Por: Enrique Herrera Barros.-
¿Usted ha ido a Medellín últimamente? ¿Se ha montado al METRO, o al TELEFÉRICO?, ¿o al metro-cable como lo llaman ellos? ¿Lo ha visto con calma o lo ha reparado, como decimos nosotros aquí? ¿Se ha fijado lo impecable que está después de no sé cuantos años de uso? ¿Y las estaciones donde llegan cada uno de estos aparatos, como las han visto? Excelentes, ¿no es cierto?
Bueno ¿cómo se llama ese comportamiento de la gente? SENTIDO DE PERTENENCIA. Así se quiere lo nuestro.
Escuchen y lean esto, ayer fui a uno de los nuevos supermercados que hay en la “ciudad” de Riohacha, mi tierra, y me fascina, como corroncho que soy, deambular por entre todos y cada uno de los callejones, que construyen las góndolas, donde se exhiben los diferentes productos que se ofrecen para el mercadeo, pero me llamó la atención uno de ellos, el de los panes, alimento al fin, del que nuestro señor Jesucristo convirtió en su cuerpo, para darnos una clase de amor, humildad, cariño y no se que mas cosas, entre otras para quedarse con nosotros, y pásmense, encontré una bolsa rota y su contenido esparcido en el stand, parece como si una mano maléfica, lo hubiera hecho a propósito, con que fin? para robarse uno? Tenía hambre quien fue o solo por el prurito de hacer daño, que dicho sea de paso nos lo hace a todos, porque así nos califican, con el mismo rasero.
¿Somos como los ratones que lo que no nos comemos lo destruimos? válgame Dios.
Quien quiera que lo halla hecho póngase la mano en el pecho, y repita conmigo, yo soy riohachero, quiero mi ciudad, no lo volveré a hacer.
Observen a Riohacha, se resiste a morir, cada día hay un establecimiento en construcción o terminado y bonito, como en las mejores ciudades, aquí la contracción económica, no ha llegado, allá que llegue, y aquí que no pegue, aunque las calles parecen un bocachico relajao, y si no, caminen por la CALLE DEL COMERCIO, que entre otras cosas es una carrera, y si va en carro, apague el equipo de sonido y oiga como suena el taxi o el carro en el que Ud. Se transporta, suena como el carro de Lorenzo Picapiedra.
El otro día un repuestero me decía, Ique, me vas a dañar el negocio, no sigas fregando con el arreglo de las calles, ¿sabes cuantas puntas de eje vendo al mes? ¿Entre 200 y 250 y amortiguadores? He perdido la cuenta. ¿Cuánta plata es esto? ¿Y de qué bolsillo sale? Nadie le para bolas a esto.
Entonces volviendo a la realidad, ¿quien debe arreglar las calles, para que el sentido de pertenencia aflore? Y no solo las calles sino otras cosas.
Bueno, te sigo esperando Maye como dice el vallenato, construido en Villanueva.
¿Ayer leyeron El Tiempo? En su página segunda hay una información que los matará de envidia. Búsquenlo. También habla de Medellín.
Esos paisas son una vaina, como dijera Rita Coronado.
¿Usted ha ido a Medellín últimamente? ¿Se ha montado al METRO, o al TELEFÉRICO?, ¿o al metro-cable como lo llaman ellos? ¿Lo ha visto con calma o lo ha reparado, como decimos nosotros aquí? ¿Se ha fijado lo impecable que está después de no sé cuantos años de uso? ¿Y las estaciones donde llegan cada uno de estos aparatos, como las han visto? Excelentes, ¿no es cierto?
Bueno ¿cómo se llama ese comportamiento de la gente? SENTIDO DE PERTENENCIA. Así se quiere lo nuestro.
Escuchen y lean esto, ayer fui a uno de los nuevos supermercados que hay en la “ciudad” de Riohacha, mi tierra, y me fascina, como corroncho que soy, deambular por entre todos y cada uno de los callejones, que construyen las góndolas, donde se exhiben los diferentes productos que se ofrecen para el mercadeo, pero me llamó la atención uno de ellos, el de los panes, alimento al fin, del que nuestro señor Jesucristo convirtió en su cuerpo, para darnos una clase de amor, humildad, cariño y no se que mas cosas, entre otras para quedarse con nosotros, y pásmense, encontré una bolsa rota y su contenido esparcido en el stand, parece como si una mano maléfica, lo hubiera hecho a propósito, con que fin? para robarse uno? Tenía hambre quien fue o solo por el prurito de hacer daño, que dicho sea de paso nos lo hace a todos, porque así nos califican, con el mismo rasero.
¿Somos como los ratones que lo que no nos comemos lo destruimos? válgame Dios.
Quien quiera que lo halla hecho póngase la mano en el pecho, y repita conmigo, yo soy riohachero, quiero mi ciudad, no lo volveré a hacer.
Observen a Riohacha, se resiste a morir, cada día hay un establecimiento en construcción o terminado y bonito, como en las mejores ciudades, aquí la contracción económica, no ha llegado, allá que llegue, y aquí que no pegue, aunque las calles parecen un bocachico relajao, y si no, caminen por la CALLE DEL COMERCIO, que entre otras cosas es una carrera, y si va en carro, apague el equipo de sonido y oiga como suena el taxi o el carro en el que Ud. Se transporta, suena como el carro de Lorenzo Picapiedra.
El otro día un repuestero me decía, Ique, me vas a dañar el negocio, no sigas fregando con el arreglo de las calles, ¿sabes cuantas puntas de eje vendo al mes? ¿Entre 200 y 250 y amortiguadores? He perdido la cuenta. ¿Cuánta plata es esto? ¿Y de qué bolsillo sale? Nadie le para bolas a esto.
Entonces volviendo a la realidad, ¿quien debe arreglar las calles, para que el sentido de pertenencia aflore? Y no solo las calles sino otras cosas.
Bueno, te sigo esperando Maye como dice el vallenato, construido en Villanueva.
¿Ayer leyeron El Tiempo? En su página segunda hay una información que los matará de envidia. Búsquenlo. También habla de Medellín.
Esos paisas son una vaina, como dijera Rita Coronado.
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