Por: Hernán Baquero Bracho
El origen de los grandes males y conflictos de la humanidad se debe a la violencia generada por el síndrome de la posesión y defensa de la pertenencia que ha caracterizado al hombre, los grupos y naciones. Todo hombre violento es un hombre primario que justifica la violencia para poder poseer y defender lo que quiere y tiene.
Aunque un hombre tenga los conocimientos académicos más elevados, los bienes materiales más refinados y costosos, el roce social mas distinguido, la fama y la gloria, si utiliza la violencia para justificar sus deseos de posesión, sigue siendo un hombre primario. Sin embargo, es importante destacar que existen muy pocos hombres que sean totalmente primarios, pues muchas veces, tienen actitudes supraprimarias que le son reconocidas, como la caridad, solidaridad, consejería, educación y demás demostraciones positivas. La primariedad del hombre no le ha permitido a las sociedades elevarse de la condición humana, pues el apego a las cosas le resta tiempo para la meditación y el desarrollo de disciplinas más productivas para la felicidad.
Preocupa últimamente lo que está sucediendo en La Guajira, con la disparidad de la violencia. Parece ser que nuestro departamento se ha llenado de hombres primarios, para acabar con la tranquilidad reinante que hasta hace poco disfrutábamos en todos los rinconcitos de la península. El alto índice de criminalidad que ha venido ocurriendo en el departamento pone los pelos de punta a más de uno.
El hombre primario se ha trasladado de otras tierras a las nuestras a cometer toda clase de fechorías, bandalaje, criminalidad, chantaje y extorsión. Los hechos así lo indican. Las BACRIM o bandas criminales se han venido posesionando en las diferentes zonas de La Guajira. Y es así como peleando y ganando territorio han venido desplazando a otros, a través de la violencia cruenta y despiadada y en esto no se salva nadie, desde el pez más pequeño hasta el más grande. Lo que ha venido sucediendo en la troncal del Caribe es más que preocupante. De igual manera lo que ha sucedido en Riohacha y Maicao, ha prendido las alarmas, a las autoridades desde el más alto nivel. Las BACRIM tienen sus territorios señalados a lo largo y ancho de nuestro departamento y las autoridades tienen conocimiento de todo esto.
Las autoridades no pueden permitir que la tranquilidad ciudadana, ganada gracias a la “seguridad democrática” se dañe. Las luces amarillas y rojas están prendidas de nuevo. La otra violencia la están generando “las caravanas de la muerte” o el combustible de contrabando que pasa como Pedro por su casa desde la frontera hasta el departamento del Cesar. Los muertos que han ocasionado estas caravanas es significativo en el día a día que se vive en la Península, no podemos continuar así con estas maquinas infernales y de terror, que originan por así decirlo en otra forma de violencia y que ocasiona dolor y miedo en su tránsito por las vías guajiras.
Las autoridades, el gobernador, la ciudadanía actuando con valor civil y haciendo uso de los cooperantes y la comunidad en general deben actuar de manera decidida por el bien y la tranquilidad que ha estado reinando en los últimos tiempos en nuestro departamento. Manos a la obra pues.
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