Por: Enrique Herrera Barros
Barack Husein Obama, el 44° presidente de los Estados Unidos de America.
Parece ser por las claras líneas de su trazo, que escogió la vía de Abraham Lincoln, the honest Abey, como lo llamaban sus amigos y que a él, le gustaba que lo llamaran así.
Tiene mucho su discurso de posesión para escoger en su contenido, que va desde lo humilde a lo altivo y de lo concreto a lo etéreo, sin quitar los pies de la tierra.
Teniendo como tenemos en nuestro territorio, dos empresas americanas, que soportan nuestra economía y que son claves en el entorno energético- económico mundial, debemos estar atento, a lo que en su intervención en el día de ayer, dijo en su discurso el presidente de los Estados Unidos, cuando en una u otra forma nos atañe el devenir económico de la poderosa nación del Norte y por ende de sus empresas diseminadas en el mundo entero, de las cuales dos están aquí.
Sería insensato no estar a tono con su discurso.
Vale la pena recordar algunos de sus magistrales pasajes:
En uno de sus brillantes párrafos dice; “En este día nos reunimos porque elegimos la esperanza en lugar del temor, la unidad de objetivos en lugar del conflicto y la discordia. (1) aquí fue futurista y pacifico.
En otro dice: Reafirmamos la grandeza de nuestra nación comprendemos que la grandeza nunca está asegurada. Debe ser ganada…. (2) aquí fue inmensamente sensato y probo.
Cuando dijo: Domaremos el sol y los vientos y la tierra para alimentar nuestros vehículos y hacer funcionar nuestras fábricas…. (3) aquí fue convincente y gregario.
Y acotó: Y a quienes entre nosotros manejamos el dinero público se nos debe pedir cuentas, para gastar en forma sensata, acabar con los malos hábitos y ser transparentes, porque solo entonces podremos restaurar la vital confianza entre el pueblo y su gobierno. (4) aquí dictó una cátedra linconliana, para quienes creen que tener un empleo es sinónimo de despilfarro y de que lo que no nos cuesta hagamos lo fiesta.
Y cuando casi remata: Nuestros desafíos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los enfrentamos, pueden ser nuevos. Pero todos estos valores de los cuales dependen nuestros éxitos – trabajo duro y honestidad, valor y lealtad, tolerancia y curiosidad, lealtad y patriotismo – son antiguos. Esos valores son verdaderos. Han sido la fuerza silenciosa del progreso a lo largo de nuestra historia (6) Nos recordó que lo que nuestros abuelos nos enseñaron, son cátedras que siguen vigente, aunque la tecnología de pronto, diga lo contrario.
Y lo saludamos. God Bless America.
Barack Husein Obama, el 44° presidente de los Estados Unidos de America.
Parece ser por las claras líneas de su trazo, que escogió la vía de Abraham Lincoln, the honest Abey, como lo llamaban sus amigos y que a él, le gustaba que lo llamaran así.
Tiene mucho su discurso de posesión para escoger en su contenido, que va desde lo humilde a lo altivo y de lo concreto a lo etéreo, sin quitar los pies de la tierra.
Teniendo como tenemos en nuestro territorio, dos empresas americanas, que soportan nuestra economía y que son claves en el entorno energético- económico mundial, debemos estar atento, a lo que en su intervención en el día de ayer, dijo en su discurso el presidente de los Estados Unidos, cuando en una u otra forma nos atañe el devenir económico de la poderosa nación del Norte y por ende de sus empresas diseminadas en el mundo entero, de las cuales dos están aquí.
Sería insensato no estar a tono con su discurso.
Vale la pena recordar algunos de sus magistrales pasajes:
En uno de sus brillantes párrafos dice; “En este día nos reunimos porque elegimos la esperanza en lugar del temor, la unidad de objetivos en lugar del conflicto y la discordia. (1) aquí fue futurista y pacifico.
En otro dice: Reafirmamos la grandeza de nuestra nación comprendemos que la grandeza nunca está asegurada. Debe ser ganada…. (2) aquí fue inmensamente sensato y probo.
Cuando dijo: Domaremos el sol y los vientos y la tierra para alimentar nuestros vehículos y hacer funcionar nuestras fábricas…. (3) aquí fue convincente y gregario.
Y acotó: Y a quienes entre nosotros manejamos el dinero público se nos debe pedir cuentas, para gastar en forma sensata, acabar con los malos hábitos y ser transparentes, porque solo entonces podremos restaurar la vital confianza entre el pueblo y su gobierno. (4) aquí dictó una cátedra linconliana, para quienes creen que tener un empleo es sinónimo de despilfarro y de que lo que no nos cuesta hagamos lo fiesta.
Y cuando casi remata: Nuestros desafíos pueden ser nuevos. Los instrumentos con los que los enfrentamos, pueden ser nuevos. Pero todos estos valores de los cuales dependen nuestros éxitos – trabajo duro y honestidad, valor y lealtad, tolerancia y curiosidad, lealtad y patriotismo – son antiguos. Esos valores son verdaderos. Han sido la fuerza silenciosa del progreso a lo largo de nuestra historia (6) Nos recordó que lo que nuestros abuelos nos enseñaron, son cátedras que siguen vigente, aunque la tecnología de pronto, diga lo contrario.
Y lo saludamos. God Bless America.
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