domingo, 10 de abril de 2016

La gobernanza de los recursos naturales

Escrito por: Amylkar D. Acosta M[1]


El sector de recursos naturales, especialmente los no renovables, ha constituido por décadas

viernes, 8 de abril de 2016

Panorama Bíblico

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

La Biblia es el libro de los libros. Esto se explica, primero porque es el más importante de  todos los textos que se haya escrito y el más leído de la historia, pero también porque contiene una sabiduría ilimitada mediante la cual Dios expresa su voluntad al género humano. 

Cuando iniciamos su lectura nos sumergimos en un mundo de lecciones poderosas que incluyen historias, poesía, mensajes de aliento, promesas de Dios a los hombres, compromisos del hombre para con Dios, profecías para una nación escogida como Israel y sobre la venida del Mesías y Salvador del mundo…en fin la lectura de la Biblia nos proporciona un mundo de conocimientos y nos permite sentirnos parte importante de la obra creadora.

Pero mucha atención: una cosa es leer la Biblia y sumergirse en ella y otra muy distinta es mirarla con el ánimo de un investigador o simplemente de un estudiante juicioso.

Imagínese que la Biblia es un territorio y usted está situado en una montaña que es la única del lugar.   Desde ahí tiene una vista privilegiada sobre el inmenso valle cubierto de verdes praderas; puede ver con claridad los ríos y arroyos que serpentean en medio del bosque y de las tierras cultivadas; también verá los caminos veredales por donde transitan los campesinos en sus ágiles monturas y verá desfilar algunos asnos sobre cuyos lomos se transportan los frutos de la tierra; si aguza la vista podrá ver un puñado de niños corriendo detrás de una rudimentaria pelota de trapo hecha por ellos mismos y un poco más allá un pequeño pueblo con un parque en el centro y locales comerciales a su alrededor.

Del otro lado de la montaña podrá ver la gran ciudad, con sus ruidosos camiones de carga, sus buses atestados de pasajeros que van un poco retrasados al trabajo y una fila de personas que esperan pacientemente para comprar un boleto que le permitirá asistir a la presentación de algunas de las celebridades del momento.

En ese sitio privilegiado usted podrá verlo todo: el hermoso paisaje al fondo con una montaña pintada de verde y azul y la presencia de seres humanos que interactúan entre sí. En otras palabras, usted no es un espectador limitado por su precaria posición como la del que se asoma a una pequeña ventana y solo puede ver la parte posterior de un derruido edificio a punto de caerse o un lote repleto de hierros viejos que dentro de poco serán comercializados como chatarra.

Usted en realidad no tiene una vista cualquiera sino todo un panorama en el que solo debe dar un giro de 360º. Para ver todo, todo lo que está a su alrededor.

De la misma forma esta asignatura se propone que el estudiante pueda tener una “vista panorámica de la Biblia” y conozca a fondo sobre la forma en que fue escrita, quiénes fueron sus autores, la forma en que se clasifican sus libros y los tiempos de la historia de la humanidad según los sucesos ocurridos y los que aún han de transcurrir en la historia del hombre y de la relación del hombre con Dios.

Entradas populares


jueves, 7 de abril de 2016

El desequilibrio de poderes

(El enroque del centralismo)

Escrito por: Amylkar D. Acosta M[1]

¡Las regiones deben dejar de ser alfil sin albedrío del centralismo,
            para alcanzar una paz estable y duradera!

El inveterado centralismo en Colombia hunde sus raíces en la regeneración de Rafael Núñez en el siglo XIX, una vez derrotado el radicalismo liberal en memorable batalla en el curso de una de las tantas guerras civiles que asolaron a Colombia por aquellas calendas. Como la historia la escriben los vencedores,

miércoles, 6 de abril de 2016

Jornada única sí, pero con condiciones


Por: Alonso Mendoza contreras (Secretario de asuntos sindicales ASODEGUA-Subdirectiva Maicao).


Estanislao Zuleta: “Si la educación no enseña al hombre a luchar por sí mismo, a criticarse a sí mismo, a criticar a la sociedad en que vive esa educación es nefasta”.  

En algunas regiones de Colombia  la implementación de la jornada única ha tenido muchos reparos por parte de docentes, padres de familia y estudiantes.

Como era de esperarse el municipio de Maicao en el departamento de la Guajira no es la excepción y la improvisación rebosó los limites basta con mirar los sitios designados como comedores escolares donde no cumplen los requerimientos mínimos en el aspecto sanitario y estructural.

La  tristeza que nos produce los casos de muerte por desnutrición de muchos niños Wayuú es inmensa pero es un ejemplo de la desidia por parte de nuestros gobernantes que no sabemos quién es el mediocre:  si ellos en la forma como han desempeñado su mandato o nosotros por elegirlos; este sentimiento de impotencia es comparable con la sensación experimentada cuando vemos el hacinamiento en que se encuentran los estudiantes en varias sede de las 15 instituciones de Maicao donde pareciera que el todo vale cuando se trata de recibir estudiantes así no haya espacio suficiente donde ubicarlos.

Para cualquier residente en el municipio de Maicao es común la envidia sana cuando vemos en los noticieros y programas educativos en canales nacionales esas mega estructuras de municipios más pequeños que Maicao y cuyo presupuesto es ínfimo comparado con el que se maneja en nuestro municipio. 

Para la construcción de megacolegios no les ha alcanzado a nuestros mandatarios ni el dinero ni el tiempo y es fácil aplicar el populismo como llamar al colegio Manuel Rosado Iguaran “el megacolegio” porque es muy notorio  que la planta física de esta sede no corresponde a esta categoría.

Ante esta situación los rectores apostaron por la improvisación con el fin de cumplirle a la ministra Gina Parodi con la jornada única sin importarle las incomodidades y otras consecuencias. A todo esto habría que añadirle que mientras mayor sea el número de estudiantes mayor es el presupuesto de la institución.

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El anacronismo en la investigación de la música vallenata


Escrito por:  Abel Medina Sierra
En días reciente envié a mi listado de contactos de investigadores, comentaristas, analistas y periodistas que suelen escribir sobre la música vallenata una invitación para participar en la edición de un libro sobre el cantante y compositor Jorgito  Celedón  con el auspicio de la Corporación Festival Francisco El Hombre y la Universidad de La Guajira.  La incitación iba dirigida a  no menos de cuarenta personas de las cuales, solo una respondió positivamente.     
El silencio fue más que elocuente, pero una de las respuestas sirvió para confirmar mis sospechas, o más que sospechas, mi certeza. El analista, de quien por respeto omito el nombre, decía, palabras más palabras menos: “canta bien el muchachito pero aún hay que esperar muchos años para que ese adolescente merezca escribir sobre él, su carrera aun esta en pañales como para analizarla”.
Es posible que aún se debe esperar mucho de tan exitoso intérprete y que que  cualquier mirada crítica o panegírica de su obra  será parcial y sincrónica. Pero de allí a decir que su obra está en ciernes y que por lo tanto no amerita siquiera que un vallenatólogo pueda  hacer una lectura valorativa de su trayectoria, es un exagerado y miope sesgo. 
En mi respuesta al colega le recordé que Jorge Celedón  nació en  1968, que ya en 1981, a los 12 años,  había grabado con su tío Daniel Celedón y que  dos años después ya había grabado  su primer disco  larga duración al lado de Ismael Rudas.  Es decir, “el pelaito”  que apenas comienza tiene nada menos que 35 años de vida artística, 13 producciones de larga duración, tres premios Grammy Latino y muchos reconocimientos. 
Más que detenernos en la respuesta de nuestro amigo, este tipo de posturas lo que pone en evidencia es que uno de los males que padece la investigación  sobre la música vallenata: el marcado anacronismo.  Es tan anacrónico que el análisis crítico, biográfico, musical o de otro tipo aún está en mora de   llegar a otros intérpretes que en nada se puede calificar de recién aparecidos. Jorge Oñate está a solo dos años de alcanzar los 50 años de vida artística profesional y aun no  conocemos un libro que dé cuenta de su trayectoria musical con todo que ha estado entre los dos mejores cantantes del género en toda su historia. Ni qué decir de Silvio Brito y Beto Zabaleta y se vinieron a conocer libros de Diomedes solo cuando falleció.   
Afortunadamente, desde el nacimiento del Festival Francisco El Hombre, esta organización en asocio con la Universidad de La Guajira, ha emprendido la labor formativa de dar cuenta de la vida y obra de los intérpretes contemporáneos. En esta serie de publicaciones se han editado obras sobre Juancho Roys, Alfredo Gutiérrez, los Zuleta,  Rafael Orozco, Rafael Manjarrez y se proyecta la de Jorge Celedon, todos ellos homenajeados en el Festival Francisco El Hombre.
Eso nos lleva a pensar, ¿será que los seguidores y no seguidores de Silvestre, Peter Manjarrez, Felipe Peláez y Martin Elías tiene que esperar que estos se mueran o estén caminando con bastón para que alguien pueda dar cuenta valorativa de su obra artística? Espero que no. 
En el caso de la música vallenata, ha existido un paradigma canónico de tradicionalismo folclórico que contagia  a las instituciones que, de alguna manera,  se relacionan con su difusión, promoción e investigación (festivales, escuelas,  medios, investigadores y hasta intelectuales).  Investigadores como Emmanuel Pichón Mora así lo corroboran cuando sostiene que  este paradigma presenta lecturas nostálgicas, museográficas, rígidos esteticismos, generacioncentrismos, considerando las identidades como estáticas y ahistórica y que parece haber sido la escuela de la mayoría de investigadores. 
El  background  ideológico  romántico de este paradigma nos  habla en tono nostálgico, a veces apocalíptico. Se parte de la premisa irrenunciable que según la cual  tales músicas son estáticas,  esenciales, y que sus instrumentos representan la esencia incambiable del alma de la región. Estos discursos nostálgicos y esencialistas sobre la pureza de estilos olvidan que, más allá de su arraigamiento en un determinado contexto cultural y geográfico, las músicas tradicionales poseen una historia constantemente reinterpretada y adaptada a las exigencias de cada época, exigencias que están en relación coyuntural con los cambios ideológicos, demográficos, mediáticos, económicos.
La música vallenata, a pesar que le están tratando de expedir certificado de defunción a cada rato, no murió con Alejo Duran y Luis Enrique Martínez aunque muchos investigadores se quedaron en ese periodo. Se han publicado tres libros sobre Francisco El Hombre de quien se conocen tan poco sobre su vida y su obra y ninguna de Poncho Zuleta a pesar que toda su discografía se consigue en cualquier esquina.   Tampoco es sano pensar que solo estamos llamados a escribir sobre lo que nos gusta o la música de nuestra generación, hay que tratar de interpretar el sentir de nuestros hijos y nietos. 
Una posible causa de este anacronismo según el cual la música le lleva años luz a la investigación y la escritura, es que la  música tanto como producto como proceso se ha vuelto difícil de etiquetar, de clasificar y por ello es más compleja. Son muchos grupos, muchos autores, muchas grabaciones y actores que entran en juego. Los cambios van muy rápido, las hibridaciones se van intensificando. Ya no se trata de una música elemental   ni del escenario de la parranda sino que entran en juego nuevos circuitos de producción, ejecución, difusión y disfrute. 
Una realidad tan compleja no es fácilmente analizable, faltan categorías de análisis para poder explicar el fenómeno Diomedes Díaz o  Silvestre Dangond. Ya las formas de paseo, merengue, son y puya no son suficientes,  o la organología de caja, guacharaca y acordeón.    
La invitación a los colegas es  atreverse a aventurar una lectura de lo que pasa con la contemporaneidad y la postmodernidad. La música no solo son las canciones sino lo que dice de ella.  De no hacerlo  reducimos el vallenato a la pluralidad, el anacronismo,  la falta de estatuto científico, el escaso rigor, el vacío metodológico, temático  y  sistemático.  


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