Escrito por: Abel Medina Sierra
No podía creer lo que mis
oídos escuchaban. Muy en cambio, Alex, mi hijo de 13 años se reía a carcajadas.
Poco presto atención a las variadas series de dibujos animados que suelen ver
mis hijos, de vez en cuando Los Simpsons y pare de contar.
Pero lo que nunca esperé, fue
escuchar frases tan explícitas como “chupa mi pene” dicha por un personaje
diminuto y regordete, después supe se llama Cartman. Todo eso en horario triple
A y en un programa, que hasta días después, creí que era para inocentes niños y
preadolescentes.
Mayor sería mi sorpresa cuando
días después, alcancé a escuchar un obsceno “¿Me dejas meter mi pene en tu
vagina?” dicho por el mismo deslenguado que hace que Bart Simpson y Daniel “El
Travieso” parezcan la Madre Teresa. Cierto día, en apenas cinco minutos, logré
escuchar la cifra record de más de 20 veces la palabra “culo”.
Naturalmente, las reacciones no
se hicieron esperar y hubo desde intentos de censura a este programa, insultos
de mi señora al canal Comedy Central, amenazas de quejas ante la Comisión
Reguladora de Televisión.
Es que la sarta de “no jodas”,
“H.P”, “malparidos” y otras no menos procaces expresiones hacen parte de la
ración que a en cada capítulo ofrece este serie estadinense que este año cumple
nada menos que 20 temporadas extendiéndose a muchos países de Latinoamérica.
Mi preocupación me llevó a indagar más sobre
tan polémica serie, fue entonces que me enteré que no es precisamente un
programa para niños sino para adultos aunque sean los primeros los que más
cautivos por lo seductor que resulta encontrar un programa en el que los
madrazos no es prohibido sino tan natural.
La lógica dice que nada incita
más que una prohibición, y muy a pesar que al inicio del programa se hace la
siguiente advertencia: “Este programa es irreal y grosero, las voces célebres
son pobres imitaciones y debido a su contenido nadie lo debe ver”; lo cierto es
que lejos de espantar audiencia, la recluta más. La serie South Park fue creada
por Trey Parker y Matthew Broslovski Stone y se estrenó el 13 de agosto de 1997
en Estados Unidos.
Parker estudió música clásica y
cinematografía en la Universidad de Colorado mientras Stone cursó
cinematografía y matemáticas en la misma universidad. South Park es un nombre
ficticio para denominar una ciudad en Colorado. Es el escenario de los
protagonistas de la serie, cuatro niños llamados Erick Cartman, Kyle
Broflovsky, Stan Marsh y Kenny McKormick.
Se trata de un programa que tiene
el espíritu de presentar una visión crítica de la sociedad actual desde la
caricatura. En ese sentido, South Park está en la misma línea de series como
The Simpsons, Family Guy, Ugly Americans, American Dad entre otras, que suelen
abordar, entre burla y crítica, temas actuales e interesantes como xenofobia, racismo,
sexualidad, la política, entretenimiento, la familia.
Bueno decir que es un
programa de la misma línea es irse por las orillas, en realidad South Park
lleva esa línea al extremo pues no solo cuestiona el dogma, las instituciones,
la tradición y las ideas conservadoras sino también aquellas que se han opuesto
críticamente a las anteriores.
La serie ha vapuleado críticamente tanto a los
mormones como a la cienciología; al Ku Klux Klan como a los motociclistas
pandilleros, a los industriales como a los extremistas estadounidense,
defensores de los derechos de los animales entre otros.
Personajes de la
política internacional no se escapan al ácido caricaturesco: Fidel Castro,
Barak Obama, George W. Bush, Osama Bin Laden, Hilary Clinton así como actores, cantantes,
deportistas.
Naturalmente, una comedia tan
irreverente y osada como esta no puede pasar desapercibida. La serie ha sido
objeto de quejas de miles de padres escandalizados e indignados y anatemas de
pastores cristianos y sacerdotes.
La escandalosa insolencia obscena
de la serie llamó hasta la atención de la profunda mirada de la filosofía.
Luis Carlos Morales de la
Universidad de Costa Rica en su ensayo “South Park: Crítica de pensamiento
crítico” apela a la tesis hegeliana de la antítesis latente en la tesis, la
idea kantiana de someter absolutamente todo, hasta el pensamiento crítico, a la
crítica; el sustrato satírico del humanista Rabelais y la estética de la
obscenidad para justificar la propuesta de esta serie.
La estética de la
obscenidad de Rabelais, el desenfado desde la comicidad, no es otra cosa que
desmitificar el lenguaje soez. En el caso de la serie de Comedy Central, se
trata de una nueva intromisión de la omnipresente televisión en la vida
privada.
Ya antes los canales pornos
desvistieron el cuerpo y volvieron explícita lo que pasa en la alcoba; series
como Gran Hermano metió las cámaras en alcobas y el baño, Laura Bozzi sacó
volvió espectáculo público la miseria humana de los pobres de Lima.
Ahora South Park lleva a la TV el
lenguaje privado y procaz, ese que usamos entre amigos o familiares muy
cercanos. South Park es un programa sumamente crítico y la crítica se presenta
de varias formas. Pierre Bourdieu y sus planteamientos del pensamiento crítico
en “Cuestiones de sociología” (2000) cuando dice: “Las armas de la crítica
tienen que ser científicas para ser eficaces”.
Pero los creadores de la serie no
usan estas armas sino una más explosiva: la obscenidad, la burla, la
caricatura, la insolencia, no solo ante las instituciones sino hacia lo se
opone a estas.
Lo que sugiere Morales es que la serie “pone en relieve un
cuestionamiento tanto de la cultura tradicional como de la contracultura (o de
la cultura alternativa), o bien del pensamiento y de los movimientos
“críticos”, evidenciando cómo estos movimientos pueden convertirse en algún
momento, de alguna forma, en aquello a lo que en principio se oponían; es
decir, en pensamiento tradicional y conservador, dogmático”.
Por ello se
explica que South Park sea un fenómeno cultural de particular interés, porque
desarrolla una crítica de los movimientos críticos, “una negación de la
negación” donde “ninguna respuesta es la respuesta, ninguna verdad es la verdad
última...
Esto quiere decir, retomando la idea expuesta
en South Park, que la verdad es transitoria, temporal, no definitiva” expresa
Morales. Por ello, se critica los pecados de la iglesia pero también a los
ateos. La serie camina en la senda postmoderna del desencanto político, de la
bandera de no tener bandera política porque todas generan desconfianza.
Se aprecia en la filosofía del
programa el stand by ideológico que viven las nuevas generaciones, la
neutralidad ideológica que según Slavoj Zizek son las marcas de nuestra época.
En últimas, después de buscar
explicaciones a tanta obscenidad en South Park, hoy no sé si recomendar a mi
hijo Alex que siga religiosamente cada capítulo de la serie para que forme su
conciencia alimentada de irreverencia, pensamiento crítico y contracultura o
bien, prohibírsela para que no se me vuelva un insolente bien surtido de cuanta
obscenidad exista. Mejor, que él decida.
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