sábado, 30 de mayo de 2015

La tierra del amor

Escrito por: Alejandro Rutto Martínez

¿Cuál es la razón por la que ustedes aman a su tierra?, no preguntó el conferencista. Había estado disertando acerca del amor en todas sus manifestaciones y ese día aprendimos que hay un amor filial con el cual demostramos aprecio por nuestros padres e hijos; un amor eros que nos lleva a sentir atracción por alguien del sexo opuesto y nos permite disfrutar de una relación apasionada con una persona que nos ayudará a realizarnos como seres humanos y nos permitirá disfrutar el privilegio de sembrar nuestras vidas en otros cuerpos, con lo cual, además, contribuiremos con la continuidad de la especie. 

Y nos habló también del amo ágape, con el cual Dios le muestra al género humano su infinita misericordia, su compasión y su preferencia ante otras criaturas. 

Este último es, sin lugar a dudas la sublimación del más sublime de todos los sentimientos. Después de todas las explicaciones nos habló del amor al suelo. A la tierra en donde nacimos; o en donde vivimos o luchamos...en todo caso la tierra a la que amamos sea cual fuere la razón que tangamos.

 Amar a la tierra, nos dijo, es una forma de gratitud no solo a la tierra, al contexto físico, sino al mismo Dios que nos hace hombres libres y nos sitúa en un espacio con el cual terminamos identificándonos. 

 Y acto seguido nos pidió que le escribiéramos una carta de amor al espacio geográfico que más quisiéramos. 

 Incapaz de escribir algo digno de pulicar, me conformo con transcribir algo que escuché de labios de Santi Josías, uno de mis compañeros de salón: Querida tierra mía: Te amo por tus auroras de ensueño, Por tus atardeceres intensos, Por tus cardones sedientos que se suceden incólumes,

 En la franja ardiente del desierto, Te amo por tu serena figura Por tu esperanza incorregible, Por tus tardes calurosas, Por tus huellas presurosas Te amo como te ama el sol, Como el mar que te canta ahora, Te amo como el río que ayer murió sediento, pero amándote como yo te amo. 

Te amo por las huellas de mi infancia, Por la árida sabana de las distancias, Te amo por tus cerros sin cumbres., Y te quiero por tus callejuelas lúgubres. Te amo, inédita tierra mía, Como el hijo a la madre que siempre lo abrigó, Como el náufrago a su isla, Como el veterano a sus recuerdos Son tantas las razones para amarte, Amándote vibra todo mi ser, Amándote siento palpitar el alma de la vida, 

Y el canto de los ángeles que alaban a Dios Te amo, indómita tierra mía,No por que me pertenezcas, Sino por que soy yo El que sigo perteneciéndote a ti. 

 Alejandro Rutto Martínez es un prestigioso periodista y escritor colombiano, vinculado como docente a varias universidades colombianas. Es autor de cuatro libros y coautor de otros tres en los que se aborda el tema del liderazgo, la ética y el Desarrollo Humano. Con frecuencia es invitado como conferencista a congresos, foros y otros eventos académicos. Póngase en contacto con él a través del corrreo alejandrorutto@gmail.com.  Visite su página www.maicaoaldia.blogspot.com - 
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martes, 26 de mayo de 2015

La impunidad según Álvaro Uribe

Escrito por:  Abel Medina Sierra 

La agenda política de Álvaro Uribe es inequívoca y todas sus posturas, declaraciones y acciones apuntan a la certeza que la única opción del volver a manejar los hilos absolutistas del poder es que fracase el proceso de paz y que la mayoría de colombianos acuda, de nuevo, a la radical y dolorosa opción de la guerra fratricida para derrotar a la insurgencia armada. 

En esa obsesión por el poder, trata por todos los medios, de crear ante la esfera pública, una imagen del “Gran Justiciero”, el paladín del rigor punitivo, el gran abanderado de la severidad inexorable del Estado, el único gobernante capaz de someter a la cárcel a quien trasgrede el orden jurídico. Uribe y todos los turiferarios, Procurador incluido, buscan con afán ganar popularidad configurando un imaginario de “Tolerancia Cero” ante los delitos cometidos por las Farc. 

Lo peor es que muchos les creen el cuento y no son capaces de mirar, tras esa imagen, la impostura. Uribe se muestra inflexible frente a un proceso de paz que no termine con cárcel para los guerrilleros, que la merecen pero que no están sentados ahí porque han sido derrotados en la guerra sino porque entendieron que ni ellos ni el Estado, en más de 60 años, han dado muestras de estar ganando la guerra. Pide cárcel para los guerrilleros, para los defensores de derechos humanos afectos al proceso de paz, para políticos que como Piedad Córdoba e Iván Cepeda median con la insurgencia. 

Que alguien se obsesione con el cabal y estricto sometimiento a la justicia no es malo, es plausible. Pero que lo haga Uribe no es sino una incoherencia de quien, lejos de ser un ejemplo de aplicación de la ley, es un paradigma de la impunidad. 

 El mismo Álvaro Uribe Vélez que pide que de la Habana salgan con las esposas en las manos los jefes de las Farc es el mismo que hizo una excarcelación masiva y unilateral de 150 guerrilleros durante su gobierno. El mismo Uribe que hoy se arroga el derecho de defender la justicia punitiva es el mismo que dejó en libertad miles de combatientes de la organización paramilitar que masacró a miles de colombianos y con cuales se nutrieron cuanta banda criminal existe: Urabeños, Usuga, Rastrojos, Gaitanistas, Paisas, entre otras. 

El estandarte de la justicia es el mismo que justificó a Andrés Felipe Arias ante el escándalo de Agro Ingreso Seguro y llegó a decir que lo que hizo Arias estaba bien pues había que subsidiar a los ricos terratenientes para que los pobres tuvieren chamba. Recordemos que igualmente defendió a de Jorge Noguera, condenado a 25 años por haber convertido al DAS en un organismo al servicio del paramilitarismo. 

Es el mismo ex gobernante que gestionó ante su amigo el ex presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, que le concediera asilo a María del Pilar Hurtado, la que hizo del DAS la policía personal del Uribe y una institución de delincuencia. Como “Injusta pena” calificó Uribe la condena de “La Coneja” al enterarse del fallo condenatorio de la Corte Suprema, olvidándose de su defensa de cárcel para los delincuentes, lo que pasa es que esos son “sus” delincuentes. 

El gran justiciero es el mismo que sin el mínimo respeto a la rama judicial y a la independencia de poderes, falla y absuelve a todo el que hizo parte de su nefasto gobierno. Sabas Pretel y Diego Palacios, dos de sus más cercanos funcionarios, pese a haberse demostrado que “compraron” con cargos burocráticos la aprobación de la re-elección para su jefe ante los congresistas, han sido absueltos por Uribe aunque condenados por la Corte Suprema. 

Lo mismo ocurre con los miembros de la campaña de Oscar Iván Zuluaga y aún el mismo ex candidato, enlodados hasta los tuétanos en el sonado caso del hacker Sepúlveda con video incluido pero que para quienes Uribe no pide cárcel por saboteo al proceso de paz y a la campaña de Santos sino impunidad por ser “mansas palomas”. “Persecución política” es la excusa de Uribe para defender lo indefendible. 

Tampoco se acuerda de cuestionar la impunidad en el caso de su primo Mario Uribe y su hermano Santiago, los dos acusados e investigados por conformación de grupos paramilitares. Que el mismo Uribe no esté tras las rejas con su cadena de “torcidos” es una afrenta a la justicia y un premio a la impunidad gracias a la llamada “Comisión de absoluciones de la Cámara de Representantes”. 

 Pero la joya de la corona es la más reciente agenda iniciativa de promover una ley para que los militares, cometan el delito que cometen, solo puedan pagar hasta cinco años de cárcel. Mejor dicho, con licencia para seguir con los falsos positivos. ¿No es esa una ley de impunidad? Por lo menos yo no le creo a Uribe su bandera de aparente guardián de la justicia. ¿Usted si le cree?  
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Ojalá

Escrito por: Hernán Baquero Bracho

Hay en La Guajira, material humano, de excepcionales condiciones y con deseos de librar las batallas que nos permitan alcanzar un mejor porvenir. El escenario es propicio. 

Este pueblo de La Guajira, de carácter altivo y corajudo, ha venido demostrando que tiene una alta dosis de civilidad, ya que con paciencia y dentro del orden, ha registrado un comportamiento reflexivo al afrontar tantas dificultades como a diario lo asechan. 

Sin embargo, respeta y quiere las instituciones democráticas y como atalaya defiende en la frontera nuestra soberanía nacional, quizás porque La Guajira y sus gentes existieron antes que se formara La República y ayudaron con sus gestas a formar la historia guerrera de la patria con la presencia valerosa y oportuna de nuestro nunca bien admirado Almirante José Prudencio Padilla López y además con ese negro de ébano como lo fue el gran intelectual camaronero de origen barranquero, Luis Antonio “el negro” Robles Suarez, a propósito de que la honorable Cámara de Representantes le develara y le hiciera honor a su nombre, como uno de los grandes intelectuales que ha tenido Colombia en toda su historia. 

A raíz de los últimos acontecimientos que han venido sucediendo en la península guajira con respecto a las diatribas que la gran prensa nacional y dirigentes del país han querido colocar al departamento en el ojo del huracán, donde el país “cachaco” siempre nos ha dado un tratamiento de tercera y nos han tratado como expósitos de la patria, quisiera que con esta columna de opinión muchas cosas cambiaran en mi tierra guajira. Ojalá muchas cosas se dieran para encausar el rumbo de La guajira. 

Ojalá que las diferencias políticas que cada día son más prominentes se arreglara entre nosotros y no metieran sus narices ese país “cachaco” que nos tiene hasta la coronilla y que hoy se han convertido en nuestros jueces naturales, apócrifos y de mala leche que con sus opiniones y sus juzgamientos tratan de enrostrarnos nuestras falencias y nuestras debilidades que como toda región mantiene en su diario trajinar. 

Ojalá volviera la civilidad política de antaño, donde este pedazo de patria era ignorado por ese país “cachaco” donde éramos vistos y reconocidos como indígenas sedientos de esa Colombia que nos ignoraba en el contexto nacional. 

Ojalá La Guajira retomara su rumbo de implementar otra vez ese guajirismo que nos identificaba y nos hacía fuerte ante esa Colombia impía que solamente nos miraba de soslayo para reconocer de manera ingrata y como si fuéramos una región de limosna a unos indios con la cara pintada y montados en un burro en las pampas guajiras. 

 Ojalá volvieran esos tiempos donde los guajiros eran reconocidos como una raza indómita, fuerte, con carácter y personalidad y éramos ante todo respetados por el país andino y lanudo de esos “cachacos” que pregonan la moral pero que en realidad utilizan su doble faz para engañar a bobos y pendejos. 

Ojalá volviera a reinar entre nosotros el valor de la amistad. Valor este que se ha perdido y que hoy para desgracia de todos nosotros, utilizamos las puñaladas traperas para darnos y traicionarnos en esos preceptos que a la fecha son como el eslabón perdido de la humanidad, donde la amistad y la palabra pasaron a segundo plano en el pueblo guajiro. 

Ojalá La Guajira se convierta en un punto de referencia para la nación en prosperidad, desarrollo y calidad de vida. La Guajira el próximo primero de julio, arriba a sus primeros 50 años de vida administrativa y la deuda que tiene Colombia con la península es grande y la deuda que tienen los dirigentes de esta sección del país con sus habitantes es más grande. Hoy hay que decirlo de manera real y objetiva que no existe ni prosperidad, ni mucho menos desarrollo y la calidad de vida de la mayoría es paupérrima y vergonzante. 

Ojalá pudiéramos cambiar la historia y no estuviéramos viviendo este presente sombrío donde la brújula y el norte se perdieron en las aguas del mar caribe por culpa de nosotros mismos y por el desamor que la misma Colombia tiene y ha tenido hacia todos nosotros.
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jueves, 21 de mayo de 2015

Palabra de hoy: versificación

Dedicado al maestro Federico Charris                                                                                                                                                               

 La palabra versificar proviene del latín versificare y significa literalmente "poner en verso".        

En otras palabras, es el arte de hacer o componer versos.   El verso es una unidad rítmica y por lo tanto está sujeto a una cadencia y también a una medida.   

Una estrofa es un conjunto de versos agrupados en series que pueden ser iguales o proporcionales. 

Hay varios aspectos que la versificación debe tener en cuenta, entre ellos la acentuación interna y la organización e estrofas. 



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lunes, 18 de mayo de 2015

Audio conferencia Sentido de Vida

Sentido de vida, una nueva producción de Alejo Rutto, ya se encuentra a tu disposición.

Posted by Maicao Con Esperanza on Lunes, 18 de mayo de 2015
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