Al comenzar la Semana Santa compartiremos con nuestros lectores los sucesos de cada uno de los días de la última semana de Nuestro Señor en su ministerio evangelístico en Jerusalén y sus alrededores. El domingo, como sabemos, Jesús hizo su entrada triunfal a Jerusalén. Por la noche regresó cansado a Betania, en donde de se alojaba, en casa de Lázaro (el mismo al que resucitó) y sus hermanas, cuando iba a la capital. El libro de Marcos nos relata dos hechos ocurridos "al día siguiente", es decir, lo que hoy podemos considerar como el lunes de la Semana Mayor: la maldición de la higuera estéril y la purificación del templo.
Marcos capítulo 11, desde el verso 12 hasta el 14 nos refiere cómo fue la maldición de la higuera: "Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo desee lejos una higuera que tenía hojas, fue por si quiz{ás encontraba algo en ella, y al llegar cerca de ella, no encontró nada sino hojas, porque no era tiempo de higos. Entonces le dirigió la palabra, diciendo: Que nadie vuelva jamás a comer fruto de ti. Y sus discípulos estaban escuchando."
Posteriormente comprobarían que la higuera, efectivamente, se secó, pero de eso hablaremos mañana.
El segundo suceso de ese día es bien conocido por el pueblo cristiano pues nos presenta a un Jesús profundamente humano con un enojo que pocas veces se le ha visto y que nunca más se le verá. El motivo: la profanación del templo por parte de los mercaderes. El capítulo de Marcos que venimos estudiando nos relata este hecho:
"Vienen, pues, a Jerusalem; y entrando Jesús en el templo, comenzó á echar fuera á los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; Y no consentía que alguien llevase vaso por el templo. Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.
Mas como fué tarde, Jesús salió de la ciudad."
Según algunas tradiciones en esta misma jornada Jesús habría sido ungido en Betania por María, la hermana de Lázaro, con un costoso perfume de nardo. La mujer enjugó los pies de Jesús con su cabello. Todo ocurrió mientras se servía la cena en casa deeLázaro. Uno de los disvípulos, Judas Iscariote, para ser más precisos no dudó en murmurar. Según él, no valía la pena utilizar el perfume de esa manera, pues "mejor se hubiera vendido para dar el dinero a los pobres". Es una historia muy bella, pero no encontramos el soporte bíblico para afirmar que ocurrió el lunes santo. El libro de Juan sugiere más bien que el episodio fue el sábado anterior a la entrada a Jerusalén, pues, de acuerdo con el verso 12, posterior a este hecho, se lee la narración sobre la entrada a la capital
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