Maicao-. Este pueblo, normalmente bullicioso y alegre, aún no se recupera de la consternación causada por el infanticidio cometido el martes anterior por la mano desalmada de un sicario que segó la vida de Andrea Arrieta de solo seis meses de edad en el momento en que se encontraba en brazos de su tío Adolfo Arrieta quien resultó muerto en los mismos hechos. Centenares de personas asistieron al sepelio de la pequeña el pasado miércoles acompañando a su padre Germán Arrieta, quien actualmente se desempeña como concejal del municipio.
Una familia que se ha superado
Los hermanos Germán y Adolfo Arrieta llegaron a Maicao a finales de los años 80 y desde entonces se caracterizaron por su honestidad y el aprecio de que gozan en la comunidad. Durante largo tiempo se desempeñaron como vendedores ambulantes en el centro de la ciudad. Su labor en este humilde oficio lo alternaban con sus actividades como estudiantes del curso de Vendedor Calificado en el Centro Fronterizo del Sena.
En esta institucion fueron prácticamente estudiantes fundadores pues ingresaron poco después de su apertura. Después de terminar este curso ingresaron al de Supervisor de Ventas, en el cual se destacaron por su disciplina, puntualidad y buen rendimiento. Además, con frecuencia organizaban actividades culturales y deportivas complementarias de las clases en las que día a día tomaban parte. Por esa época se hicieron grandes amigos de sus instructores William Gómez González y Alejandro Rutto Martínez.
Una vez terminados sus estudios cambiaron de actividad. Germán se dedicó al comercio formal y a las actividades de liderazgo comunal que un tiempo después lo llevarían a ser elegido concejal con el apoyo mayoritario del Barrio Maximiliano Moscote en el cual reside junto con su familia. Adolfo ingresó como Asesor Comercial de Saludcoop y posteriormente pasó a Salud Vida en donde laboraba al momento de su trágica muerte.
Tres infanticidios en un año
Dos jovencitos (prácticamente niños) y una bebé han sido asesinados en Maicao en los últimos trece meses. El 21 de marzo del 2.009 fue asesinado Yeison Martínez Arzuza en el barrio Torre de la Majayura. Su "pecado": movilizarse en una hermosa bicicleta en la que se movilizaba hacia su colegio.
Los criminales dispararon contra él sin decirle una palabra y luego tomaron el pequeño vehículo y huyeron. Posteriormente la comunidad estuvo a punto de atraparlos y en su huída abandonaron el producto de su robo. Yeison solo tenía 17 años y era uno de los más queridos estudiantes del Colegio Rodolfo Morales.
El 17 de agosto, también del 2.009, fue asesinada la niña Yensy Alexandra Mena Castro, de quince años y estudiante de la Institución Número 2, sede LA INMACULADA. Los hechos de este desafortunado caso fueron muy confusos y aún no se han aclarado. Sus compañeros y la comunidad educativa marchó unos días después pidiendo justicia pero hasta el momento se desconocen los resultados de las investigaciones realizadas por las autoridades.
La comunidad pide justicia y protección
El crimen cometido contra dos miembros de la familia Arrieta ha prendido todas las alarmas en Maicao. Durante los últimos días se han cometido toda clase de delitos pero la mayor preocupación se relaciona con los numerosos homicidios de los últimos meses, todos con el mismo modus operandis por parte de los criminales: una motocicleta que ruge con su sonido de muerte y un sicario que dispara su ráfaga dde muerte contra desprevenidos e indefensos ciudadanos.
La frase del terror
Una corta frase mencionada por alguien que asistió al sepelio de la pequeña Andrea resume la angustia de los habitantes de la frontera en estos aciagos momentos: "¡A los maicaeros nos están matando y nadie hace nada!"
El alcalde Oscar Mejía Marulanda está preocupado por el tema y ha ofrecido una recompesna de diez millones de pesos a quien de información que permita capturar a los culpables del horrendo crimen. Se espera que la medida de resultados lo más pronto posible. Pero también se espera que a la gente no la sigan matando como hasta ahora: en cualquier parte y a cualquier hora, sin que nadie los defienda.
Una familia que se ha superado
Los hermanos Germán y Adolfo Arrieta llegaron a Maicao a finales de los años 80 y desde entonces se caracterizaron por su honestidad y el aprecio de que gozan en la comunidad. Durante largo tiempo se desempeñaron como vendedores ambulantes en el centro de la ciudad. Su labor en este humilde oficio lo alternaban con sus actividades como estudiantes del curso de Vendedor Calificado en el Centro Fronterizo del Sena.
En esta institucion fueron prácticamente estudiantes fundadores pues ingresaron poco después de su apertura. Después de terminar este curso ingresaron al de Supervisor de Ventas, en el cual se destacaron por su disciplina, puntualidad y buen rendimiento. Además, con frecuencia organizaban actividades culturales y deportivas complementarias de las clases en las que día a día tomaban parte. Por esa época se hicieron grandes amigos de sus instructores William Gómez González y Alejandro Rutto Martínez.
Una vez terminados sus estudios cambiaron de actividad. Germán se dedicó al comercio formal y a las actividades de liderazgo comunal que un tiempo después lo llevarían a ser elegido concejal con el apoyo mayoritario del Barrio Maximiliano Moscote en el cual reside junto con su familia. Adolfo ingresó como Asesor Comercial de Saludcoop y posteriormente pasó a Salud Vida en donde laboraba al momento de su trágica muerte.
Tres infanticidios en un año
Dos jovencitos (prácticamente niños) y una bebé han sido asesinados en Maicao en los últimos trece meses. El 21 de marzo del 2.009 fue asesinado Yeison Martínez Arzuza en el barrio Torre de la Majayura. Su "pecado": movilizarse en una hermosa bicicleta en la que se movilizaba hacia su colegio.
Los criminales dispararon contra él sin decirle una palabra y luego tomaron el pequeño vehículo y huyeron. Posteriormente la comunidad estuvo a punto de atraparlos y en su huída abandonaron el producto de su robo. Yeison solo tenía 17 años y era uno de los más queridos estudiantes del Colegio Rodolfo Morales.
El 17 de agosto, también del 2.009, fue asesinada la niña Yensy Alexandra Mena Castro, de quince años y estudiante de la Institución Número 2, sede LA INMACULADA. Los hechos de este desafortunado caso fueron muy confusos y aún no se han aclarado. Sus compañeros y la comunidad educativa marchó unos días después pidiendo justicia pero hasta el momento se desconocen los resultados de las investigaciones realizadas por las autoridades.
La comunidad pide justicia y protección
El crimen cometido contra dos miembros de la familia Arrieta ha prendido todas las alarmas en Maicao. Durante los últimos días se han cometido toda clase de delitos pero la mayor preocupación se relaciona con los numerosos homicidios de los últimos meses, todos con el mismo modus operandis por parte de los criminales: una motocicleta que ruge con su sonido de muerte y un sicario que dispara su ráfaga dde muerte contra desprevenidos e indefensos ciudadanos.
La frase del terror
Una corta frase mencionada por alguien que asistió al sepelio de la pequeña Andrea resume la angustia de los habitantes de la frontera en estos aciagos momentos: "¡A los maicaeros nos están matando y nadie hace nada!"
El alcalde Oscar Mejía Marulanda está preocupado por el tema y ha ofrecido una recompesna de diez millones de pesos a quien de información que permita capturar a los culpables del horrendo crimen. Se espera que la medida de resultados lo más pronto posible. Pero también se espera que a la gente no la sigan matando como hasta ahora: en cualquier parte y a cualquier hora, sin que nadie los defienda.
Tuve la oportunidad de hecer parte de mi internado rotatorio como médico en el Hospital San José de Maicao en el año 1982.Por lo anterior no soy ajeno a la suerte de este pueblo y de toda la Guajira linda. Estos hechos monstruosos de asesinatos por doquier solo pueden tner una respuesta: El levantamiento de la ciudadanía contra los autores y denunciar antes las autoridades toda actividad sospechosa, no esperando recompensa en dinero, sino como deber ciudadano. Hay que desterrar la cultura de la muerte. Sí a la vida. Los niños tienen el derecho a disfrutar de su infancia sin preocupaciones ni acechanzas.
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