Escrito por: Alejandro Rutto Martínez
El arte de crecer en una ciudad bulliciosa
Estamos en el año de 1978, una época en que el
comercio de Maicao se encuentra en plena efervescencia, impulsado por la sòlida
economía venezolana. La ciudad de la frontera es un hervidero humano en el que
los gritos de los vendedores ambulantes se confunden con el de un revoleador
que anuncia el próximo viaje haca Maracaibo en un enorme automóvil repleto de
mercancías por la que sus propietarios han pagado un buen precio en bolívares,
la moneda de moda en la zona.
La ciudad trabaja de día a un ritmo frenético
y descansa de noche al son de los acordeones, las cajas y las guacharacas que
se hacen sentir en el Radio Club y en la Caseta Internacional.
Grandes conjuntos como Alfredo Gutiérrez, Los
Hermanos Zuleta, Jorge Oñate y Diomedes Díaz divierten a público ansioso de
escucharlos para relajarse un poco después de las duras jornada de trabajo.
El sueño junto a los acordeones y luces
Un jovencito llamado Wilfrido Enrique Solano
es el encargado de presentar a los teloneros de cada espectáculo: muchachos
como él cargados de muchos sueños dedicados a luchar para salir adelante y
ubicarse algún día al lado de los grandes.
Wilfrido tiene varias de las virtudes que se
necesitan para triunfar en el mundo de los micrófonos, las luces y las
candilejas: voz varonil, similar a la de los grandes narradores deportivos del
caribe, un léxico rico en adjetivos aprendidos en sus frecuentes incursiones a
las páginas inmarcesibles de García Márquez y Tomás Carrasquilla y coraje,
mucho coraje para ponerse frente a un auditorio de mil quinientas personas sin
que le tiemblen las piernas ni se le quiebre la voz, como le sucedería a
cualquiera de sus compañeros del colegio.
Buenas noticias matinales
Una mañana, después del interminable aunque
alegre trabajo de la noche, Wilfrido recibió en su casa del barrio Santander
una visita que habría de cambiarle la vida. Se trataba de Cristóbal Pájaro
Murieles, control de sonido de la emisora Radio Península.
Su misión era darle a conocer la buena nueva
de que el gerente general de esta organización radial Rafael Ramos, había
estado en una de las fiestas del fin de semana y estaba gratamente impresionado
con su trabajo. "El man ha pasado todo el día hablando bien de ti y te
pone de ejemplo ante los locutores, esta es tu oportunidad, visítalo y ponte a
sus órdenes"
Antes de que su amigo terminara de decir la
última palabra de su consejo Wilfrido estaba tocando la puerta de la gerencia,
en donde lo recibió el mítico gerente Rafael Ramos, un hombre que sabía de
radio y empresa y quien había hecho el milagro de convertir a Maicao en una de
las ciudades con mejor radio de Colombia en los años setenta, gracias a los
modernos equipos importados desde Estados Unidos y las destacadas voces de sus
locutores y periodistas, entre quienes se encontraban Jaime Rengifo, Roberto
Enrique Pineda, Tulio Pizarro, Ignacio Ramírez Pinzón, Jorge Ochoa, Raúl Comas,
Julio César Campanella, Eugenio Macías y Armando Correa entre otros.
Entrevista con el "señor Ramos":
contratado como locutor
El señor Ramos (así era conocido el gerente en
el mundo de la radio) le pidió que hiciera algunas pruebas en la cabina de
grabación y en las emisiones en vivo y, después de escuchar su voz, mezclada
con los efectos sonoros, decidió contratarlo como locutor de planta.
Su trabajo consistía en anunciar la hora, leer
comerciales y los servicios sociales que por la época estaban de moda tales
como "el señor Juan Valencia dejó olvidada su cartera en el cine Imperio.
Agradece a quien la haya encontrado traerla a los estudios de Radio Península.
Hay una magnífica gratificación. O este otro: "Se le informa al señor
Remberto Miranda que su sobrino Atilio Miranda llegó esta mañana de Ovejas
(Sucre) y desconoce su dirección, se le agradece pasar a recogerlo en los
estudios de Radio Península".
Según los conocedores de la historia radial
la única vez en que el servicio social fracasó fue cuando Jorge Ochoa leyó una
nota que decía: "Se le informa al señor Rafael Martínez que su suegra
María Rocha se encuentra en los estudios de esta emisora, se le agradece pasar
a recogerla. La pobre señora esperó y esperó y su descuidado yerno nunca
apareció.
Locución y programas de ritmo caribe
Volvamos al joven Wilfrido, quien después de
varios meses en la tarea inicial pasó a dirigir programas musicales de aire
caribeño y otros en los que daba a conocer los novedosos éxitos de los artistas
vallenatos.
Por largo tiempo combinó esta labor con la de
presentaciones y animaciones en vivo, en los más importantes espectáculos de la
región.
Salto al periodismo deportivo
En los años 90, con el auge de los equipos
guajiros en el torneo de Primera C, Wilfrido le da un giro importante a su
carrera como hombre de medios la vincularse a los programas deportivos y las
transmisiones en directo de los campeonatos inter departamentales organizados
por la División aficionada del Fútbol Colombiano (Difútbol).
Ya no se le ve en las casetas o en los bailes
sino en las canchas, los coliseos y en todos los lugares en donde se efectúe un
evento deportivo.
Así mismo funda sus propios espacios
deportivos y asume con responsabilidad este nuevo reto en el que pasa de la
locución al periodismo con mucho éxito.
Título universitario
Por esos mismos días se matricula como
estudiante de la facultad de Comunicación de la Universidad Nacional Abierta y
a Distancia y un poco después recibe su título como Comunicador Social
Comunitario.
Su título y su conocimiento de la actividad
deportiva le permiten acceder a un nuevo reto profesional cuando el alcalde
Ovidio Mejía Marulanda le hace la propuesta de nombrarlo como coordinador
municipal de deportes, cargo que desempeña con lujo de detalles durante un año.
Pionero en la nueva radio
En 2016 se convierte en uno de los fundadores
del Informativo de La Frontera, segmento periodístico de la emisora comunitaria
Frontera Stéreo. Junto a figuras de la radio, como José Luis de la Hoz, Anís
Suárez y Jesús Solano, Carlos Bula y la voz joven de Ernesto Rutto Ortega,
consolidaron un equipo de gran prestigio y buen rendimiento.
El lenguaje de Wilfrido, ya lo decìamos, se
caracteriza por un léxico rico en palabras sonoras, con cupo en el diccionario
pero de uso limitado en el habla de los seres humanos comunes y corrientes.
Además, tiene la facultad extraordinaria de enlazarlas de una manera muy
especial. Por eso su comentario tiene un especial tinte poético y eso lo hace
único, singular, imposible de olvidar.
Cuando habla su parlamento es fluido,
casi nunca se equivoca, parece que estuviera leyendo el texto cuidadosamente
escrito, cuando en verdad está acudiendo al borrador mental que ha construído
desde los tiempos en que inventaba frases bonitas para presentar a las futuras
estrellas del vallenato. Wilfrido, en definitiva es el poeta de la prensa
local, poeta único y solitario.
El periodista de los versos coloridos de fútbol consolida cada vez más
una carrera que comenzó aquella noche de los años setenta en que el señor Ramos
lo escuchó por primera vez anunciando a los teloneros de Alfredo Gutiérrez en
una noche alegre bajo el cielo bordado de estrellas y luna resplandeciente en
el viejo Maicao de los años setenta.
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