viernes, 15 de abril de 2011

Anécdota

Por: Nuria Barbosa León

Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba Las milicias fueron la primera escuela cuando triunfa la Revolución cubana en 1959. El aire contaminó el espíritu en fuerza de cambio y necesidad de protagonismo. Hubo sentido de deuda con los guerrilleros de la Sierra Maestra y todo aporte resultaba poco para entregar. Las movilizaciones se activaron por los encendidos discursos de Fidel en la televisión, los rápidos sucesos de amenaza por parte de Estados Unidos y la aspiración de materializar una utopía. Los incorporados al proyecto revolucionario sufrieron los males del capitalismo en sus arterias y las compañías milicianas se integraron por trabajadores angustiados por el desempleo, la miseria y la incertidumbre hacia el futuro. Julio Ríos Gutiérrez, Julito para sus amigos, voluntariamente, me moviliza en el año 60 en la escuela de zapadores dirigida por Antonio Nuñez Jímenez, ubicada cercana a la autopista Monumental de la capital. Encontró en sus compañeros una juventud desorientada y sin calificación, ardientes en los debates políticos, capaz de construir una trinchera entre cantos y chistes, cansada por las jornadas de preparación militar, alejada de la familia y posponiendo su futuro profesional por el deber colectivo. Habilidades tomadas al vuelo, los inician en la manipulación de una compleja pieza antiaérea, camuflajeadas en la vegetación, apostadas en azoteas y terrenos yermos apuntando hacia el norte. Estuvo de guardia el 16 de abril de 1961 donde los estallidos de bombas lo desvelan en una madrugada primaveral. A las seis de la mañana una llamarada se alza en el horizonte. El alba despunta entre el fuego y las sirenas de los bomberos. Luego, la noticia: los principales aeropuertos de la ciudad fueron incendiados. Preludio de Playa Girón, continuado con la Declaración del carácter socialista de la Revolución en el entierro de las víctimas y con el desembarco el día 17. Su gran lamento: “Yo lo vi, vino en vuelo rasante, tenía la identificación de un avión cubano y estaba pintado de verde olivo, incluso puedo asegurar que venían tres tripulantes en él, nos confundió a todos y por eso la orden de ataque, no fue dada”. Vive con la angustia de no tomar la decisión de insubordinación. De haber disparado su pieza, su país sumaría a la lista de los vivos los mártires sepultados. Por ese motivo su entrega a la utopía es más apasionada.

Recuerdos de 50 años

Por: Nuria Barbosa León, Periodista de Radio Progreso y Radio Habana Cuba Días imborrables los primeros meses del año 1961 en Cuba, se vivía una gran fogosidad revolucionaria. Las medidas populares por el inicio de otro tipo de modelo económico tocaban la piel de cada cubano y se ansiaba una causa para volcar el espíritu hacia un bien colectivo.


La campaña de alfabetización fue iniciada por miles de jóvenes que desafiaron a sus familias, las normas y el miedo para llegar a los rincones inhóspitos. Los cuarteles fueron convertidos en escuelas y el entusiasmo de cambio oxigenaba las pasiones.


La hostilidad del gobierno de Estados Unidos contra Cuba se manifestó en el financiamiento y asesoramiento militar a grupos de bandidos en el Escambray, el apoyo a sabotajes y hechos vandálicos, la organización de la contrarrevolución interna y el entrenamiento a fuerzas invasoras en países latinoamericanos. El llamado fue a integrarse a las milicias y la Universidad constituyó una cantera importante.


Los estudiantes universitarios en deuda con el Ejército Rebelde sintieron que su momento llegaba y alistarse para recibir instrucción militar resultaba la faena de primer orden. Ismael Pérez Gutiérrez, con 18 años, se convirtió en miliciano en su Facultad de Derecho y se incorporó a las Brigadas Universitarias José Antonio Echevarría que lo instruyó en la táctica militar.


Recuerda su participación en el mitin para condenar el sabotaje a la tienda El Encanto ubicada en la intercepción capitalina de las calles de Galiano y San Rafael y se sumó a los donantes de avituallamiento para las familias que perdían sus pertenencias producto de la ola de atentados en el país. Vivía en la casa de un tío ubicada en la zona de Playa del oeste y desde su ventana podía visualizar el gran ajetreo de la aviación cubana en el aeropuerto de Ciudad Libertad que a cualquier hora se sentía el despegue o aterrizaje de alguna nave aérea.


No olvida el amanecer del 15 de abril, porque ese día sintió los vuelos rasantes y ante los sonidos de bombas y ráfagas, su intención fue protegerse parapetado entre las paredes, luego se asomó a la ventana y vio tres aviones atacando al aeropuerto repelido por las armas antiaéreas. Su pedido ante los aviones intrusos fue: “¡Túmbenlos, coño, túmbelos!”


Fue en el preciso momento en que los vuelos se sintieron casi en el techo de la casa y una ráfaga hizo temblar las nubes para que los aparatos aéreos huyeran despavoridos y uno perdiera altura por un fuego intenso en su cola. Su actitud, después de ese suceso, sólo fue una: vestirse de verde olivo y mezclilla y caminar hacia la Universidad.

miércoles, 13 de abril de 2011

JORGE ROBLEDO ESTUVO EN UNIGUAJIRA

El senador Robledo disertó sobre el plan de desarrollo 2010-2014, la reforma a la ley de regalías y la reforma a la ley de educación superior o ley 30.



Por: Orlando Cárcamo Berrío




El senador Jorge Robledo se presentó, en compañía del diputado Deimer Marín, en la ciudadela de la Universidad de La Guajira el pasado primero de abril de 2011. Disertó sobre el plan de desarrollo 2010-2014, la reforma a la ley de regalías y la reforma a la ley de educación superior o ley 30.


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jueves, 7 de abril de 2011

A la mayoría de la gente no le agradan las arrogancias

Por: Pedro Elías Arregocés

Me agrada la gente que vibre, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que tiene que hacer y lo hace en menos tiempo de lo esperado.
Me agrada la gente con capacidad para medir las consecuencias.
La gente que no deja las soluciones al azar.
Me agrada la gente que trabaja para lograr buenos resultados.
Me agrada la gente que sabe la importancia de la alegría.
Me agrada la gente que piensa en el trabajo de equipo, entre amigos, ya que produce más que los caóticos esfuerzos individuales.
Me agrada la gente estricta con su gente y consigo misma, pero que no pierde de vista que somos humanos y que nos podemos equivocar.
Me agrada la gente de criterio y la que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me agrada la gente fiel y persistente que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideales se trata.

Con gente como esta me comprometo a todo, así no reciba ninguna retribución, ya que con ser parte de este equipo me siento satisfecho.

Ciertamente, estamos viviendo una época muy importante en la historia de las ideas política. Existiendo dos tipos de líderes en la República de Colombia, quizás en otros lugares también, pero quiero hablar de lo que más conozco, en mi departamento de la Guajira. Están los líderes arrogantes y los líderes amplios y transparentes. ¿Quiénes son? ¿Qué significa esto? Déjeme explicarlo.

La divina providencia, se está interesando en transforma a los de líderes arrogantes a los líderes amplios y transparentes.

El principal defecto de estos líderes es la arrogancia. No son dados a los cambios. La idea dirigida por ellos para sacudir su conformidad y su renuencia a cambiar. A muchos seguidores les cuesta aceptar los cambios producidos por la obra de Dios, les es difícil aceptar las transiciones como venidas de la mano de los demás, y no culpar más a la gente o a las circunstancias cuando a la larga está tratando con ellos para llevarlos de una dimensión a otra.

Los líderes arrogantes son los que se resisten a los cambios. Se niegan a ser dirigidos por nadie porque no disciernen que es la comunidad la que nos conduce a no ser únicos, aferrándose a lo conocido por no entrar a lo desconocido. Por lo cual se estancan en su desarrollo.

Los líderes amplios no se aferran a lo conocido sino que entran en lo desconocido con una clara intuición del destino, por lo cual crecen continuamente. Que la transición de su Espíritu los lleva a ser líderes amplios y transparentes.

Permítanme establecer un paralelismo entre estos tipos de líderes.
¿Cómo son los líderes arrogantes?

Están en continua guerra con el cambio, en vez de vivirlo pacíficamente. Combaten continuamente con las transiciones en lugar de manejarlas efectiva o afectivamente. Se anclan en el pasado y por ello se encuentran incapacitados para tratar con el cambio de hoy. Todo cambio los asusta, los hace retroceder; el pasado les da seguridad.

Necesitan mantener el control. Los arrogantes necesitan creer que ellos están a cargo de sus vidas y de las de los demás. Complican sus vidas al punto que toman todo en sus manos para mantenerlo en línea. Tratan estrictamente con los asuntos externos de la situación sin mirar lo interno. La obsesión por el control puede llegar a ser más y más imposible de satisfacer. Luchan por el control de todo y de todos.

Los arrogantes, manipulan lo externo como una respuesta al no poder manejar lo interno. Razonan: “Si no puedo manejar mis sentimientos internos, ya encontraré algo en el mundo externo que pueda cambiar y, seguramente, con eso echaré fuera mis sentimientos internos”. Lo externo es más fácil de manejar que lo interno, por ello su énfasis es lo externo. Imponen reglas, exigen y manipulan aun con lo espiritual.

Los arrogantes desconfían y sospechan de los demás. Ellos desconfían de todo y de todos. Creen que la vida y la gente están en contra de ellos y, por lo tanto, están siempre a la defensiva para evitar que les tomen ventaja. No saben confiar libremente en aquellos que los rodean.
Los arrogantes mantienen una desconexión espiritual. No es que no realizan cosas espirituales. Ellos pueden pastorear, predicar, ser líderes denominacionales, etc. Lo que pasa es que no entienden el significado espiritual de lo que están experimentando.

No comprenden por qué Dios los está llevando por ese camino. Por lo tanto, lo analizan todo desde una perspectiva humana, sin entender lo divino. Lo pelean en el plano humano y dejan de conectarse con lo espiritual. Si pierden su elección en una Convención no piensan en que Dios les está dando un mensaje de que su tiempo ha finalizado, sino que cuentan los votos y culpan a otros de no haber sido elegidos de nuevo.

Los arrogantes no tienen sentido de propósito y no entienden la revelación de su destino. Ellos eluden mantener una declaración de misión. No se preguntan: “¿Por qué estoy aquí?”; “¿hacia dónde Dios quiere que vaya?”; “¿terminó mi tiempo?” Nuestro sentido de propósito emerge de nuestra espiritualidad; si perdemos la conexión espiritual, el asunto del propósito en la vida pierde significado.

Los arrogantes culpan a otras personas y a las circunstancias de las situaciones en su vida. Cuando algo ocurre: “es la culpa de ellos”; “ellos me hicieron eso”. Juegan el papel de víctimas y culpan a factores externos. Ellos son reactivos no son proactivos. Los reactivos solo responden o reaccionan a las circunstancias, los proactivos hacen que las cosas pasen.

Los arrogantes se desconectan de sus sentimientos, especialmente los negativos. Ellos no desarrollan un hablar del corazón. Se levantan en familias donde las emociones fuertes no son aceptadas. Siempre dicen: “Yo estoy bien”. Les cuesta llorar en público y demostrar que tienen miedo o que están enojados.

Los arrogantes tienen pensamientos rígidos. Para ellos todo es blanco o negro, no hay terrenos intermedios. No aceptan la vitalidad ni la frescura de ideas. Se oponen a la renovación. Jamás se atreven a tener una mente abierta. Sus creencias son las únicas y juzgan muy rápido lo que no encaja en sus paradigmas.

Los arrogantes manifiestan con frecuencia actitudes negativas. Piensan lo peor de cada situación. Son frecuentemente pesimistas. Cualquier nueva experiencia la ven como algo para examinar y tener con mucho cuidado.

Los arrogantes no aceptan los sistemas de apoyo. A menudos ellos son solitarios. Si tienen amigos, son amigos que comparten lo que ellos creen y piensan. No tener sistemas de apoyo puede ser devastador especialmente en tiempo de crisis. Un sistema de apoyo es un grupo de personas que nos rodean, ante quienes nos hacemos vulnerables, listos para oírles, que pueden amarnos y, por lo tanto, corregir.

Los arrogantes pierden el balance y sentido de orientación. Ponen énfasis en lo externo y poca atención a las relaciones, la esperanza o crecimiento interno. Van de un extremo al otro y no saben mantener la orientación de sus vidas, por ello comienzan muchas cosas y no terminan ninguna, y quienes los rodean pueden sentir gran confusión.
PEDRO ELIAS ARREGOCES.

lunes, 4 de abril de 2011

Los Nuestros, creación literaria de autores Maicaeros

Maicao-. Recientemente fue presentado al público el libro Los Nuestros, un compendio de escritos de varios escritores nacidos en Maicao o residenciados en ésta ciudad durante alguna  etapa de su vida.

En la obra fueron incluidos textos de Guillermo Solano Figueroa, Armando Torregrosa, Ramiro Choles Andrade, Julio Larios, Miguel Ángel López, Estercilia Simanca, Abel Medina, Eunice Villeros, Fredy González Zubiría, Ramiro Epieyú, Enmanuel Pichón Mora, Osvaldo Mejía y Alejandro Rutto Martínez, entre otros.

La antología incluye poemas, cuentos, perfiles y crónicas, todas ellas con el sello y el sabor de la literatura del caribe colombiano.

El organizador del compendio es el actual director de la Casa de la Cultura de Maicao, Abel Medina Sierra quien se dedicó a la tarea de convencer a los autores para que entregaran sus escritos, gestionó la financiación, realizó su presentación en sociedad y está al frente de su distribución.

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