Biografías

domingo, 7 de septiembre de 2008

Justicia indígena y justicia convencional: un caso las enfrenta en La Guajira

Este es el líder y autroidad tradicional kogui Julián Daza Malo, quen le pide a un juez de La Guajira le entreguen al indiciado para someterlos ellos a sus leyes y costumbres

“Yo creí que vender marihuana era como vender cilantro”

Indígenas lo quieren juzgar según sus costumbres ancestrales


Por: Francisco De La Hoz Sarmiento

Riohacha-. Antonio Simongama Moscote, había pensado que vender marihuana era algo tan natural como vender el cilantro que ellos cultivan en sus tierras de la Sierra Nevada de Santa Marta y que ponen en almacenes y mercados de las ciudades costeñas.
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Se trata de un joven de la etnia kogui que el día de ayer fue capturado por la Policía Nacional en el mercado público, cuando se disponía a tirar sobre el pavimento para ser subastadas cinco libras de marihuna que había traído la noche del miércoles desde la cuenca del río Jerez, en donde vive junto algunos familiares.
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Los últimos días había estado soñando con un pantalón y unos zapatos nuevos, por eso tomó la yerba, la puso en la caja y se fue para la ciudad de Riohacha en donde ayer lo aprehendieron por el porte de estupefacientes y lo dejarán a disposición de un juez de control de garantías en las próximas horas.
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Todavía está confundido. Por eso cuando Julian Daza Malo, un veterano líder de esa comunidad se pudo entrevistar con él en el calabozo de la URI de la Fiscalía, aun estaba nervioso. Allí fue donde se enteró con mayor amplitud del gran lío en el que estaba metido.
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En su lengua materna Julián le explicó las consecuencias de su acto y lo que probablemente le espere, si es juzgado según la ley de los `hermanos menores´. “ ya no quero saber más nada de esa yerba y me trendré que quedar sin zapatos y sin pantalón” le dijo a Julián frente a algunos funcionarios de la Uri quienes no supieron el significado de sus palabras y el porqué de su actitud emotiva, pues estaba hablando en su lengua materna.

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Autoridades kogui piden al juez se lo entreguen para juzgarlo ellos

Ayer el dirigente kogui de la Sierra Nevada de Santa Marta, Julián Daza Malo, asesorado por el abogado Juan Barros Figueroa, pidió en su condición de miembro de la organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona, al juez que está conociendo este caso que le den traslado del mismo a sus autoridades tradicionales, pues ellas tienen un fuero especial concedido por la Constitución Nacional y acatado por las autoridades jurídicas de nuestro País en reiteradas ocasiones.
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Si lo entregan no irá a holgazanear

Quienes piensen que si la justicia penal ordinaria le concede la petición a Julián Daza Malo y ponen a su disposición al joven Atanasio Simongama Moscote, este irá a la sierra a holgazanear, están equivocados de `cabo a rabo´.
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En la eventualidad de que esa alternativa se cristalice y el juez acceda entregar a la autoridad tradicional la responsabilidad de juzgar a este infractor, muy probablemente le apliquen tres meses de sanción consistente en la privación de la libertad. Pero eso no será todo.
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Le quedarán suspendidos los derechos a determinar cual será su alimento, tampoco aceptarán determinaciones de sus familiares, sobre que darle de comer. Será el Consejo de Ancianos, quienes decidan. “En casos parecidos hemos sancionado al culpable condenándolo a comer solo almidón de yuca amarga, en el mismo período de la privación de la libertad.
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Ese alimento que no es el más agradable se combina con joro joro (plátanos secados al sol) pueden estar seguro que no es el mejor manjar. Simultáneamente el disciplinado debe `hacer confieso ritual´ (confesar su culpa frente a la comunidad y frente a la naturaleza)”, explicó Daza Malo.
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Recibirá Consejos y saldrá como un hombre nuevo

Julián está seguro que lo más importante del proceso sancionatorio es cuando los ancianos lo llevan en la noche a la kankurua (Casa de la Palabra o Kansamaría) Allí es sometido a escuchar con atención desde la primeras horas de la noche consejos. Uno tras otros los ancianos se van turnando para ponerle la palabra.
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Ese rito puede llagar hasta la una de la madrugada, lo dejan un rato y las cinco debe estar listo para nuevamente arrancas con el `confieso ritual´ y así se va cumpliendo este ciclo por tres meses o tres años, según la sanción que se le imponga.
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El caso de Atanasio es que él no conocía la totalidad de las prohibiciones de sus `hermanos menores´. “Yo pensaba que sembrar y vender marihuana era como vender cilantro y malanga, pero ahora no quiero saber nada de esa yerba”, le dijo a nuestra redacción, mientras junto a su líder y su abogado de la Defensoría del Pueblo, esperan que le venzan los términos o se acaba el paro del poder judicial o el juez decida en su favor.

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