutos mientras terminamos y lo atendemos.

Luis regresó a la cabina un poco preocupado

¿Quién podría ser esa visita tan importante que llevó a doña Rosario a interrumpir el programa más importante de la emisora?

Continuará

Leer la primera parte de "La edad dorada de la radio de Maicao"

Leer la tercera parte de "La edad dorada de la radio de Maicao"

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