Biografías

miércoles, 1 de junio de 2011

Aprender, aprehender y desaprender

Por: Alejandro Rutto Martínez

La metacognición es todo un proceso sobre el aprendizaje y las diferentes formas en que el ser humano lo ha hecho a lo largo de su vida. Cada uno tiene un ritmo de aprendizaje propio y un estilo en el que se siente mejor, por eso es importante identificarlo, reconocer las fortalezas y superar las debilidades. Los docentes también dan un paso importante en su labor cuando son capaces de reconocer que cada estudiante es un mundo, una vida, un proyecto inconcluso que busca perfeccionarse en cada clase y, sobre, todo, cuando entiende y sabe que un estudiante no se parece a otro y no tienen por qué parecerse. De ahí que deba tener las estrategias necesarias y diferentes para enseñar a cada uno de esas personas con las cuales tiene una gran responsabilidad.

Existe una diferencia entre el aprehendizaje y el aprendizaje. Cuando algo se aprehende se va de una vez para la memoria de largo plazo y puede comenzar a utilizarse en lo sucesivo. Cuando se aprende, debe surtir unos pasos previos a su ubicación definitiva en la memoria.

Uno de los pasos más importantes del aprendizaje es el olvidar. ¿Cómo así?, ¿Acaso aprender no es guardar, archivar en algún rincón del cerebro? En parte sí, pero hay cosas que aprendimos en la infancia o en alguna otra etapa de nuestras vidas y luego se convierten en talanqueras para nuestro desarrollo; en murallas mentales que nos impiden ver más allá de donde ellas están.

La historia del elefante, grande y vigoroso, atado a una débil estaca en el circo ilustra bien la situación. ¿Por qué sigue confinado en ese sitio cuando con un leve esfuerzo puede liberarse para siempre, recuperar su libertad e irse para donde quiera? Puede hacerlo, pero NO LO SABE, porque en su tierna infancia, cuando lo amarraron por primera vez, intentó zafarse pero sus fuerzas eran débiles y no pudo hacerlo. Continuó su infructuosa lucha hasta que un mal día, definitivo y negro de su existencia, decidió rendirse pues era imposible recuperar la libertad perdida. Ese día APRENDIÓ que la cuerda era más fuerte que sus fuerzas y que la estaca era lo más fuerte e indestructible que existía en el mundo. Desde entonces se ha dedicado a obedecer a su domador, a ser la estrella del circo en el espectáculo de luces color y aplausos y a volver a la estaca junto a la cual ha permanecido y permanecerá por muchos años. Todo terminará el día en que DESAPRENDA su limitación y vuelva a luchar por su libertad.

Los colombianos, por ejemplo, aprendimos que todo lo que no esté guardado bajo llave puede ser tomado por el primero que quiera hacerlo. Hemos perdido el respeto por la propiedad ajena con la peregrina excusa de “eso me lo encontré”.

Algún día desaprenderemos esto y entonces habrá en nuestras ciudades una “oficina de objetos perdidos” a donde llevaremos lo que encontremos abandonado en la silla del bus o en otra parte, el taxista llamará al dueño del teléfono abandonado en el asiento de su auto y se lo entregará sin cobrarle ninguna recompensa y los electores votarán por el candidato de sus preferencias sin pedir nada a cambio.

Aprender es un proceso cotidiano que puede darse también de manera inconsciente, pero debe hacerse un esfuerzo mental para olvidar y desaprender lo que nos estorba. Es ésta una de las mejores formas de hacernos más sabios e inteligentes.

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