Biografías

lunes, 9 de mayo de 2022

La autogestión comunitaria como estrategia de desarrollo económico y social

Escrito por: Arcesio Romero 


El departamento de La Guajira muestra uno de los niveles más bajo de desarrollo social y económico del país, y conforma junto con el Chocó, las dos regiones más pobres de Colombia. Las causas de esta problemática son muy variadas, van desde la alta concentración de la riqueza, la exclusión social de la población indígena y afrodescendiente, falta de infraestructura básica de servicios públicos, bajos niveles de cobertura y calidad de educación y salud, todos bajo la sombrilla de un esquema de administración pública dominado por la corrupción y malas prácticas administrativas que generan poca credibilidad del individuo en la función del Estado.

Las comunidades guajiras, en especial las ubicadas en las zonas rurales, en su mayoría conformadas por asentamientos indígenas wayúu, se caracterizan por tener un bajo nivel de autogestión, poca solidez de sus organizaciones sociales, escasa participación en las decisiones de intervención pública y poco control sobre el diseño y ejecución de la inversión en sus territorios. No se trata solamente de un inconveniente de planificación participativa, ni mala identificación de la problemática social, se trata de una mala aplicación del modelo de gestión pública a las comunidades, basada en la estandarización de productos y servicios sociales, muchas veces impuestos desde lo nacional a lo regional, que no responden a las necesidades y particularidades de los beneficiarios.

Por su parte, los ciudadanos no diseñan e implementan mecanismos de solución a sus problemas, y esperan siempre que el Estado ejecute instrumentos de política, algunas copiadas de otras latitudes, cuya aplicación es inapropiada para nuestra región. Es así como resultan modelos de intervención sin tener en cuenta los usos y costumbres ancestrales de la población. 

Esta mala práctica por parte de las agencias públicas propicia la participación ciudadana únicamente en la etapa de identificación de problemas, pero no en la construcción de las soluciones y mucho menos en las etapas de ejecución y seguimiento. De esta forma, asistimos a inadecuadas respuestas a la problemática, a proyectos y programas mágicos que no se alinean con verdaderos modelos de desarrollo local, regional y nacional, los cuales no fincan sus propósitos en los principios comunitarios de la autodeterminación, la autogestión y la apropiación.

Proudhon (1809-1865), puede ser considerado el verdadero creador del principio autogestionario; consideraba la sociedad como “un equilibrio entre fuerzas libres con iguales derechos y deberes y en donde la iniciativa y responsabilidad individual será primordial”. La concepción autogestionaria de Proudhon está apoyada, como lo está en la visión anarquista general, en su amor por la libertad y pasión por la justicia social y el sentido de la igualdad. Continuador de Proudhon y Bakunin y gran exponente del socialismo antiautoritario es Piotr Kropotkin (1842-1921), partidario de la abolición de la propiedad y el salario que darían lugar al comunismo libertario, reino de la abundancia en manos de toda la sociedad, donde se dará satisfacción a las necesidades subjetivas de todos los individuos. 

La base ética de esta sociedad está expuesta en su obra “El apoyo mutuo”, donde trató de demostrar científicamente que el instinto de solidaridad está, entre todas las especies incluida la humana, tan desarrollado como el instinto de competencia o destrucción. Creía Kropotkin en “la capacidad el hombre para organizar racionalmente su vida en unión de otros hombres sin intervención externa alguna; atribuía a prejuicios, producto de la educación e instrucción, la necesidad de gobierno, legislación y magistratura por doquier”.

El acervo de estos teóricos y de otros posteriores, sentaron las bases para definir un modelo de gestión como un esquema eficiente de manejo de los recursos comunitarios con el fin de lograr impactos sustentables, que deba servir para: (i) generar conocimientos nuevos y prácticos (campos de innovación); (ii) desarrollar capacidades, mediante un aprendizaje conjunto entre técnicos y beneficiarios (“aprender haciendo”); (iii) crear evidencias que puedan ser utilizadas como insumo para asesorar en políticas, y (iv) producir las bases para replicar y ampliar impactos locales. 

Además, constituye la búsqueda de aprendizaje e innovación continua a partir de experiencias exitosas documentadas y la interrelación entre conocimientos técnicos y patrones socioculturales. Con base en estos fundamentos, se coligió por parte de los pensadores modernos que la autogestión es un proceso mediante el cual se desarrolla la capacidad individual o de un grupo para identificar los intereses o necesidades básicas que le son propios y que a través de una organización le permite defenderlos con efectividad en la práctica cotidiana. 

De igual forma, acertaron en señalar que la autogestión comunitaria transforma la espiral descendente de la pobreza en espirales ascendentes de desarrollo. Para lograrlo, el factor clave es el cambio de una visión fatalista de la pobreza por una visión esperanzadora, a través del cual el potencial infinito inherente del ser humano se encauza hacia el logro de una vida digna, de acuerdo a sus propios objetivos, metas y con el apoyo solidario de sus semejantes.

Los cinco principios fundamentales de la autogestión comunitaria son: (1) Democracia Directa; (2) Acción Directa; (3) Apoyo Mutuo; (4) Extensión, y (5) Formación. Estos cinco principios básicos son aplicables en cualquier instancia organizativa, desde el pequeño grupo, el barrio, la comunidad, el pueblo y la sociedad misma, anotando que ninguno es prioritario sobre los demás, y no son sacrificables unos en función de otros, son cinco y se toman juntos. Como resultado de la aplicación de estos principios se logra la coordinación y el poder necesarios para impulsar la descentralización del Estado en una comunidad, o en su defecto llenar los vacíos dejados por la falta de gestión de las instituciones púbicas en su función de proveedores de bienes y servicios.

Para algunos autores, la autogestión comunitaria, como práctica social, es un sistema de planificación alternativo que pone en práctica actividades conjuntas en torno a intereses compartidos, implica conocer la realidad, desear un cambio positivo, idear un futuro mejor y definir las acciones necesarias para alcanzar esas metas definiendo el camino que facilita lo deseado para construir la organización adecuada que haga realidad esta meta. El sistema de planificación alternativo lo definen como un instrumento ajustable y flexible que se opone a actitudes sociales nefastas, como el fatalismo, la resignación y la improvisación. Y anotan, entre otros baluartes, que la planificación alternativa es una eficaz herramienta educativa, comunicativa, organizativa que puede transformarse en un instrumento técnico-político en poder de las comunidades.

Las herramientas fundamentales para la planificación alternativa de un modelo de autogestión comunitaria son: a) Solidaridad: El trabajo comunitario de cada integrante cumple un rol específico para la conquista de los beneficios colectivos. b) Organización comunitaria: Organizarse es formar un todo con partes que dependen y se relacionan entre sí, formando una estructura definida y eficiente. c) Concertación: La concertación es el entendimiento y la asociación entre actores sociales que complementan sus diversos roles, esfuerzos, capacidades e intereses para alcanzar objetivos comunes.

Para implementar un programa de desarrollo local comunitario en La Guajira es necesario partir de la aplicación de un modelo de autogestión que involucre a todas las instituciones de la ecuación sociedad-individuo-familia como elementos capaces de mejorar las condiciones de vida de la población sin generar una relación de dependencia total o parcial. Solo a partir de esa premisa, se superará la alta subordinación de las clases más pobres a los “gestos de misericordia” que realicen los mandatarios de turno. Por lo tanto, al construir un sistema de autogestión fuerte, la comunidad puede reclamar al Estado la formulación de políticas públicas que se adapten a sus necesidades y obtener complementariedad, mayor cobertura y eficiencia en la ejecución de la inversión social tanto pública como privada que potencien su verdadero progreso.

 

Arcesio Romero

5 de mayo de 2022


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