Biografías

viernes, 15 de agosto de 2008

DE LA EUFORIA AL PESIMISMO

Amylkar D. Acosta M[1]

Todo discurso demasiado enfático y vehemente,
suele encubrir lo contrario de lo que se pregona.


El pasado 7 y 8 de agosto tuvo lugar en La Heroica la LXIV Asamblea anual de la ANDI, la cual contó con la participación del profesor de economía de la Universidad de Harvard y fue clausurada por el Presidente de la República, Alvaro Uribe Vélez. Dicha Asamblea coincidió con el corte de cuentas que hicieron tanto el gobierno como los analistas económicos, con motivo de completarse seis años de la administración Uribe.
A diferencia de la Asamblea del año pasado, que se realizó en momentos que la economía se encontraba en la cresta de la ola de un crecimiento inusitado del PIB que cerró en el 7.5%, esta vez la economía sorprendió a los afiliados a la ANDI y al país todo en plena desaceleración, combinada con una inflación galopante.
En lugar de un descenso suave del crecimiento de la economía como el que se esperaba, el primer trimestre de este año registró un 4.1% de expansión, lo cual representó un fuerte bajonazo con respecto a igual período del año anterior, que fue de 9.1%.
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Este quiebre de la tendencia que traía la economía se consolidó en el curso del primer semestre, pues, la producción industrial creció un anémico 1% con respecto a igual período del año anterior.
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Ello explica el cambio tan ostensible en la percepción de la coyuntura por parte de los industriales, como lo pone de manifiesto la más reciente Encuesta de Opinión Industrial de la ANDI del mes de junio.
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Mientras a finales de 2007 el 71% de los industriales calificaba como buena la situación de su empresa y el 40.3% tenía mejores expectativas para el futuro inmediato, ahora sólo el 56.10% cree que su empresa atraviesa por un buen momento y 36.4% confía en que el negocio mejorará.
A contrario sensu del feeling de los empresarios, el discurso del Presidente Uribe rezumaba optimismo en toda su extensión.
Trajo a colación el impresionante crecimiento de la Inversión Extranjera Directa (IED), que ha tenido un gran repunte en los últimos años, igual que ha acontecido en el resto de Latinoamérica. Resaltó él que la participación de la IED pasó del 12%, en el que se estancó por un largo período, al 28%; el año anterior superó los US $9.300 millones y se aspira a rebasar los US $10.000 millones este año, de hecho a julio 18 ya registraba US $5.090 millones, 29% más que igual período de 2007. Él atribuye este buen desempeño de la IED a la “confianza inversionista”, como la entiende el gobierno[2] y a ella le apuesta para “pasar este mal momento, con dificultades muy inferiores a las que podríamos atravesar”[3].
“Para estimular empleo de buena calidad, con afiliación a la seguridad social, lo que necesitamos es estimular la inversión”[4], enfatizó el Presidente; pero, las estadísticas lo contradicen, pues a pesar de tan buen desempeño de la inversión privada persiste la alta tasa de desempleo y más del 61.2% del empleo se debate entre la informalidad y la precariedad[5].

La “confianza inversionista”, entendida como el blindaje que se le ofrece a los inversionista mediante acuerdos que se suscriben al amparo de la Ley 963 de 2005, se ha convertido en una obsesión para el gobierno.
Pero, al tiempo que se pregona la “confianza inversionista”, se aduce que “En un Estado de Opinión los temas constitucionales son de opinión”[6], para justificar los constantes cambios a la Constitución Nacional, la Ley de leyes, hasta hacer de ella una Carta a la carta. Ello es lo más atentatorio contra la confianza inversionista, como la entienden las firmas calificadoras de riesgo.
Para la reconocida firma Moody´s, el manoseo de la Constitución es motivo de preocupación y así lo ha manifestado[7], lo cual aleja las posibilidades de obtener el grado de inversión para la deuda soberana de Colombia, como ya se lo otorgó a Brasil y Perú la agencia Standard & Poor (S & P) recientemente. La reflexión del Nóbel de Economía 1993 Douglas North, institucionalista por excelencia[8], a propósito de la pretensión de Menen de hacerse reelegir a despecho de lo que disponía la Constitución argentina, no puede ser más aleccionadora.
Advierte él que cuando un Presidente “es tan poderoso que puede cambiar la Ley cuando le estorba, lo que se tiene en el fondo es una situación en la que la economía depende de los caprichos de los políticos. Y eso generalmente es un desastre”. Cualquier parecido con la realidad colombiana es pura coincidencia.

Bogotá, agosto 13 de 2008
www.amylkaracosta.net





[1] Ex presidente del Congreso de la República
[2] Amylkar D. Acosta M. A propósito de la confianza inversionista. Febrero, 17 de 2008
[3] Alvaro Uribe Vélez, Presidente de la República. Discurso de clausura Asamblea de la ANDI, Cartagena, agosto 8 de 2008
[4] Idem
[5] DNP. Carolina Rentaría. Informalidad en Colombia: qué hacer?
[6] El Tiempo. Alvaro Uribe Vélez, Presidente de la República. Febrero, 22 de 2004
[7] Portafolio. Agosto, 6 de 2008
[8] Douglas North. Instituciones, cambio institucional y desempeño económico, 2004

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