Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
“Para describir a
Mingo Ocando se necesita el cincel de Miguel Ángel y el pincel de Da Vinci”
Ovidio Mejía Marulanda
Introducción: Tomás Domingo Ocando es una leyenda viviente de Maicao. Gracias a Dios está vivo y con la salud como la de un roble, vive con su esposa Joselina y es el patriarca de una hermosa familia. Fundó la primera emisora de Maicao, trajo al pueblo varias aerolíneas, lideró procesos de pavimentación por autoconstrucción...en fin, es una verdadera personalidad en el pueblo. Una avenida y un barrio llevan su nombre, un honor que muy pocos han conseguido en vida.
Con cierta frecuencia se lo ve con su abundante cabellera canosa amarrada en forma de cola de caballo, como la de los grandes artistas, detrás del timón de alguno de sus dos camperos Nissan Patrol por las calles de Maicao o tomando el fresco de la tardes en su casa del barrio San Martín al lado de su esposa Joselina. Allí, en el patio de su casa me invitó a tomar café para darme notas que anoté juicioso en una libreta. Son las notas que hoy me permiten contarle varios episodios de su interesante historia.
Primer episodio
En esas mañanas de intenso calor y calles invadidas por la arena y la resequedad la brisa se había ausentado y las copas de los árboles se mantenían imperturbables, su amable sombra era el único y eficaz refugio en el que podían protegerse los fatigados transeúntes que iban y venían de la plaza.
Ante la falta del viento lo único
que corría por el caserío era el rumor que andaba de boca en boca desde la
noche en que Ana Velásquez pasó por el edificio donde funcionaba el Banco
Popular y sintió que algo raro pasaba en su interior.
Banco Popular antiguo |
Al principio le pareció ver un mechón encendido, pero éste se apagó misteriosamente cuando ella se acercó a comprobar si era verdad lo que sus ojos habían visto. A ella no le cabían dudas de lo que sus sentidos le decían. La noche siguiente sintió un ruido extraño, como el que producían las máquinas de escribir al martillar sus teclas contra el papel en blando envuelto en el rodillo.
Ana le contó la
historia a una vecina y esta a un compadre y el compadre hizo el comentario
en la ventana de la tienda y poco después la noticia del “Fantasma del Banco”
se había extendido por todas partes.
- "Esa es el alma en
pena de alguna persona que trabajó en el banco y murió”, se atrevió a decir
alguien experto en temas del más allá, pero otras personas preferían creer en
la tesis de que era el eco de las máquinas que se escuchaba como las fichas de
dominó a altas horas de la madrugada los lugares en donde se acostumbra a
golpearlas contra la mesa.
El cura italiano
al que le preguntaron si existía un fantasma escritor respondió:
- “Il diavolo è
troppo impegnato nella sua malvagità per scrivere lettere di notte” (El diablo
está muy ocupado en su maldad para escribir cartas por la noche).
El único que no
sentía el sonido de la máquina fantasma era el celador del banco. A las 6 de la
mañana, cuando terminaba su turno, abría la puerta y se iba tranquilo para su
casa. Si alguien le preguntaba por el ruido de la máquina y el mechón que se
encendía y se apagaba, tan sólo respondía:
- “Son ideas de la
gente loca”, yo estoy despierto toda la noche y no siento nada, fantasma que se
aparezca, fantasma que espanto.
Sin embargo, la
gente no estaba muy convencida del "no pasa nada" todos estaban
seguros de que algo estaba pasando y seguían con la inquietud metida en el
pensamiento y el temor incrustado en el alma.
Los vecinos se dividieron en tres grupos: los creyentes, los temerosos y los arriesgados.
Los creyentes organizaron reuniones en las que rezaban el rosario juntos o elevaban silenciosas oraciones en privado.
Los temerosos atrancaban bien la casa por si
acaso o colgaban un amuleto en lugar estratégico, como la mata de sábila detrás
de la puerta. Y los más arriesgados patrullaban por los alrededores o se
asomaban por las rendijas de las ventanas con la idea de captar algo que los
ayudara a resolver el misterio.
Pero pasaban los
días y no pasaba nada. Los ruidos extraños persistían, así como las oraciones,
los amuletos y las hipótesis sobre sus posibles causas. Eran los tiempos de un
pueblo en el que no pasaba nada o casi nada y cualquier acontecimiento por
pequeño que fuera se convertía en tema de conversación.
El rumor fue perdiendo fuerza, no porque desaparecieran
el ruido nocturno y la luz intermitente, sino porque la gente decidió no invertir
más tiempo tratando de explicar lo inexplicable. El pueblo aceptó ambos
fenómenos como parte de su vida normal y dejó de hablar de ese tema.
Supusieron que
la verdad se sabría tarde o temprano pero no abandonaron sus cavilaciones:
¿Qué será lo que
causa ese ruido todas las noches?
La Guajira, tierra dónde ocurren cosas extrañas, en mi niñez en Maicao se hablaba de unos sonidos como de un balón y se escuchaban voces que decían "nueve"...
ResponderEliminarAsí mismo hablaban del sombrerón, de la llorona, el hombre sin cabeza etc, etc.
Éste primer capítulo me trae muchos recuerdos de mi infancia.
Gracias hermano Alejo
Ermofu
Excelente historia y muy entretenida, ya quiero la próxima parte.
ResponderEliminarDayana Isenia.
Muy interesante, llamativa esta narrativa. Felicidades amico !
ResponderEliminarCreo que es el ruido de alguien que queda trabajando por la noche. Pero... Que tiene que ver con mingo? Esperaré!
ResponderEliminarHermosa historia de terror, espanto, invita a leer toda la historia. Muchas gracias 🙂
ResponderEliminarBendiciones, manito conozco a Mingo Ocando desde 1970, cuando entré a trabajar en Telecom, mi amigo junto con su esposa , sus padres y hermanos, sabes que faltó?, hablar sobre el "Patrol" verdecito , está en casa descansando?, besos y abrazos a la familia Ocando, recuerdos en mi corazón, aunque ya varios han partido .
ResponderEliminarExelente relato de nuestro querido amigo Mingo lo conozco hace años
ResponderEliminarOrgullosa puedo decir que soy su ahijada, no por lo que el significa para la historia de Maicao, sino por los valores que el y mi madrina Joselina Brito me han enseñado
ResponderEliminarLuz Dary me gustaría saber ese misterioso ruido
ResponderEliminarJuana Castañeda Cada día tus historias dejavasexpectati as
ResponderEliminarJuana Castañeda
ResponderEliminarCada historia es interesante y deja expectante
al lector Gracias
Interesante, estaré pendiente Alejandro
ResponderEliminarGracias maestro por esa buena narrativa, tiene mucho suspenso además nos causa mucha intriga saber de lo desconocido, esperamos la segunda parte con su desenlace.
ResponderEliminarGracias a todos por sus amables comentarios, la historia es buena porque los personajes son muy queridos en la comunidad. A propósito, ya pueden leer el segundo episodio y saber de dónde proviene el ruido que escuchan los vecinos del Banco
ResponderEliminarMingo es el hermano que más he admirado y también al que mi padre más admiró en vida. Siempre me lo ponía de ejemplo a seguir. Eres grande Mingo y por eso ya te compuse una canción, ahora me falta seguir escribiendo el libro qué sobre tu vida y legado me tiene con la pluma activa. Con cariño fraternal, Mario Ocando Rodríguez Ipuana.
ResponderEliminarUna frase que describe el ayer y el ahora "En esas mañanas de intenso calor y calles invadidas por la arena y la resequedad la brisa se había ausentado y las copas de los árboles se mantenían imperturbables, su amable sombra era el único y eficaz refugio en el que podían protegerse los fatigados transeúntes que iban y venían de la plaza".
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