Por: Luis Roberto Alguero Amaya
Es indudable que en toda organización, dentro del recurso humano, existan personas con características de simpleza y de sencillez, unos más unos menos; de tal manera que tales condiciones lo inducen a tomar decisiones simples o sencillas según el tipo de mentalidad.
Está demostrado que cuanto mayor es el grado de simpleza mental en un alto directivo de una organización, mayor es la tendencia al fundamentalismo, el autoritarismo y al dogmatismo; y que a más simpleza cognitiva, menos identidad personal, porque siempre estará subyugado por el conocimiento o mas bien el desconocimiento del otro.
En este caso cuando el actor está pavoneado de ignorancia orgullosa, no es mas que una persona que regenta con mente cerrada, defensiva y fundamentalita; contrario al de mente compleja, abierta, tolerante y de accesibilidad a la critica, que no es más que quien actúa con sencillez.
En este sentido el monje budista Matthieu Ricart afirma “tener una mente sencilla, no es ser simple”; al contrario la sencillez de la mente va acompañada de lucidez, y la simpleza de la mente va acompañada de la estupidez.
Por otra parte el Psicólogo y especialista en terapia cognitiva Walter Riso, ha planteado que lo simple es pesado, torpe y disfuncional; y lo sencillo es ligero, ágil y funcional. El simple es peligrosamente estúpido, el sencillo es maravillosamente sabio. Y termina afirmando: “cuanto más sencilla es una mente, más se ilumina, más crece. Cuanto más simple es una mente, más se cierra sobre sí mismo.”.
Pues bien, en la hermenéutica de la población Universitaria y hasta en la de la sociedad en general, no se escapa asegurar que las decisiones cargadas de imprudencias cognitivas, producto además de venganza innecesaria, son propias de las personas de mentes rígidas y estrechas (simples), que promueven violencia individual y social, y que por ser como tal, no tienen cabida en la institucionalidad de la Ciudad de la Inteligencia. Por algo decía el ingles William Hazliett “la sencillez de carácter es el resultado del pensamiento profundo”. Más no la simpleza.
Por el actual accionar que las altas directivas de nuestra Universidad-la de la Guajira- están teniendo contra las voces que difieren y diciente de su mal actuar, en especial la de los docentes proposititos y proactivos; caben aquí las siguientes preguntas ¿Qué clase de mente procesan sus pensamientos?. ¿A que extremo pertenecen esos altos directivos?.
O la que hace y responde Walter Riso : “ Quien no ha sido victima alguna vez de la estupidez recalcitrante de alguien que, por su rigidez mental, no es capaz de cambiar de opinión o intenta imponer su punto de vista?
Dice Riso, que no hay que ir muy lejos: en cada familia, en el colegio, en el lugar de trabajo, en el barrio o en la UNIVERSIDAD, siempre habrá alguien intolerante y dogmático, tratando de sentar cátedra e influir vergonzosamente sobre lo que piensan los demás; sin importarles que las mentes cerradas son un problema para ellas mismas, y para la sociedad donde permanecen, en tanto impiden el progreso y permanecen ancladas en una paquidermia que quieren perpetuar a cualquier costo.
¡Caramba! La Universidad no se merece eso.
Es indudable que en toda organización, dentro del recurso humano, existan personas con características de simpleza y de sencillez, unos más unos menos; de tal manera que tales condiciones lo inducen a tomar decisiones simples o sencillas según el tipo de mentalidad.
Está demostrado que cuanto mayor es el grado de simpleza mental en un alto directivo de una organización, mayor es la tendencia al fundamentalismo, el autoritarismo y al dogmatismo; y que a más simpleza cognitiva, menos identidad personal, porque siempre estará subyugado por el conocimiento o mas bien el desconocimiento del otro.
En este caso cuando el actor está pavoneado de ignorancia orgullosa, no es mas que una persona que regenta con mente cerrada, defensiva y fundamentalita; contrario al de mente compleja, abierta, tolerante y de accesibilidad a la critica, que no es más que quien actúa con sencillez.
En este sentido el monje budista Matthieu Ricart afirma “tener una mente sencilla, no es ser simple”; al contrario la sencillez de la mente va acompañada de lucidez, y la simpleza de la mente va acompañada de la estupidez.
Por otra parte el Psicólogo y especialista en terapia cognitiva Walter Riso, ha planteado que lo simple es pesado, torpe y disfuncional; y lo sencillo es ligero, ágil y funcional. El simple es peligrosamente estúpido, el sencillo es maravillosamente sabio. Y termina afirmando: “cuanto más sencilla es una mente, más se ilumina, más crece. Cuanto más simple es una mente, más se cierra sobre sí mismo.”.
Pues bien, en la hermenéutica de la población Universitaria y hasta en la de la sociedad en general, no se escapa asegurar que las decisiones cargadas de imprudencias cognitivas, producto además de venganza innecesaria, son propias de las personas de mentes rígidas y estrechas (simples), que promueven violencia individual y social, y que por ser como tal, no tienen cabida en la institucionalidad de la Ciudad de la Inteligencia. Por algo decía el ingles William Hazliett “la sencillez de carácter es el resultado del pensamiento profundo”. Más no la simpleza.
Por el actual accionar que las altas directivas de nuestra Universidad-la de la Guajira- están teniendo contra las voces que difieren y diciente de su mal actuar, en especial la de los docentes proposititos y proactivos; caben aquí las siguientes preguntas ¿Qué clase de mente procesan sus pensamientos?. ¿A que extremo pertenecen esos altos directivos?.
O la que hace y responde Walter Riso : “ Quien no ha sido victima alguna vez de la estupidez recalcitrante de alguien que, por su rigidez mental, no es capaz de cambiar de opinión o intenta imponer su punto de vista?
Dice Riso, que no hay que ir muy lejos: en cada familia, en el colegio, en el lugar de trabajo, en el barrio o en la UNIVERSIDAD, siempre habrá alguien intolerante y dogmático, tratando de sentar cátedra e influir vergonzosamente sobre lo que piensan los demás; sin importarles que las mentes cerradas son un problema para ellas mismas, y para la sociedad donde permanecen, en tanto impiden el progreso y permanecen ancladas en una paquidermia que quieren perpetuar a cualquier costo.
¡Caramba! La Universidad no se merece eso.
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