Amylkar D. Acosta M[1]
Tanto va el cántaro al agua, que al final se rompe.
NO HAY DERECHO
Comparto plenamente lo dicho por Juan Gossaín, director de Radio Sucesos de la cadena radial RCN, en el sentido que no es posible que se cobre $6.000 por sólo consultar el saldo de una cuenta de ahorros o $1.000 si se trata de una consulta vía internet; que se le arranque $8.000 (¡!) al humilde ahorrador por un retiro en los cajeros electrónicos habilitados para el efecto; que se cargue al cuenta habiente $100.000 por una chequera o que se cobre $60.000 por un cheque de gerencia.
Tanto va el cántaro al agua, que al final se rompe.
NO HAY DERECHO
Comparto plenamente lo dicho por Juan Gossaín, director de Radio Sucesos de la cadena radial RCN, en el sentido que no es posible que se cobre $6.000 por sólo consultar el saldo de una cuenta de ahorros o $1.000 si se trata de una consulta vía internet; que se le arranque $8.000 (¡!) al humilde ahorrador por un retiro en los cajeros electrónicos habilitados para el efecto; que se cargue al cuenta habiente $100.000 por una chequera o que se cobre $60.000 por un cheque de gerencia.
Se aterraba él en su nota editorial al constatar que los $300.000 que alguien tenga en su cuenta se pueden esfumar casi en su integridad, por cuenta del costo que anualmente se le carga por concepto de manejo de su propio dinero; todo ello, mientras el Banco trabaja con este.
Sí, porque las cuotas de manejo van desde los $5.000 hasta los $16.000 trimestrales para las tarjetas débito y hasta los $35.000 para las de crédito. Cabe añadir que si el cliente del banco solicita un extracto de su cuenta, debe cancelar la módica suma de $3.500 por hoja, de tal suerte que un extracto con más de 10 transacciones puede costar perfectamente $10.500. Hasta por una referencia bancaria se le cobra al usuario de sus servicios hasta $10.500.
A ello, agreguémosle las exageradas comisiones que cobran los bancos por el uso del dinero plástico en sus compras, las cuales promedian el 3.2% y de contera, a cada tarjeta habiente se le cobra anualmente $150.000, en promedio, por concepto de “manejo”, sin importar si usa la tarjeta o no y son más de 5 millones sus resignados usuarios. Por este solo concepto los bancos reciben una suma superior a los $750.000 millones.
Hace rato FENALCO y la Asobancaria vienen en un rifirafe motivado por el desacuerdo en torno a la tasa de descuento o comisión que el primero de los gremios considera desproporcionada y el segundo como razonable; en todo caso, más del 70% del monto de la misma se le viene trasladando al comprador a manera de sobreprecio. Este le puede significar a los bancos entradas que sobrepasan los $400.000 millones.
Mientras dichos gremios regatean por la fijación de la tarifa aplicable, el gobierno se hace el desentendido y cuando el Congreso de la República ha querido meter basa en el asunto, el gobierno se ha puesto del lado de la banca. S
ituaciones como esta son las que tienen empantanada la tramitación de la reforma financiera. Ante este impasse, los almacenes de cadena, o de grandes superficies como se les llama ahora, han optado por colocar entre sus clientes sus propias tarjetas, una especie de gambeta que se le hace a los bancos.
LAS TASA DE INTERMEDIACIÓN POR LAS NUBES
Irrita aún más saber que mientras la tasa de interés de captación, esto es la que se le paga al ahorrador, oscila entre el 5% y el 6% efectivo anual, los intereses de colocación no bajan del 24%. Estos 18 puntos de diferencia que es la tasa de intermediación hacen de esta la más alta de los mercados financieros de Latinoamérica y la tercera más alta entre los países en desarrollo. Esto es increíble.
Precisamente los costos financieros se han constituido en un freno a la competitividad de las empresas, basta con cotejar el peso de las tasas de interés sobre las ventas en Colombia y en los EEUU. Mientras en el primero las tasas de interés sobre las ventas sobrepasan el 20% en el segundo no supera el 4%.
Y los bancos no pierden oportunidad para reajustarlas, siempre al alza; ahora, aprovechándose oportunistamente de la crisis financiera internacional, que no ha tocado al sector financiero colombiano[2] - no propiamente por su fortaleza sino por que está prácticamente desconectado del circuito financiero internacional - ni cortos ni perezosos resolvieron elevarlas ostensiblemente.
Como quien dice, están pescando en río revuelto y lo más grave es que están pescando con dinamita. Es así cómo los microcréditos con plazo entre un mes y un año pasaron en promedio entre el 15 de septiembre y el 31 de octubre de 30.85% a 33.49%, los de tesorería con plazo entre 6 y 14 días subieron de 10.95% a 13.52%, al tiempo que para el crédito a las medianas y grandes empresas entre tres y cinco años aumentaron de 15.56% a 16.95%.
Cabe preguntarse qué negocio lícito puede resistir tan exorbitantes intereses, los cuales determinan que las empresas y los empresarios terminan trabajando para beneficio de la banca. Quién no recuerda que fueron las desmesuradas alzas de las tasas de interés las que precipitaron la crisis financiera que desembocó en la recesión de 1999 y que le costó al país un ojo de la cara y a muchos colombianos su vivienda, cuando esta era su única heredad.
Aunque según el ex ministro Nestor Humberto “sólo se remataron 30.000 viviendas”[3]. Este y muchos otros episodios son los que han contribuido a granjearse la antipatía del grueso de la población, que perciben a los bancos como si fueran sus enemigos y los abominen tanto.
AL CAÍDO CAERLE
Y lo más grave es que ello ocurre justo cuando el estancamiento de la economía[4] demanda un mayor impulso por parte de las empresas vía inversión y esta requiere mayor acceso al crédito. Bien dijo Mark Twain, que el banquero es un tipo que te presta su paraguas cuando hay un sol radiante y te lo reclama cuando empieza a llover; amén de que para que a alguien le presten tiene que demostrar fehacientemente que no necesita el crédito solicitado, pues le ponen más condiciones que en un juego de tute.
Y los bancos no pueden alegar falta de liquidez, sobre todo después que el banco Emisor redujo el encaje para darle una mayor irrigación monetaria a la economía. Como lo señala Ricardo Durán, jefe de investigaciones de Corredores Asociados, “por exceso de cautela las entidades financieras podrían provocar una restricción crediticia artificial”[5].
A ello responde María Mercedes Cuellar, presidenta de Asobancaria, afirmando que “el incremento en los intereses es resultado de una mayor prudencia de los bancos. Es un temor válido fuera y dentro del país. Además, no hay ninguna garantía de que va a haber suficiente dinero disponible el año entrante”[6]. Como quien dice, se están poniendo la venda antes de la herida.
Pero la verdad monda y lironda es que la mayor liquidez que el Banco de la República le viene inyectando al sector financiero está tomando otro rumbo; en lugar de ir a financiar a las empresas, que son las que generan producción y empleo, se está yendo a financiar al gobierno central que viene absorbiendo la mayor liquidez.
En efecto, el gobierno pretende obtener $24.4 billones en crédito interno, de los cuales $13 billones en el mercado de subasta de TES y allí van a recalar, además, $5 billones que deben adquirir forzosamente los establecimientos públicos por concepto de “excedentes” de liquidez. Ya se anunció una primera subasta por $2 billones antes de finalizar el año.
Se repite la historia, en 2007 el gobierno colocó TES en subastas por $6.5 billones, en 2008 espera cerrar el año con $9.3 billones y en el presupuesto de 2009 se proyecta en $13 billones. En cuanto a las tasas, en el 2006 promediaron el 6%, en el I semestre 2008 el 12%, a cuanto van a llegar en el 2009?
Una de las consecuencias de acudir a los TES en mayor medida es que se van a elevar aún más las tasas de interés y va a presionarse sobre la inflación. Los bancos van a encontrar un gran atractivo para hacerse a ellos, toda vez que, tal como lo muestras sus P & G, buena parte de sus ganancias provienen precisamente de la negociación de estos títulos.
MÁS LIQUIDEZ Y MENOS CRÉDITOS
El Banco de la República en su última Junta, al tiempo que dejó quieta la tasa de interés de intervención, a pesar de las presiones para que la baje, determinó aflojar el encaje bancario con el fin de proveer mayor liquidez por unos $4 billones, para un crecimiento de la misma del orden del 8.5%; pero si la cuantificamos teniendo como referencia la base monetaria, estaríamos hablando de un crecimiento del 20%.
Como si lo anterior fuera poco, mediante las operaciones de expansión monetaria actuales se está dando liquidez de corto plazo al sector financiero con un promedio diario de $2.8 billones. Esto disipa los temores de la doctora María Mercedes Cuellar, Presidenta de Asobancaria, sobre una eventual sequía de liquidez para finales de este año y comienzo del entrante.
Los bancos, que entre 2005 y 2008 fueron vendedores netos de TES, ahora tienen un gran apetito por los mismos, pues en razón “la mayor prudencia” y el “temor válido” a que alude ella, los lleva a preferir el “riesgo” de mercado, que con la inversión en TES es ninguno, ya que se trata de deuda soberana, y no incurrir en el riesgo de crédito, sobre todo cuando la cartera además de abultada se ha venido deteriorando de modo preocupante.
Por ello, no es de extrañar que ahora, cuando el gobierno en su afán de prefinanciar sus necesidades del 2009 va a salir desaforadamente a colocar TES.
Esta puede convertirse en la trampa de la liquidez, de la cual nos habló Keynes, el padre de la macroeconomía. Recordemos que en el 2005, los TES llegaron a representar el 20% de los activos de la banca ($18.7 billones) y una de las principales fuentes generadoras de sus jugosas utilidades. Se estima que esta vez el portafolio de TES en manos de los bancos puede llegar a representar un 11% del total de sus activos, que ahora está en el 6%, lo cual implicaría un potencial de compra de $5 billones para 2009[7].
LA AMBICIÓN ROMPE EL SACO
Este manejo por parte de los bancos es lo que le ha permitido a los bancos amasar pingues utilidades año tras año, totalmente desfasadas con respecto a la economía real. Basta con señalar que la ganancia neta de la banca que opera en Colombia subió un 24.85% interanual entre enero – octubre de 2007 y el mismo período de 2008, al pasar de $3.34 billones a $4.17 billones[8].
Pero, esta es sólo una cara de la moneda, por que la otra es la baja bancarización, que se ha visto truncada por sus elevados costos, de allí que el sistema financiero colombiana se caracterice por su escasa profundización.
Si la medimos por el coeficiente entre cartera crediticia y el PIB, podemos establecer que entre los años 1997 y 2005 en lugar de ampliarse se redujo, al pasar del 34% al 22% y allí se ha estancado.
Y ello ocurre, porque en lugar de atraer más clientes los ahuyenta y estos terminan cayendo en garras de los agiotistas y aventureros, no por que de la noche a la mañana se haya producido un alucinamiento colectivo o se haya imbuido por la subcultura mafiosa. La preferencia por la liquidez de los colombianos, entonces, no es gratuita.
Es que la ambición rompe el saco. Por ello, coincido con Gossain cuando advierte que tras los desgarradores sucesos que se han desencadenado con el derribamiento de las pirámides es indispensable “que los bancos comprendan que este terrible episodio tiene mucho que ver con ellos”. No es gratuito que la gente perciba a los bancos “como si fueran sus enemigos”. Y remata Gossain diciendo: “en esta crisis hay un mensaje dirigido a la banca, doloroso pero clarísimo…es hora de rectificar”.
VUELVE Y JUEGA
No es la primera vez que este tema se plantea, hace dos años y medio se vio la necesidad de que los pobres y los microempresarios tuvieran acceso a la banca en condiciones no tan onerosas y complicadas.
Así surgió la tal Banca de Oportunidades, la cual no pasa de ser un remedo del Banco de los pobres fundado por el premio Nóbel de la paz Muhammad Yunus[9], que no es más que oportunidades para la banca, pues a nadie más que a ellos beneficia la mayor bancarización que se busca por esta vía.
Por qué decimos esto? Porque, no es ningún banco propiamente dicho, sino que tal figura sirve para que la misma banca comercial preste sus servicios a través de corresponsalías.
Además, a la hora de la verdad, con el argumento de los bancos, en el sentido que “administrar este tipo de créditos es muy costoso y riesgoso”[10], opinión que es compartida por el gobierno al alegar que el límite establecido a la “tasa de usura es un estorbo para prestarles a los pobres”[11], coincidieron en que “la eliminación del tope de usura es un paso necesario”[12].
Y el gobierno, tan solícito como ha sido cuando se trata de atender los intereses de la banca, no titubeo al momento de expedir el Decreto 4090 de 2006 atendiendo sus requerimientos. De allí que la tasa de interés de los préstamos a través de la Banca de Oportunidades oscila en torno al 32.09% (¡!) superior en 10 puntos a la tasa de usura máxima que estaba permitida por parte de la Superintendencia Financiera antes de dicho Decreto, más de 4 veces la tasa de inflación proyectada para este año y más de 3 veces la tasa de captación bancaria (DTF).
A ello, lógicamente se suman las comisiones de 9.5% que los prestatarios le deben pagar al gobierno por este tipo de créditos, de tal modo que el costo de los microcréditos puede llegar perfectamente hasta 41.5% anual, prácticamente el doble de lo que se cobraba antes de la medida tomada por la Superfinanciera (Resolución 2421), que fluctuaba entre 20.19% y 22.6%, lo cual es un verdadero escándalo. Siempre con el socorrido pretexto de que “el crédito más caro es el que no se tiene”[13].
La banca se disculpa diciendo que el costo de dicho crédito “sería muy inferior al que paga mucha gente que hoy en día es asfixiada por los ´tiburones´”[14]. Los banqueros se salieron con la suya, sin que para nada se vean afectados los intereses de los agiotistas, que siguen haciendo su agosto a través de sistemas como el “gota a gota” o “pagadiario”, que pululan por doquier amparados en la impunidad, ya que el Estado se sigue haciendo el de la vista gorda frente a este delicado fenómeno, mezcla de usura y extorsión.
Para los pobres el servicio que le presta la Banca de oportunidades ha sido tanto como salir de las llamas para caer en las brazas; los agiotistas de cuello blanco van a seguir compitiendo con los ´tiburones´, para ver quién se queda con la presa[15].
A TOMAR NOTA
A raíz de la calamidad pública en que se ha convertido la defraudación de que han sido objeto más de 4 millones de colombianos, atraídos por los cantos de sirena del dinero fácil, rápido y efectivo cayeron en la trampa, el gobierno reacciona, aunque tardíamente tomando en volandas una serie de medidas improvisadas al amparo del Estado de Emergencia social decretado del mismo corte de las anteriores.
En el Consejo comunal del pasado sábado, el Presidente Uribe anunció una serie de acciones, entre ellas la de obligar al sector financiero a ampliar la cobertura de bancos y acceso a cuentas y crédito en todas las regiones del país, especialmente en aquellas donde se presentaron los mayores descalabros.
Se dispuso, según el anuncio presidencial aún sin confirmar, que los bancos deben abrir de manera gratuita cuentas electrónicas para personas de estrato uno y desplazados; las mismas estarían exentas del pago del 4 X 1.000, “con el propósito de extender la atención de las entidades financieras en Colombia”[16].
Según lo previsto, “estas cuentas especiales tendrán ventajas, pues no se le cobrará el manejo de la cuenta y el retiro de dinero de los cajeros será gratuito”[17]. Pero, como en economía no hay almuerzo gratis, como contrapartida se les exime a las entidades financieras del pago de arancel y del IVA para la importación de datáfonos, computadores y software.
Además, se prescribe que los ingresos que perciban los bancos por créditos mayores a $2 millones, no harán parte de la base tributaria de las entidades financieras. Así mismo, los decretos permiten que se conformen consorcios, uniones temporales o patrimonios autónomos entre entidades financieras para ofrecer las cuentas electrónicas.
Ya salió a decir la Presidenta de la Asobancaria, María Mercedes Cuellar, que "no es fácil estructurar un producto para pobres porque los bancos no pueden hacerles seguimiento para saber si siguen siendo pobres o no"[18].
Y, claro, la banca ha aprovechado oportunistamente para volver a presionar por la supresión del impuesto de 4 X 1.000 a las transacciones, ya que “este tributo ha alejado a muchos ahorradores y debería quitarse del todo”. Es bien sabido que el mismo fue establecido como una medida temporal, con miras a arbitrar los recursos necesarios para la reconstrucción del Eje cafetero después del devastador sismo que lo asoló en enero de 1999.
Pero, en este país nada es más permanente que los tributos temporales y este se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación junto con el IVA del presupuesto general de la Nación. Aunque este es un impuesto antitécnico e inequitativo, como todos los impuestos indirectos, hoy por hoy le representa al gobierno central recaudos por más de $3 billones, difícil de suplir en medio del déficit fiscal crónico que acusa la Nación. Ni siquiera la presión del FMI para que lo desmonten le ha hecho mella.
La banca no escarmienta, una vez más ante el clamor para que los bancos sean más flexibles en sus exigencias para acceder a sus servicios y rebajen sus costos de intermediación, han respondido proponiéndole al gobierno elevar en 300 puntos básicos, estos es 3%, la tasa de usura del crédito de consumo ya de por sí altísimo, pues está marcando el 31.53%. Y ello, dizque para darle al “sistema financiero tenga suficientes estímulos para llegar con préstamos a un mayor número de colombianos”[19].
Semejante descaro se pretende enmascarar con el ardid de solicitarle al gobierno “ajustar la base la base de cálculo de la tasa de usura, es decir, el Interés Bancario Corriente (IBC) como una medida para estimular la asignación de más créditos a los colombianos”.
Pero, la procesión va por dentro, resulta que la tasa de usura es 1.5 veces el IBC, en consecuencia al reajustar este automáticamente se sube la tasa de usura, así como las tasas de interés para los créditos de consumo, comerciales y microcrédito. La banca y los banqueros deben tomar atenta nota de cuanto está ocurriendo y proceder en consecuencia, de lo contrario la aversión por ellos va a seguir creciendo peligrosamente.
Bogotá, diciembre 2 de 2008
www.amylkaracosta.net
[1] Ex presidente del Congreso de la República
[2] Amylkar D. Acosta M. Cohesión o exclusión social. Octubre, 23 de 2008
[3] El Tiempo. Noviembre, 24 de 2008
[4] Amylkar D. Acosta M. Cohesión o exclusión social. Octubre, 23 de 2008
[5] Portafolio. Noviembre, 26 de 2008
[6] Idem
[7] El Nuevo Siglo. Noviembre, 13 de 2008
[8] Superintendencia Financiera. Comunicado. Noviembre, 4 de 2008
[9] Amylkar D. Acosta M. Oportunidades para quién? Diciembre, 29 de 2006
[10] Portafolio. Editorial. Junio, 28 de 2006
[11] El Tiempo. Documento CONPES 3424. Junio, 27 de 2006
[12] Ibidem
[13] Portafolio. Santiago Pérez, Vicepresidente de banca de personas y pymes de Bancolombia. Noviembre, 21 de 2006
[14] Portafolio. Editorial. Junio, 28 de 2008
[15] Amylkar D. Acosta M. Increíble, pero cierto. Julio, 4 de 2006
[16] www.presidencia.gov.co
[17] Idem
[18] El Espectador. Noviembre 30 de 2008
[19] Asobancaria. Portafolio. Diciembre, 2 de 2008
Sí, porque las cuotas de manejo van desde los $5.000 hasta los $16.000 trimestrales para las tarjetas débito y hasta los $35.000 para las de crédito. Cabe añadir que si el cliente del banco solicita un extracto de su cuenta, debe cancelar la módica suma de $3.500 por hoja, de tal suerte que un extracto con más de 10 transacciones puede costar perfectamente $10.500. Hasta por una referencia bancaria se le cobra al usuario de sus servicios hasta $10.500.
A ello, agreguémosle las exageradas comisiones que cobran los bancos por el uso del dinero plástico en sus compras, las cuales promedian el 3.2% y de contera, a cada tarjeta habiente se le cobra anualmente $150.000, en promedio, por concepto de “manejo”, sin importar si usa la tarjeta o no y son más de 5 millones sus resignados usuarios. Por este solo concepto los bancos reciben una suma superior a los $750.000 millones.
Hace rato FENALCO y la Asobancaria vienen en un rifirafe motivado por el desacuerdo en torno a la tasa de descuento o comisión que el primero de los gremios considera desproporcionada y el segundo como razonable; en todo caso, más del 70% del monto de la misma se le viene trasladando al comprador a manera de sobreprecio. Este le puede significar a los bancos entradas que sobrepasan los $400.000 millones.
Mientras dichos gremios regatean por la fijación de la tarifa aplicable, el gobierno se hace el desentendido y cuando el Congreso de la República ha querido meter basa en el asunto, el gobierno se ha puesto del lado de la banca. S
ituaciones como esta son las que tienen empantanada la tramitación de la reforma financiera. Ante este impasse, los almacenes de cadena, o de grandes superficies como se les llama ahora, han optado por colocar entre sus clientes sus propias tarjetas, una especie de gambeta que se le hace a los bancos.
LAS TASA DE INTERMEDIACIÓN POR LAS NUBES
Irrita aún más saber que mientras la tasa de interés de captación, esto es la que se le paga al ahorrador, oscila entre el 5% y el 6% efectivo anual, los intereses de colocación no bajan del 24%. Estos 18 puntos de diferencia que es la tasa de intermediación hacen de esta la más alta de los mercados financieros de Latinoamérica y la tercera más alta entre los países en desarrollo. Esto es increíble.
Precisamente los costos financieros se han constituido en un freno a la competitividad de las empresas, basta con cotejar el peso de las tasas de interés sobre las ventas en Colombia y en los EEUU. Mientras en el primero las tasas de interés sobre las ventas sobrepasan el 20% en el segundo no supera el 4%.
Y los bancos no pierden oportunidad para reajustarlas, siempre al alza; ahora, aprovechándose oportunistamente de la crisis financiera internacional, que no ha tocado al sector financiero colombiano[2] - no propiamente por su fortaleza sino por que está prácticamente desconectado del circuito financiero internacional - ni cortos ni perezosos resolvieron elevarlas ostensiblemente.
Como quien dice, están pescando en río revuelto y lo más grave es que están pescando con dinamita. Es así cómo los microcréditos con plazo entre un mes y un año pasaron en promedio entre el 15 de septiembre y el 31 de octubre de 30.85% a 33.49%, los de tesorería con plazo entre 6 y 14 días subieron de 10.95% a 13.52%, al tiempo que para el crédito a las medianas y grandes empresas entre tres y cinco años aumentaron de 15.56% a 16.95%.
Cabe preguntarse qué negocio lícito puede resistir tan exorbitantes intereses, los cuales determinan que las empresas y los empresarios terminan trabajando para beneficio de la banca. Quién no recuerda que fueron las desmesuradas alzas de las tasas de interés las que precipitaron la crisis financiera que desembocó en la recesión de 1999 y que le costó al país un ojo de la cara y a muchos colombianos su vivienda, cuando esta era su única heredad.
Aunque según el ex ministro Nestor Humberto “sólo se remataron 30.000 viviendas”[3]. Este y muchos otros episodios son los que han contribuido a granjearse la antipatía del grueso de la población, que perciben a los bancos como si fueran sus enemigos y los abominen tanto.
AL CAÍDO CAERLE
Y lo más grave es que ello ocurre justo cuando el estancamiento de la economía[4] demanda un mayor impulso por parte de las empresas vía inversión y esta requiere mayor acceso al crédito. Bien dijo Mark Twain, que el banquero es un tipo que te presta su paraguas cuando hay un sol radiante y te lo reclama cuando empieza a llover; amén de que para que a alguien le presten tiene que demostrar fehacientemente que no necesita el crédito solicitado, pues le ponen más condiciones que en un juego de tute.
Y los bancos no pueden alegar falta de liquidez, sobre todo después que el banco Emisor redujo el encaje para darle una mayor irrigación monetaria a la economía. Como lo señala Ricardo Durán, jefe de investigaciones de Corredores Asociados, “por exceso de cautela las entidades financieras podrían provocar una restricción crediticia artificial”[5].
A ello responde María Mercedes Cuellar, presidenta de Asobancaria, afirmando que “el incremento en los intereses es resultado de una mayor prudencia de los bancos. Es un temor válido fuera y dentro del país. Además, no hay ninguna garantía de que va a haber suficiente dinero disponible el año entrante”[6]. Como quien dice, se están poniendo la venda antes de la herida.
Pero la verdad monda y lironda es que la mayor liquidez que el Banco de la República le viene inyectando al sector financiero está tomando otro rumbo; en lugar de ir a financiar a las empresas, que son las que generan producción y empleo, se está yendo a financiar al gobierno central que viene absorbiendo la mayor liquidez.
En efecto, el gobierno pretende obtener $24.4 billones en crédito interno, de los cuales $13 billones en el mercado de subasta de TES y allí van a recalar, además, $5 billones que deben adquirir forzosamente los establecimientos públicos por concepto de “excedentes” de liquidez. Ya se anunció una primera subasta por $2 billones antes de finalizar el año.
Se repite la historia, en 2007 el gobierno colocó TES en subastas por $6.5 billones, en 2008 espera cerrar el año con $9.3 billones y en el presupuesto de 2009 se proyecta en $13 billones. En cuanto a las tasas, en el 2006 promediaron el 6%, en el I semestre 2008 el 12%, a cuanto van a llegar en el 2009?
Una de las consecuencias de acudir a los TES en mayor medida es que se van a elevar aún más las tasas de interés y va a presionarse sobre la inflación. Los bancos van a encontrar un gran atractivo para hacerse a ellos, toda vez que, tal como lo muestras sus P & G, buena parte de sus ganancias provienen precisamente de la negociación de estos títulos.
MÁS LIQUIDEZ Y MENOS CRÉDITOS
El Banco de la República en su última Junta, al tiempo que dejó quieta la tasa de interés de intervención, a pesar de las presiones para que la baje, determinó aflojar el encaje bancario con el fin de proveer mayor liquidez por unos $4 billones, para un crecimiento de la misma del orden del 8.5%; pero si la cuantificamos teniendo como referencia la base monetaria, estaríamos hablando de un crecimiento del 20%.
Como si lo anterior fuera poco, mediante las operaciones de expansión monetaria actuales se está dando liquidez de corto plazo al sector financiero con un promedio diario de $2.8 billones. Esto disipa los temores de la doctora María Mercedes Cuellar, Presidenta de Asobancaria, sobre una eventual sequía de liquidez para finales de este año y comienzo del entrante.
Los bancos, que entre 2005 y 2008 fueron vendedores netos de TES, ahora tienen un gran apetito por los mismos, pues en razón “la mayor prudencia” y el “temor válido” a que alude ella, los lleva a preferir el “riesgo” de mercado, que con la inversión en TES es ninguno, ya que se trata de deuda soberana, y no incurrir en el riesgo de crédito, sobre todo cuando la cartera además de abultada se ha venido deteriorando de modo preocupante.
Por ello, no es de extrañar que ahora, cuando el gobierno en su afán de prefinanciar sus necesidades del 2009 va a salir desaforadamente a colocar TES.
Esta puede convertirse en la trampa de la liquidez, de la cual nos habló Keynes, el padre de la macroeconomía. Recordemos que en el 2005, los TES llegaron a representar el 20% de los activos de la banca ($18.7 billones) y una de las principales fuentes generadoras de sus jugosas utilidades. Se estima que esta vez el portafolio de TES en manos de los bancos puede llegar a representar un 11% del total de sus activos, que ahora está en el 6%, lo cual implicaría un potencial de compra de $5 billones para 2009[7].
LA AMBICIÓN ROMPE EL SACO
Este manejo por parte de los bancos es lo que le ha permitido a los bancos amasar pingues utilidades año tras año, totalmente desfasadas con respecto a la economía real. Basta con señalar que la ganancia neta de la banca que opera en Colombia subió un 24.85% interanual entre enero – octubre de 2007 y el mismo período de 2008, al pasar de $3.34 billones a $4.17 billones[8].
Pero, esta es sólo una cara de la moneda, por que la otra es la baja bancarización, que se ha visto truncada por sus elevados costos, de allí que el sistema financiero colombiana se caracterice por su escasa profundización.
Si la medimos por el coeficiente entre cartera crediticia y el PIB, podemos establecer que entre los años 1997 y 2005 en lugar de ampliarse se redujo, al pasar del 34% al 22% y allí se ha estancado.
Y ello ocurre, porque en lugar de atraer más clientes los ahuyenta y estos terminan cayendo en garras de los agiotistas y aventureros, no por que de la noche a la mañana se haya producido un alucinamiento colectivo o se haya imbuido por la subcultura mafiosa. La preferencia por la liquidez de los colombianos, entonces, no es gratuita.
Es que la ambición rompe el saco. Por ello, coincido con Gossain cuando advierte que tras los desgarradores sucesos que se han desencadenado con el derribamiento de las pirámides es indispensable “que los bancos comprendan que este terrible episodio tiene mucho que ver con ellos”. No es gratuito que la gente perciba a los bancos “como si fueran sus enemigos”. Y remata Gossain diciendo: “en esta crisis hay un mensaje dirigido a la banca, doloroso pero clarísimo…es hora de rectificar”.
VUELVE Y JUEGA
No es la primera vez que este tema se plantea, hace dos años y medio se vio la necesidad de que los pobres y los microempresarios tuvieran acceso a la banca en condiciones no tan onerosas y complicadas.
Así surgió la tal Banca de Oportunidades, la cual no pasa de ser un remedo del Banco de los pobres fundado por el premio Nóbel de la paz Muhammad Yunus[9], que no es más que oportunidades para la banca, pues a nadie más que a ellos beneficia la mayor bancarización que se busca por esta vía.
Por qué decimos esto? Porque, no es ningún banco propiamente dicho, sino que tal figura sirve para que la misma banca comercial preste sus servicios a través de corresponsalías.
Además, a la hora de la verdad, con el argumento de los bancos, en el sentido que “administrar este tipo de créditos es muy costoso y riesgoso”[10], opinión que es compartida por el gobierno al alegar que el límite establecido a la “tasa de usura es un estorbo para prestarles a los pobres”[11], coincidieron en que “la eliminación del tope de usura es un paso necesario”[12].
Y el gobierno, tan solícito como ha sido cuando se trata de atender los intereses de la banca, no titubeo al momento de expedir el Decreto 4090 de 2006 atendiendo sus requerimientos. De allí que la tasa de interés de los préstamos a través de la Banca de Oportunidades oscila en torno al 32.09% (¡!) superior en 10 puntos a la tasa de usura máxima que estaba permitida por parte de la Superintendencia Financiera antes de dicho Decreto, más de 4 veces la tasa de inflación proyectada para este año y más de 3 veces la tasa de captación bancaria (DTF).
A ello, lógicamente se suman las comisiones de 9.5% que los prestatarios le deben pagar al gobierno por este tipo de créditos, de tal modo que el costo de los microcréditos puede llegar perfectamente hasta 41.5% anual, prácticamente el doble de lo que se cobraba antes de la medida tomada por la Superfinanciera (Resolución 2421), que fluctuaba entre 20.19% y 22.6%, lo cual es un verdadero escándalo. Siempre con el socorrido pretexto de que “el crédito más caro es el que no se tiene”[13].
La banca se disculpa diciendo que el costo de dicho crédito “sería muy inferior al que paga mucha gente que hoy en día es asfixiada por los ´tiburones´”[14]. Los banqueros se salieron con la suya, sin que para nada se vean afectados los intereses de los agiotistas, que siguen haciendo su agosto a través de sistemas como el “gota a gota” o “pagadiario”, que pululan por doquier amparados en la impunidad, ya que el Estado se sigue haciendo el de la vista gorda frente a este delicado fenómeno, mezcla de usura y extorsión.
Para los pobres el servicio que le presta la Banca de oportunidades ha sido tanto como salir de las llamas para caer en las brazas; los agiotistas de cuello blanco van a seguir compitiendo con los ´tiburones´, para ver quién se queda con la presa[15].
A TOMAR NOTA
A raíz de la calamidad pública en que se ha convertido la defraudación de que han sido objeto más de 4 millones de colombianos, atraídos por los cantos de sirena del dinero fácil, rápido y efectivo cayeron en la trampa, el gobierno reacciona, aunque tardíamente tomando en volandas una serie de medidas improvisadas al amparo del Estado de Emergencia social decretado del mismo corte de las anteriores.
En el Consejo comunal del pasado sábado, el Presidente Uribe anunció una serie de acciones, entre ellas la de obligar al sector financiero a ampliar la cobertura de bancos y acceso a cuentas y crédito en todas las regiones del país, especialmente en aquellas donde se presentaron los mayores descalabros.
Se dispuso, según el anuncio presidencial aún sin confirmar, que los bancos deben abrir de manera gratuita cuentas electrónicas para personas de estrato uno y desplazados; las mismas estarían exentas del pago del 4 X 1.000, “con el propósito de extender la atención de las entidades financieras en Colombia”[16].
Según lo previsto, “estas cuentas especiales tendrán ventajas, pues no se le cobrará el manejo de la cuenta y el retiro de dinero de los cajeros será gratuito”[17]. Pero, como en economía no hay almuerzo gratis, como contrapartida se les exime a las entidades financieras del pago de arancel y del IVA para la importación de datáfonos, computadores y software.
Además, se prescribe que los ingresos que perciban los bancos por créditos mayores a $2 millones, no harán parte de la base tributaria de las entidades financieras. Así mismo, los decretos permiten que se conformen consorcios, uniones temporales o patrimonios autónomos entre entidades financieras para ofrecer las cuentas electrónicas.
Ya salió a decir la Presidenta de la Asobancaria, María Mercedes Cuellar, que "no es fácil estructurar un producto para pobres porque los bancos no pueden hacerles seguimiento para saber si siguen siendo pobres o no"[18].
Y, claro, la banca ha aprovechado oportunistamente para volver a presionar por la supresión del impuesto de 4 X 1.000 a las transacciones, ya que “este tributo ha alejado a muchos ahorradores y debería quitarse del todo”. Es bien sabido que el mismo fue establecido como una medida temporal, con miras a arbitrar los recursos necesarios para la reconstrucción del Eje cafetero después del devastador sismo que lo asoló en enero de 1999.
Pero, en este país nada es más permanente que los tributos temporales y este se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación junto con el IVA del presupuesto general de la Nación. Aunque este es un impuesto antitécnico e inequitativo, como todos los impuestos indirectos, hoy por hoy le representa al gobierno central recaudos por más de $3 billones, difícil de suplir en medio del déficit fiscal crónico que acusa la Nación. Ni siquiera la presión del FMI para que lo desmonten le ha hecho mella.
La banca no escarmienta, una vez más ante el clamor para que los bancos sean más flexibles en sus exigencias para acceder a sus servicios y rebajen sus costos de intermediación, han respondido proponiéndole al gobierno elevar en 300 puntos básicos, estos es 3%, la tasa de usura del crédito de consumo ya de por sí altísimo, pues está marcando el 31.53%. Y ello, dizque para darle al “sistema financiero tenga suficientes estímulos para llegar con préstamos a un mayor número de colombianos”[19].
Semejante descaro se pretende enmascarar con el ardid de solicitarle al gobierno “ajustar la base la base de cálculo de la tasa de usura, es decir, el Interés Bancario Corriente (IBC) como una medida para estimular la asignación de más créditos a los colombianos”.
Pero, la procesión va por dentro, resulta que la tasa de usura es 1.5 veces el IBC, en consecuencia al reajustar este automáticamente se sube la tasa de usura, así como las tasas de interés para los créditos de consumo, comerciales y microcrédito. La banca y los banqueros deben tomar atenta nota de cuanto está ocurriendo y proceder en consecuencia, de lo contrario la aversión por ellos va a seguir creciendo peligrosamente.
Bogotá, diciembre 2 de 2008
www.amylkaracosta.net
[1] Ex presidente del Congreso de la República
[2] Amylkar D. Acosta M. Cohesión o exclusión social. Octubre, 23 de 2008
[3] El Tiempo. Noviembre, 24 de 2008
[4] Amylkar D. Acosta M. Cohesión o exclusión social. Octubre, 23 de 2008
[5] Portafolio. Noviembre, 26 de 2008
[6] Idem
[7] El Nuevo Siglo. Noviembre, 13 de 2008
[8] Superintendencia Financiera. Comunicado. Noviembre, 4 de 2008
[9] Amylkar D. Acosta M. Oportunidades para quién? Diciembre, 29 de 2006
[10] Portafolio. Editorial. Junio, 28 de 2006
[11] El Tiempo. Documento CONPES 3424. Junio, 27 de 2006
[12] Ibidem
[13] Portafolio. Santiago Pérez, Vicepresidente de banca de personas y pymes de Bancolombia. Noviembre, 21 de 2006
[14] Portafolio. Editorial. Junio, 28 de 2008
[15] Amylkar D. Acosta M. Increíble, pero cierto. Julio, 4 de 2006
[16] www.presidencia.gov.co
[17] Idem
[18] El Espectador. Noviembre 30 de 2008
[19] Asobancaria. Portafolio. Diciembre, 2 de 2008
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