Por: Raúl Brugés Fuentes
Director Casa de la Cultura.
En aquel tormentoso año de 1988, cuando apenas empezaba a reintegrarme a la vida después de aquel brutal accidente, momentos en los que mi querido padre sucumbía ante los embates de una mortal enfermedad, recibí una llamada de mi gran amigo Luis Trujillo Zuleta, referente a una convocatoria para acceder a un empleo en el Hospital San José de Maicao, específicamente para laborar en la oficina de “sanidad” de dicha institución. Requisitos: ser bachiller, inscribirse, asistir por cuenta propia a un examen en Santa Marta y posteriormente, de salir favorecido, cursar estudios técnicos en Cartagena..menudo lío, pero como siempre, asumí el reto, gracias al cual, hice parte de una empresa que hoy, sin lugar a dudas, es todo un símbolo para nuestra ciudad y su gente.
Hoy, cuando la inexorabilidad del tiempo solo permite la evocación nostálgica de aquel periplo vital, fluyen recuerdos de todo tipo, los cuales atesoro como invaluable reliquia de un pasado que sin duda fue determinante en mi condición de ser humano: la solidaridad de personas como Neldo Márquez, con quien compartimos conocimientos y afugias en la heroica durante nuestra formación; el apoyo de amigos como Salvador Solano, recientemente fallecido, el cual fue mi mecenas inicial; Luis Trujillo, Luis Siossi, Calixto Meza, Ulises Brito, Eduardo Londoño y Roiman Orozco, nuestro supervisor. Aquel grupo de mujeres incansables que con su trabajo permitían que el hospital marchase, entre ellas Rosmery Juvinao, la madre de Danny Daniel; Nerida Figueroa, Mabel Barros, Maritza Aguilar la pagadora, amada en días de pago, pero poco apreciada cuando se tardaba la mesada; y la infatigable “Mello” Escudero.
Los médicos de entonces, Evin Ahumada, Jaime Ibarra, Jesús Pérez, Carla Robles, Carmelo Fuentes y mi primera directora, Gloria Henríquez Valdeblanquez, a quien tributo un profundo sentimiento de gratitud y aprecio, entre otros distinguidos profesionales de la medicina.
A este grupo, se suman Rafa Jiménez y Ana Urbina, en rayos X; Miguel Ramón Ariza, padre de nuestro pastor de almas, el padre Jefferson; mis incondicionales auxiliares de enfermería, entre ellas, las hermanas Sardoth, Elizabeth Cujia, Frida Redondo, Iris Nora Garcés, Dioselina Valdés, entre muchas otras, todas abnegadas; las enfermeras superiores Sixta Puerta, Mabis Mercado, Leonor Urbina.
En este punto, me inclino ante Dios para honrar la memoria de Dilcenira Chamorro y nuestra inolvidable Gloria Redondo, que partieron en la flor de sus vidas, ambas nuestros Ángeles en el cielo; mis adorables Sara Marimón, Elvia Badillo, Betty Ching, Elizabeth Padilla, mujeres solidarias y luchadoras; el hombre orquesta, don Rogelio Marimón y su competencia, Diocelin Brito; La nutricionista, Amparo Loaiza, en fin, un conglomerado de personas que, con justicia, merecen figurar en este escrito, pero el espacio tirano lo impide. A todos los recuerdo con mucho cariño y respeto. Fueron once años de mi vida los que compartí con todos ustedes. Muchas gracias por su amistad y compañerismo.
Allí aprendí a ser vocero de causas de todo tipo, cuando tras la muerte de Evelio Acosta Ojeda, asumimos la presidencia del sindicato a nivel local. Supe vivir el dolor de quien sufre, dado que ya había sido paciente durante aquel doloroso trance de mi pierna, lo que me facilitó ser un funcionario sensible ante lo que padece un enfermo y su entorno familiar..
Fui testigo de lo que cuesta ser funcionario de una entidad de salud, cuando a veces la impotencia nos embarga ante el dolor de nuestros semejantes..Me tocó vivir en carne propia el gran vacío que tiene el sistema de Salud ante la dolorosa realidad de quienes no tienen nada, pero sufren por todo..
Hoy, cuando esta institución cumple 36 años de servicio, es justo reconocer que se ha progresado y que el Hospital San José merece atención por parte de la dirigencia en todos los niveles, porque contamos con una nueva sede que se considera como una de las más modernas de la región. Es apenas justo conceder el mérito y valorar que allí laboran personas comprometidas con su profesión y con los usuarios. Que se ha trabajado durante mucho tiempo y con esfuerzo, en procura de obtener la certificación o acreditación (ISO 9000) para que Maicao se posicione en un lugar privilegiado en la atención en salud de varios niveles de complejidad, tarea que emprendió todo un equipo en cabeza de José Liñán Murgas.
Por lo anterior, que Dios permita que este Hospital, que es de todos, se fortalezca y siga siendo el faro de esperanza para quienes padecen quebrantos de salud. Feliz cumpleaños al Hospital San José, símbolo de fe y de vida para Maicao y su gente..
Director Casa de la Cultura.
En aquel tormentoso año de 1988, cuando apenas empezaba a reintegrarme a la vida después de aquel brutal accidente, momentos en los que mi querido padre sucumbía ante los embates de una mortal enfermedad, recibí una llamada de mi gran amigo Luis Trujillo Zuleta, referente a una convocatoria para acceder a un empleo en el Hospital San José de Maicao, específicamente para laborar en la oficina de “sanidad” de dicha institución. Requisitos: ser bachiller, inscribirse, asistir por cuenta propia a un examen en Santa Marta y posteriormente, de salir favorecido, cursar estudios técnicos en Cartagena..menudo lío, pero como siempre, asumí el reto, gracias al cual, hice parte de una empresa que hoy, sin lugar a dudas, es todo un símbolo para nuestra ciudad y su gente.
Hoy, cuando la inexorabilidad del tiempo solo permite la evocación nostálgica de aquel periplo vital, fluyen recuerdos de todo tipo, los cuales atesoro como invaluable reliquia de un pasado que sin duda fue determinante en mi condición de ser humano: la solidaridad de personas como Neldo Márquez, con quien compartimos conocimientos y afugias en la heroica durante nuestra formación; el apoyo de amigos como Salvador Solano, recientemente fallecido, el cual fue mi mecenas inicial; Luis Trujillo, Luis Siossi, Calixto Meza, Ulises Brito, Eduardo Londoño y Roiman Orozco, nuestro supervisor. Aquel grupo de mujeres incansables que con su trabajo permitían que el hospital marchase, entre ellas Rosmery Juvinao, la madre de Danny Daniel; Nerida Figueroa, Mabel Barros, Maritza Aguilar la pagadora, amada en días de pago, pero poco apreciada cuando se tardaba la mesada; y la infatigable “Mello” Escudero.
Los médicos de entonces, Evin Ahumada, Jaime Ibarra, Jesús Pérez, Carla Robles, Carmelo Fuentes y mi primera directora, Gloria Henríquez Valdeblanquez, a quien tributo un profundo sentimiento de gratitud y aprecio, entre otros distinguidos profesionales de la medicina.
A este grupo, se suman Rafa Jiménez y Ana Urbina, en rayos X; Miguel Ramón Ariza, padre de nuestro pastor de almas, el padre Jefferson; mis incondicionales auxiliares de enfermería, entre ellas, las hermanas Sardoth, Elizabeth Cujia, Frida Redondo, Iris Nora Garcés, Dioselina Valdés, entre muchas otras, todas abnegadas; las enfermeras superiores Sixta Puerta, Mabis Mercado, Leonor Urbina.
En este punto, me inclino ante Dios para honrar la memoria de Dilcenira Chamorro y nuestra inolvidable Gloria Redondo, que partieron en la flor de sus vidas, ambas nuestros Ángeles en el cielo; mis adorables Sara Marimón, Elvia Badillo, Betty Ching, Elizabeth Padilla, mujeres solidarias y luchadoras; el hombre orquesta, don Rogelio Marimón y su competencia, Diocelin Brito; La nutricionista, Amparo Loaiza, en fin, un conglomerado de personas que, con justicia, merecen figurar en este escrito, pero el espacio tirano lo impide. A todos los recuerdo con mucho cariño y respeto. Fueron once años de mi vida los que compartí con todos ustedes. Muchas gracias por su amistad y compañerismo.
Allí aprendí a ser vocero de causas de todo tipo, cuando tras la muerte de Evelio Acosta Ojeda, asumimos la presidencia del sindicato a nivel local. Supe vivir el dolor de quien sufre, dado que ya había sido paciente durante aquel doloroso trance de mi pierna, lo que me facilitó ser un funcionario sensible ante lo que padece un enfermo y su entorno familiar..
Fui testigo de lo que cuesta ser funcionario de una entidad de salud, cuando a veces la impotencia nos embarga ante el dolor de nuestros semejantes..Me tocó vivir en carne propia el gran vacío que tiene el sistema de Salud ante la dolorosa realidad de quienes no tienen nada, pero sufren por todo..
Hoy, cuando esta institución cumple 36 años de servicio, es justo reconocer que se ha progresado y que el Hospital San José merece atención por parte de la dirigencia en todos los niveles, porque contamos con una nueva sede que se considera como una de las más modernas de la región. Es apenas justo conceder el mérito y valorar que allí laboran personas comprometidas con su profesión y con los usuarios. Que se ha trabajado durante mucho tiempo y con esfuerzo, en procura de obtener la certificación o acreditación (ISO 9000) para que Maicao se posicione en un lugar privilegiado en la atención en salud de varios niveles de complejidad, tarea que emprendió todo un equipo en cabeza de José Liñán Murgas.
Por lo anterior, que Dios permita que este Hospital, que es de todos, se fortalezca y siga siendo el faro de esperanza para quienes padecen quebrantos de salud. Feliz cumpleaños al Hospital San José, símbolo de fe y de vida para Maicao y su gente..
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