Por: César Arismendy Morales
El censo del 2005 señala que la población de La Guajira era de 665.9 mil personas, conformada por indígena (44.9%), afrocolombianos (7.5%) y una masa sin pertenencia étnica que representa el 47.6% del total. De los indígenas, conocemos que ellos son wayuu, koguis, arzarios, wiwas y arhuacos. Los primeros viven dispersos mayoritariamente en el resguardo de la Alta y Media Guajira. Los demás, aunque en un número significativamente inferior, se agrupan en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los afrocolombianos son personas de raza negra que culturalmente se identifican como descendientes de los esclavos traídos del África por los colonizadores. Se encuentran en Juan y Medio (Municipio de Riohacha), La Punta de los Remedios (Municipio de Dibulla) y Roche (Municipio de Barrancas). Todos con una fuerte tradición cultural y una visión del desarrollo.
Por lo que hasta ahora conocemos, no puedo decir lo mismo con el otro conjunto poblacional que el censo categoriza sin pertenencia étnica. Entonces ¿quiénes son ellos? Mejor dicho ¿quiénes conformamos ese segmento poblacional? No es fácil la respuesta, dado que ese grupo social es dinámico y se nutre de muchas fuentes. Una de ella, es la inmigración y en el crecimiento demográfico de nuestras capitales municipales parece que esta tiene un alto peso.
En la segunda mitad del siglo XIX, Riohacha recibió una pequeña corriente migracional europea en donde figuraron la familia Dugand y Danies. Igualmente se radicaron aquí judíos sefarditas como la familia Pinedo. En ese momento el desarrollo afloró. Se abrieron mercados, se creó un banco local que le prestó recursos al gobierno, surgió el comercio internacional formal y se instalaron diferentes consulados para mantener esas relaciones comerciales, especialmente con las Antillas. Esa onda favorable para el desarrollo local no duro mucho. Con el advenimiento del siglo XX, Riohacha se estancó.
Una segunda ola migratoria fue en los setentas y la procedente de la península arábiga como resultado del conflicto del medio oriente y las consecuencias de la Guerra de los Siete Días entre Egipto e Israel. Con los nuevos habitantes, Maicao se volvió comercial. La tercera ola migracional vino desde nuestro interior. Fue del campo a la ciudad y producto de la bonanza marimbera. La era de la minería también arrojó sus nuevos habitantes. Esta época se cruzó con las corrientes migratorias hacia Venezuela, en donde muchos colombianos de la Costa Caribe atraídos por los dólares petroleros escogieron a Maicao y a Riohacha como cabezas de playa en su ruta de acceso a Venezuela. Por último, el desplazamiento. La Guajira ha sido receptora de víctimas del conflicto en Colombia, que ya son un poco más de 65 mil personas, es decir, el 10% de la población.
Así las cosas, La Guajira y Riohacha son producto de una mezcla social heterogénea en donde priman múltiples voces. En una época de crisis social como la actual, la ciudad capital parece vivir en un infundado conflicto entre los raizales y los que no lo son. Siempre escuchamos decir “tu no eres de aquí”, para ofender y agredir. A estos actores les digo que no hay motivos para la intolerancia, pero si muchos motivos para la comprensión, especialmente, porque aún no hemos sido capaces de explicarnos quienes somos y mientras sigamos así, éticamente estamos inhabilitados para juzgar a la población que llega y quiere hacer de La Guajira y Riohacha su nueva tierra.
Quedo pendiente,
Cesar Arismendi M
Tel Móvil 301-755-1358
El censo del 2005 señala que la población de La Guajira era de 665.9 mil personas, conformada por indígena (44.9%), afrocolombianos (7.5%) y una masa sin pertenencia étnica que representa el 47.6% del total. De los indígenas, conocemos que ellos son wayuu, koguis, arzarios, wiwas y arhuacos. Los primeros viven dispersos mayoritariamente en el resguardo de la Alta y Media Guajira. Los demás, aunque en un número significativamente inferior, se agrupan en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Los afrocolombianos son personas de raza negra que culturalmente se identifican como descendientes de los esclavos traídos del África por los colonizadores. Se encuentran en Juan y Medio (Municipio de Riohacha), La Punta de los Remedios (Municipio de Dibulla) y Roche (Municipio de Barrancas). Todos con una fuerte tradición cultural y una visión del desarrollo.
Por lo que hasta ahora conocemos, no puedo decir lo mismo con el otro conjunto poblacional que el censo categoriza sin pertenencia étnica. Entonces ¿quiénes son ellos? Mejor dicho ¿quiénes conformamos ese segmento poblacional? No es fácil la respuesta, dado que ese grupo social es dinámico y se nutre de muchas fuentes. Una de ella, es la inmigración y en el crecimiento demográfico de nuestras capitales municipales parece que esta tiene un alto peso.
En la segunda mitad del siglo XIX, Riohacha recibió una pequeña corriente migracional europea en donde figuraron la familia Dugand y Danies. Igualmente se radicaron aquí judíos sefarditas como la familia Pinedo. En ese momento el desarrollo afloró. Se abrieron mercados, se creó un banco local que le prestó recursos al gobierno, surgió el comercio internacional formal y se instalaron diferentes consulados para mantener esas relaciones comerciales, especialmente con las Antillas. Esa onda favorable para el desarrollo local no duro mucho. Con el advenimiento del siglo XX, Riohacha se estancó.
Una segunda ola migratoria fue en los setentas y la procedente de la península arábiga como resultado del conflicto del medio oriente y las consecuencias de la Guerra de los Siete Días entre Egipto e Israel. Con los nuevos habitantes, Maicao se volvió comercial. La tercera ola migracional vino desde nuestro interior. Fue del campo a la ciudad y producto de la bonanza marimbera. La era de la minería también arrojó sus nuevos habitantes. Esta época se cruzó con las corrientes migratorias hacia Venezuela, en donde muchos colombianos de la Costa Caribe atraídos por los dólares petroleros escogieron a Maicao y a Riohacha como cabezas de playa en su ruta de acceso a Venezuela. Por último, el desplazamiento. La Guajira ha sido receptora de víctimas del conflicto en Colombia, que ya son un poco más de 65 mil personas, es decir, el 10% de la población.
Así las cosas, La Guajira y Riohacha son producto de una mezcla social heterogénea en donde priman múltiples voces. En una época de crisis social como la actual, la ciudad capital parece vivir en un infundado conflicto entre los raizales y los que no lo son. Siempre escuchamos decir “tu no eres de aquí”, para ofender y agredir. A estos actores les digo que no hay motivos para la intolerancia, pero si muchos motivos para la comprensión, especialmente, porque aún no hemos sido capaces de explicarnos quienes somos y mientras sigamos así, éticamente estamos inhabilitados para juzgar a la población que llega y quiere hacer de La Guajira y Riohacha su nueva tierra.
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