Biografías

viernes, 14 de agosto de 2009

Maicao: proceso de poblamiento

Por: Manuel Palacio Tiller
C.E.I.C
Centro de Estudios e Investigaciones Inter Culturales


PREÁMBULO
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La ley 88 de 1910, establece que en el territorio de la guajira, el Poder Ejecutivo podría crear y organizar Corregimientos y Comisarias. Fundamento para que el gobierno del Presidente Carlos E. Restrepo creara entonces una Comisaria Especial en el territorio guajiro, por medio del decreto 807 del 31 de agosto de 1911. El referido decreto señala como capital de la Comisaria a la ranchería Wala-Walao (Guaraguarao).

El general Francisco D. Pichón fue nombrado Comisario, y como tal se le encomendó la pacificación de los indios guajiros, en guerra y conflicto claniles desde tiempo atrás. El Comisario Pichón logró resolver uno de los últimos conflictos difíciles que se había hecho esquivo al gobierno Central, pugna que tenía inflamado los ánimos en el territorio étnico. Dos damas de las más altas alcurnias y no los caciques, las que a la postre dieron muestra de convivencia entre los grupos en reyerta que llenaron páginas sobre hechos de sangre que enlutaron a muchas familias Wayuu.

El General Pichón instó a las partes a sellar la PAZ, que La Guajira necesitaba en Guaraguarao ranchería recién escogida capital de la Comisaria, lugar equidistante de la zona de influencia de los clanes en contienda. El pacto de paz permitió la apertura y penetración de los diferentes clanes a la región que estuvo bajo control territorial por el cacique José Dolores conocidos entre los indios como UNU-UPATA, - desde la Alta Guajira en Nazareth en línea recta hasta la ribera del rio Ranchería, bordeando el curso de rio hasta Calabacito- hoy Albania y desde allí en dirección imaginaria hacia el éste hasta la desembocadura del rio Limón y desde ésta parte hacia el norte hasta en punto de partida- que permitió la paz que se pactó entre las dos mujeres: LAURA BONIVENTO Y CRISTINA GONZÁLEZ.

Ocurrido aquel armisticio, los clanes represados por aquella guerra penetraron con sus animales hacia la zona que estuvo en dominio en busca de agua y pasto para sus crías.

EL EXODO

Afianzada la paz de Guaraguarao se aseguró la confianza de los indios de la parte norte del territorio étnico. Entonces, varias circunstancias internas y externas se unen para precipitar un éxodo masivo hacia las sabanas de Anoui de los Wayuu con sus animales por delante.

Otra motivo en particular, es la de que a partir de agosto de 1914 hay declaraciones de guerra en Europa con Alemania que encabeza el conflicto. Ocurrida esa guerra, la sangre y el fango de las trincheras despojan a la lucha de todo heroico romanticismo y para millones de hombres la guerra constituyó la mayor equivocación humana y una locura criminal de monarcas y militares. Todos los países se hallaban agotados; tras los campos de batallas los espectros del hambre y las epidemias, la revolución y la guerra civil constituía nuevas hecatombes que duró hasta el años de 1918 cuando comienza el armisticio.

Durante aquellos cuatro años y de este lado del océano los puertos naturales y perleros de la costa Caribe de la península de la Guajira, también se encontraban en ruinas porque el negocio de estos puertos era con los países europeos protagonistas de la conflagración. Los barcos y mercancías de Holanda, Inglaterra, Francia, Estados Unidos y la Alemania desbastadas dejaron de llegar y se acabó el intercambio floreciente de perlas, sal, palo brasil, cuero y carne en tasajo que alimentaba el otrora mercado europeo. Entonces, los comerciantes de los puertos guajiros y todos los que vivían de reflejo de aquella actividad, agotada la bonanza, emigran a otros lares en busca de nuevas oportunidades para sobrevivir y la alternativa no es otra que mirar hacia las estribaciones de las serranías en busca de ríos y praderas. Marchan al sur familias entera con sus animales.

Otro motivo, el territorio guajiro clamaba más fuerte su canto de dolor en sus agónicos veranos, cuando el ganado, los caballos y chivos en épocas de abundancia alegraban la llanura, ahora se arrastraban sin aliento entre ramazones de espinas hasta caer desvanecidos del hambre y la sed; los wayuu, alucinados por la ardiente fascinación de la pampa y los ojos vidrioso del miedo, en trance de angustia insuperada, emprenden el viaje también hacia las sabanas de Anoui con sus animales, de los que llegaron con vida, pues quedaron regados a lo largo de la estepa rajada por el verano.

Así mismo, Amaiceo, hija predilecta del cacique José Dolores, la que formara con labradores venezolanos y núcleos de familias arrimadas de la antigua provincia de Padilla, y comerciantes riohacheros, ella, Amaiceo, donó sus habitantes, sin mucho que hacer después de la muerte de su progenitor, acabado el conflicto wayuu y sellada la PAZ de Wala-Walao en su cercanía, los pequeños comerciantes y abarroteros en avalancha se mudan a la nueva ranchería que iniciaba su formación con los asentamientos de aquellos que venias acosados por el intenso verano y acabado la bonanza comercial con los puertos europeos antes de la primera guerra mundial.

EL POBLAMIENTO.

La primera familia que llegó hasta la geografía de lo que hoy es la ciudad de Maicao, fue la de Manuel Palacio López y señora Pilar Fince Apushana, sus hijos y animales que salieron del puerto natural de Tucuracas al acabarse el contrabando con los puertos europeos, quienes se arrimaron a un indígena principal que tenía el control territorial donde tenía su asentamiento en la zona que hoy ocupa los tanques elevados de Loma Fresca. Eran los inicios del año 1925 aproximadamente. Al poco tiempo después, desde Santa Rosa cerca de Tucuracas también se viene José Domingo Boscán y su señora Dolores Bonivento, sus hijos y sus animales y hacen su asentamiento en la parte norte de la laguna de Mojuupay en el sitio que hoy es el parque que lleva el nombre de dicho comerciante. Seguidamente a estas familias llegan de la Alta Guajira – Ipapure – el Cacique Eleuterio Paz, mejor conocido como Yajaira con su señora Aminta González del clan Apushana, con hijos y animales se instalan en la parte norte de la actual Mezquita. Detrás de este núcleo familiar llegan los hermanos de la señora Aminta González con Luis Ángel a la cabeza, viene Alpidio, Harmágoras, “El Gato”, María Aminta, Abigail, Edmundo González respectivamente con hijos y animales y se instala en la parte sur del actual casco urbano, en la ranchería de Meechenay.

De igual manera lo hace también Cristina Gonzales hija de Edmundo Gonzales viuda del cacique José Dolores, quien se ubica en la parte norte de una laguna que existió donde se encuentra construido el colegio San José vía Carraipia. La señora Cristina González es la misma que había participado con Laura Bonivento en la renombrada paz de Guaraguarao. La zona ocupada se llama hoy barrio Buenos Aires.

Los indígenas que venían de la Alta Guajira a raíz del intenso verano se instalaron en diferentes ranchería en la parte norte del arroyo denominado Parrantial, fueron entre otros Sebastián Ramírez con su señora Adelaida Webber; Abraham Ramírez y su señora Laura González, Roberto Ramírez y su señora Blanca González; en Majayutpana Rudesindo González y Filomena González; Ramón Ramírez; Marcelo González y Soledad Duarte en Kasichi.

Es digno de destacar que a partir del de 1920 en Venezuela, en el estado Zulia se descubrió el primer pozo petrolero que originó la llegada de empresas extranjeras a Maracaibo para producir una extraordinaria demanda de alimento, carne y queso que solo podía conseguirse y solventarse con los animales de los desplazados ubicado en la parte de Maicao, formando entonces mercados satélites con las rancherías recién instaladas que tuvo como epicentro en el núcleo de las primeras familias que habían llegado de la costas de Tucuracas. La demanda ocasionada por la explotación del petróleo despertó el ánimo de los comerciantes y abarroteros de Amaiceo que se trasladan casi todos a la nueva ranchería denominada Maiko’u.

Maicao, después convertida en próspera población en el cruce de caminos exige parada que piden las fatigas de los viajeros que la convierten en lugar de paso y tránsito, luego de tráfico, despierta la mirada hacia ella de los gendarme de aduanas que fueron comisionados por el Comisario Erasmo del Valle y llegaron hasta lo que hoy es Maicao, con Rodolfo Morales a la cabeza y como segundo comandante a Tomas Cúrvelo quienes venias en misión expresa de cobrar los impuestos a los alambiques que comenzaban a formarse y controlar el trafico de whisky y otras mercancía extranjeras cuyo aranceles reclamaban el departamento del Magdalena a la que pertenecía administrativamente la Comisaria de la Guajira; la presencia de los gendarmes dio seguridad y tranquilidad a los moradores de la nueva población que al comienzo fue de completa anarquía por falta de autoridad. Los gendarmes trajeron también a sus familias y formaron un conjunto con las diferentes familias que vinieron de Tucuracas y los desplazados de la Alta Guajira.

La llegada de los gendarmes no puede tenerse como fundamento de fundación, pues aquellos sólo vinieron con la misión específica de poner orden y controlar el tráfico del ron artesanal denominado chirrinchi y de licores de origen extranjeros, que ya se traficaba por el cierre del puerto de kojoro por las autoridades venezolanas, que también bloqueó a otro epicentro de contrabando en el lado colombiano el caserío de Ipapure.

De manera pues, la formación de Maicao no fue un acto de fundación, porque este hecho de fundar es de concepción netamente jurídica, lo que indica que como tal debe tener una causa amparada en la legitimidad de un protocolo legal que la ordene dentro de una competencia administrativa que especifique la autorización para que ocurra y para que el que ha de hacer la fundación pueda ejecutar los actos necesarios que culmine el poder encomendado, como la ocupación y apropiación de un territorio para el poblamiento, el reparto de solares, nombramiento de autoridades, fijar límites y designar el nombre respectivo del solar, trazar calles, escogencia de terrenos para la iglesia y de la comitiva oficial dentro de la plaza respectiva.

El poblamiento jamás estuvo sujeto a un protocolo o reglamento de fundación sino que estuvo amparado por las normas consuetudinarias Wayuu, debido a que le indígena principal - Walepa Apushana- que habitaba la geografía del Maicao de hoy coloco a los primeros pobladores en diferentes partes en su entorno de manera equidistante, para que los animales de cada núcleo familiar no se mezclaran con su vecino, y, así evitar disputas comunes entre los núcleos claniles y alejar conflictos futuros. Todo eso dentro de una consecución de uso del territorio y no de propiedad.

Entonces Maicao no fue fundada sino poblada por la gente que vino de Tucuracas, de la Alta Guajira, de Ipapure, y los habitantes de Amaiceo - núcleo de provincianos comerciantes de Riohacha y los denominados “mitios” provenientes de los corregimientos del sur del municipio de Riohacha – quienes junto con los labradores venezolanos que habían formado familia con los de Amaiceo, cuando vinieron reclutados por el cacique José Dolores a construir potreros y sembrar pajonales para sus caballos de guerra.

En cuando a la fecha del 29 de Junio, como fecha de efemérides, ocurrió cuando el padre capuchino José Agustín Mackenzie conocido como “Warecús”, en los inicios de los años 40 y se sorprendió del progreso de la población de Maicao y dejo como simple recomendación la detener como fecha de hito histórico, aquel día 29 de junio cuando el coronel ingeniero militar español Antonio De Arévalo ordeno fundar un poblado para el traslado de los perleros del carrizal a un nuevo caserío que llevó por nombre San Pablo de Tucuracas, a la orilla de una laguna en la costa occidental de la Guajina al sur del Cabo de la Vela.
Los padres capuchinos fueron catequizadores de los indios guajiros, por ello estuvieron muy pendientes en el desarrollo de Maicao cuando unos pobladores se trasladarnos del Puerto de Tucuracas acabadas las bonanzas perleras y comerciales a la sabanas de Anoui donde hoy se encuentra Maicao.

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