El departamento de La Guajira está ubicado en la parte más septentrional de la República de Colombia, cuenta con 763.439 habitantes, gran parte de ellos indígenas miembros de la etnia wayuu descendientes de la tribu Caribe.
La Guajira es una región con un alto potencial minero energético que contiene en su territorio altas corrientes de vientos que le permite ser una de las áreas colombianas con un promisorio futuro en la generación de energía eólica, además es un gran productor de carbón mineral, sal, gas natural, yeso y barita entre otros.
La condición de productor minero energético le aporta al departamento de La Guajira unos ingresos significativos a través de las regalías que bien pueden transformar la realidad que hoy viven los habitantes de este rincón de la patria.
El norteño territorio guajiro no solo tiene la bendición de ser una de las regiones con mayores recursos mineros energéticos, sino que asimismo tiene las siguientes particularidades: posee una zona especial aduanera que le admite ingresar productos con sólo pagar un impuesto del 4% del valor de las mercancías, el recaudo por este concepto es cedido por la nación al departamento de La Guajira para su inversión en obras sociales; la ley de fronteras otorga algunos beneficios excepcionales a La Guajira por mandato de la Constitución Nacional que contempla estos tipos de ayudas a las zonas limítrofes; la alta población wayuu permite una especial atención del gobierno central, Lo que se traduce en unas mayores inversiones especialmente en los resguardos indígenas, los cuales reciben transferencias directas de recursos para ser invertidos en el mejoramiento de sus condiciones de vidas.
Como se puede apreciar son muchas las ayudas y beneficios que reciben los guajiros para apalancar su crecimiento económico y social, es ahí donde nos asalta la pregunta del millón ¿Porqué tenemos tan altos índices de mala calidad de la educación y salud, desempleo, desnutrición, miseria y pésimos servicios públicos?
Según mi criterio no es por falta de inversión que nos encontramos en este lamentable estado de postración, la inversión pública sólo de parte de la gobernación guajira en el anterior cuatrienio estuvo cercana a los 1.2 billones de pesos sin que este significativo monto haya reducido los niveles de las plagas que nos azotan y que arriba están claramente señaladas.
Por otro lado no es normal lo que viene sucediendo con las inversiones del fondo de desarrollo para La Guajira –FONDEG-, hasta el día de hoy la nación ha cedido para este fondo la no despreciable suma de $ 72.496.499.887, los cuales deberían verse reflejado en un bienestar de los pobladores de la península, realidad que no es así llevándose de paso el anhelo de una comunidad ávida de cambios extremos en el manejo de los recursos públicos.
Como se aprecia la gestión pública territorial en La Guajira no ha llenado las expectativas populares, hecho que bien puede atribuírsele a la escasa formación en temas relacionados con la administración pública por parte de los servidores oficiales. Los equipos o grupos que se conforman para manejar la cosa política se preparan más para ganar un proceso electoral que para gobernar eficientemente.
Es la hora de implementar un fuerte programa para fortalecer la gestión institucional, especialmente en temas vinculados con la planeación y la contratación estatal, el manejo presupuestal, la operación y gestión de los servicios públicos y sobre manera capacitar a la ciudadanía para que ejerza un adecuado control y vigilancia de las acciones de sus gobernantes.
La anterior tarea deben tener el decidido acompañamiento de la Universidad de La Guajira y la Escuela Superior de Administración Pública, y si es el caso los gobiernos municipales y el departamental deberían establecer convenios con instituciones educativas de carácter privado para cumplir con esta loable tarea de fortalecimiento del ejercicio de la función pública.
Estoy plenamente convencido que con una adecuada educación y capacitación de nuestra comunidad la inversión pública mejorará ostensiblemente y en un futuro no lejano acariciaríamos el sueño de ver una Guajira prospera y productiva, con gente orgullosa de su clase dirigente. Los actuales gobernantes con la guía divina de nuestro señor tienen la palabra y el camino despejado para materializar este plausible propósito.
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