Camilo y Andrés viven en la misma cuadra de la carrera 13 en una ciudad populosa y en crecimiento. Los dos deben acudir a sus respectivos trabajos a las siete de la mañana y, a esa hora, cuando salen, siempre intercambian un afectuoso saludo. Luego caminan juntos hasta la esquina en donde cada uno toma su transporte y toman rumbo hasta su lugar de trabajo. Así lo han hecho durante varios años y de esta manera han podido establecer cierta relación de amistad.
Un día, cuando estaban en la esquina, Camilo se devolvió presuroso a su casa. Andrés alcanzó a preguntarle qué le pasaba y éste le respondió, ya en su carrera de regreso: “el celular, hermano, se me olvidó el celular”, dijo con un grito tan angustioso como el de quien olvida a un bebé en el aeropuerto.
Mientras veía a su vecino dirigirse a la casa Camilo también recordó su olvido de esa mañana: no había leído sus acostumbrados dos capítulos de la Biblia. En ese momento tenía ante sí la opción de devolverse a casa, tal como lo hizo su amigo o la de aplazar su lectura para lanche, cuando regresara a casa o para más tarde, cuanto tuviera un tiempo libre en la oficina. Pensó por unos segundos, pero al final se regresó, abrió la puerta de su casa, penetró a su cuarto de estudio y se acomodó a leer como si las preocupaciones no existieran.
Para la mayoría de las personas el celular es indispensable y no puede tenerse lejos ni por un momento. Para otros la Biblia es una guía indispensable y su lectura cotidiana hace parte de las más importantes obligaciones. El Libro de los libros es la mejor guía espiritual, pero también una fuente de inspiración y de motivación para asumir los retos de cada jornada.
A continuación tenemos algunas gotas de motivación tomadas de la Biblia para cualquiera de los duros días que en general debemos afrontar. Vale decir que la Biblia, no solo tiene gotas sino todo su contenido destinado a hacernos ver la poderosa compañía de Dios a nuestro lado en cada momento del día o de la vida. Vamos, pues, a revisar juntos:
En Mateo 17:20 hay unas buenas gotas de regaño, seguidas por un estremecedor mensaje de motivación. “Y Jesús les dijo: Por vuestra incredulidad; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”. Los discípulos acababan de fracasar en su intento de expulsar un demonio y el maestro vino en su ayuda. Cuando le preguntaron por qué ellos no habían podido, les respondió como ya hemos leído.
Con la fe somos tan poderosos que podemos mover un monte de un lugar a otro. Sería bueno que te preguntaras cuál es ese monte que quieres mover. ¿tus deudas?, ¿tus preocupaciones? Es hora de mandar a mover ese monte, sepáralo de tu vida y mándalo lejos de ti. Utiliza la fe y ten confianza en las palabras de Jesús: si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible.
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