Por: Pedro Delgado
El acontecimiento que ha conmocionado a Colombia en estos últimos días, no deja mas que sentimientos de impotencia ante la imposibilidad para evitar actos de esta naturaleza.
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El bebé de 11 meses, Luís Santiago quien fue brutalmente asesinado por “hienas”, como lo dijera en su momento el Fiscal General de la Nación Mario Iguarán, es una víctima más, de la larga lista de seres indefensos que sufren una violencia que llegó al punto de legitimarse en algunos sectores de nuestra sociedad con el pretexto de formar, disciplinar y educar.
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Educamos con gritos y amenazas sin imaginar que estamos formando agresores potenciales que eternizarán tales comportamientos incluso, llegarán a conductas que con precisión quirúrgica serán capaces de hacer daño a sus semejantes bajo el modelo positivista, todo será cuestión de método; esa es la generación que legaremos al mundo.
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Lo que le sucedió a Luís Santiago no es una situación aislada. La irresponsabilidad frente a nuestros compromisos civiles y morales hace que a diario nos rodeen casos de violencia intrafamiliar, agresiones, malos tratos, zarandeos intolerancia, irrespeto por los espacios ajenos sin que tengamos el valor de detenerlos o al menos denunciarlos.
Lo que le sucedió a Luís Santiago no es una situación aislada. La irresponsabilidad frente a nuestros compromisos civiles y morales hace que a diario nos rodeen casos de violencia intrafamiliar, agresiones, malos tratos, zarandeos intolerancia, irrespeto por los espacios ajenos sin que tengamos el valor de detenerlos o al menos denunciarlos.
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¿O qué me dicen de quien sin ninguna consideración atormenta a sus vecinos con música a todo volumen sin reflexionar sobre el perjuicio que les ocasiona? ¿Cuántas de estas víctimas por el ruido son niños? Ejemplo simple que sucede a diario, sin embargo nadie dice nada, el temor por la ley del más fuerte se antepone al derecho de vivir en paz y dignidad.
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Es un derecho natural y constitucional el respeto a la dignidad humana y un deber moral exigirla y hacerla respetar. Sin embargo la naturaleza humana es traicionada por la irracionalidad para jugar un papel además de destructivo protagónico en el escenario humano.
Es un derecho natural y constitucional el respeto a la dignidad humana y un deber moral exigirla y hacerla respetar. Sin embargo la naturaleza humana es traicionada por la irracionalidad para jugar un papel además de destructivo protagónico en el escenario humano.
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La agresión se esconde en cada uno simulada con el pretexto de supervivencia, actitud de respeto y autoridad. Entre más bruscos, secos y rudos seamos, el sueño faraónico toma forma y fuerza en el individuo. En ese momento me siento importante y reverenciado. Aplastar y apabullar se convirtió en la estrategia para subordinar, lo que esté fuera de ese universo es sinónimo de debilidad, por consiguiente y bajo ese parámetro conducirá al fracaso.
La agresión se esconde en cada uno simulada con el pretexto de supervivencia, actitud de respeto y autoridad. Entre más bruscos, secos y rudos seamos, el sueño faraónico toma forma y fuerza en el individuo. En ese momento me siento importante y reverenciado. Aplastar y apabullar se convirtió en la estrategia para subordinar, lo que esté fuera de ese universo es sinónimo de debilidad, por consiguiente y bajo ese parámetro conducirá al fracaso.
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Luis Santiago ha habido muchos, hay y seguramente los habrá mientras no seamos concientes que ante la injusticia, el mal trato, la agresión en todos sus matices no debemos quedarnos callados. Esta criatura de once meses logró lo que campañas millonarias de publicidad, espacios televisivos y otras estrategias del marketing emocional no habían logrado. Sensibilizarnos ante una realidad que está entre nosotros y ante la cual aún no tomamos conciencia que también nos concierne.
Luis Santiago ha habido muchos, hay y seguramente los habrá mientras no seamos concientes que ante la injusticia, el mal trato, la agresión en todos sus matices no debemos quedarnos callados. Esta criatura de once meses logró lo que campañas millonarias de publicidad, espacios televisivos y otras estrategias del marketing emocional no habían logrado. Sensibilizarnos ante una realidad que está entre nosotros y ante la cual aún no tomamos conciencia que también nos concierne.
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La madre y familiares de Luís Santiago lloran su ausencia, y el dolor se agudiza al enterarse de cómo murió. Un padre por ahorrarse los pesos de la manutención de su hijo, invierte en el crimen; indudablemente es la empresa que genera mayores ganancias en el país; el soborno, tráfico de influencias entre otros son formas de contravenir la ley y colocarnos en el mismo nivel de los criminales.
La madre y familiares de Luís Santiago lloran su ausencia, y el dolor se agudiza al enterarse de cómo murió. Un padre por ahorrarse los pesos de la manutención de su hijo, invierte en el crimen; indudablemente es la empresa que genera mayores ganancias en el país; el soborno, tráfico de influencias entre otros son formas de contravenir la ley y colocarnos en el mismo nivel de los criminales.
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Es más fácil hacer “regalos” a ciertos funcionarios que esperar turno en una fila, siempre el lado cómodo y prohibido.
Vivimos en el paraíso de la ilegalidad, seguramente la mamá de Luís santiago esperaba otra respuesta, una menos espantosa que la muerte de su hijo, igual alguno de nosotros espera alguna respuesta en el marco de la normalidad y legalidad, pero no contamos con tantos Orlando Pelayos que ven la salida fácil, eliminar antes que responder responsablemente.
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Dijo el Profeta Muhammad – que la paz y bendiciones de Dios sean con el- “Quien de vosotros vea una mala acción que la cambie con su mano, si no puede, que la cambie con su lengua y si no puede que la cambie en su corazón, pero esta es la parte más débil de la fe”. Sin duda es cuestión de método.
Dijo el Profeta Muhammad – que la paz y bendiciones de Dios sean con el- “Quien de vosotros vea una mala acción que la cambie con su mano, si no puede, que la cambie con su lengua y si no puede que la cambie en su corazón, pero esta es la parte más débil de la fe”. Sin duda es cuestión de método.
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