Maicao al día
CARTA ABIERTA A MIS AMIGOS
Apreciados amigos y amigas, reciban un fraternal saludo y el deseo sincero de que este año sea pletórico de éxitos en lo personal y lo colectivo y que ello de alguna manera redunde en beneficios para nuestra querida Guajira.
Decidí escribirles esta carta abierta a todos ustedes, después de meditarlo durante varios días, consultándolo sólo con mi conciencia y hoy estoy aquí frente al ordenador, dándole rienda suelta a mi espíritu libertario.
En estos días de descanso obligado, salí a una farmacia y antes de llegar, me detuve en una llantería para calibrar el nivel de aire de las llantas y quien prestaba el servicio era una jovencita de tez morena de aproximadamente unos 15 años, que usaba una prenda típica (Manta Guajira) de los indígenas Wayuu, sin ser ella de esa raza; me atendió con una cordialidad y una timidez quizás propia de su edad y la incomodidad que le genera prestar ese tipo de servicio.
De inmediato pensé en las circunstancias que llevaron a esa niña a ese lugar, cuya activad es mas apropiada para los hombres, pensé también en mi hija que es contemporánea con ella, me aterró imaginarme por un instante, que por causa de mi muerte (aunque prefiero dejar la muerte para después) mis hijos, agobiados por la necesidad de recursos económicos, recurran a la necesidad de trabajar y abandonen el estudio.
Pensé muchas cosas: en el tipo de sociedad que tenemos, en la clase de gobernantes, en los candidatos presente y futuro, en los líderes sociales y gremiales, en los empleados, los desempleados, en los docentes y su papel y compromiso con la sociedad, en los estudiantes, en los médicos y su juramento hipocrático, en los abogados y su amor a la justicia y a la equidad, en los contadores y su verdad en cifras. La niña terminó de hacer su trabajo, le pagué y me marché.
Mientras conducía, me preguntaba, yo que he sido un crítico de muchos años, ¿qué he hecho para contribuir a mejorar las condiciones sociopolíticas de mi entorno? Además de reunirme con mis amigos y despotricar de los gobernantes de turno, ¿me he atrevido a hacer uso de mis derechos constitucionales, en esta tenue democracia participativa?
La verdad, y tengo que reconocerlo, es que hasta ahora he hecho muy poco para contribuir al desarrollo de mi ciudad; fíjense que he dicho muy poco, lo que quiere decir que he hecho alguna cosa y son esas actividades que todos hacemos desde nuestros trabajos u oficios y nos preocupamos, sólo, por que nuestro trabajo quede bien realizado; pero, ¿es eso suficiente como valor agregado y contribución a realizar los cambios que nuestra ciudad y sociedad requiere y merece?
Estoy convencido, porque los conozco a ustedes mis amigos, que al igual que yo, podemos asumir un comportamiento y realizar actividades como valor agregado a nuestra cotidianidad, superior al que hasta ahora venimos realizando, para que deje de ser cierto entre otros ese axioma que reza que “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”, y que los pueblos se parecen a sus habitantes.
En el mundo tienen éxitos las personas que se atreven, pero no todo el que se atreve persigue un éxito colectivo. En este tipo de sociedad de consumo, lo común es que nuestros dirigentes propicien prioritariamente (con métodos deshonestos) el bienestar particular antes que el colectivo y lo hacen con nuestro respaldo o con nuestra indeferencia.
Y cuando alguien de los nuestros se atreve, nosotros mismos lo descalificamos, los tildamos de loco o loca, por que estamos acostumbrados, que los candidatos deben tener el visto bueno de los caciques. Cuando se rompe ese paradigma, nos burlamos y por anticipado, los condenamos al fracaso y le acusamos de populista, oportunista, y en el peor de los casos, lo acusamos de comunista y entonces si esa pobre persona no se retira de la contienda electoral, coloca en peligro su vida, “porque esta tierra no produce nada peor que un comunista”.
Siento dolor de patria por mí Guajira y particularmente por Maicao… y la verdad es que nosotros, sólo nos hemos comportado como seres “normales” y corrientes en este tipo de sociedad: a resolver y a defender nuestro patrimonio, una vez eso resuelto, lo demás es problema de los demás.
Acuérdense cuando correteábamos los carros que vendían el Agua impotable, después que yo tuviera mi “Alberca” llena, no importaba que se abusara del precio, si yo tenía cómo pagarla, ese no era mi problema y siempre se privilegiaba a quien podía comprar el carro completo. Los que sólo tenían para comprar el tanquecito, debían esperar si sobraba. Después de tanto ruego, le hacían el favor de venderle, en un acto de “generosidad” (Y el de la alberca llena sabía que quien rogaba por un tanquecito, estaba en crisis por la falta del agua, pero eso era su problema, ya el de él estaba resuelto). Y siempre ha sido así con los servicios públicos, nosotros creyendo que no es una obligación del gobernante resolver esos problemas, sino un favor y una generosidad sin límite de esos grandes hombres de la patria.
El problema de la energía eléctrica y la empresa que la comercializa (Electricaribe), produce una impotencia terrible y despierta malos pensamientos, merece una reflexión aparte.
Nos hemos convertido en un pueblo sin memoria y ello ha facilitado que los movimientos políticos de siempre y que históricamente han gobernado, sigan teniendo opción. Es cierto, líderes populares han alcanzado algunos espacios públicos, como la alcaldía, concejo, asamblea y han defraudado la esperanza y la confianza depositada; pero ello no debería llevarnos a la desesperanza, debemos tener claro que lo político es colectivo, no es individual, no es para “Súper Man”, deben ser un grupo de personas, que ejerzan un liderazgo ético, por sus acciones, no por sus discursos o por lo menos que exista una correspondencia entre lo que dicen y lo que hacen.
La indiferencia ante la problemática sociopolítica nos ha servido sólo para que políticos inescrupulosos, deshonestos y mediocres (en la mayoría de los casos), sean quienes gobiernen en la región o en lo local, con nuestro beneplácito y sólo porque ellos sí se atreven y nosotros, cuidando nuestro empleo, nuestro trabajo, criticando en privado a quien se ha atrevido, en medio de Coca Cola, tinto o de licor, reunidos con los amigos y amigas. Ignorando que el éxito de esos políticos se debe a nuestra indiferencia colectiva.
Es cierto también que el sentido de pertenencia de muchísimos de nuestros habitantes los lleva incluso hasta a la venta del Voto en cada elección o simplemente se abstienen de votar, no les importa lo que suceda con el destino de su tierra o de la tierra que sin ser su lugar de nacimiento, lo acogió como propio; son de esas personas que están radicados aquí, pensando en regresar siempre a su lugar de origen, nunca invierten, todo su patrimonio lo sacan, miran con desprecio la ciudad, la soportan sólo por las circunstancias económicas que les favorecen y algunos no se van nunca, mueren ancianos y sus hijos, que viven en otros lugares del país o el exterior, vienen a su sepelio y luego se marchan, ya nada los ata a estas tierras. Desde luego que existe quien vende el voto, piensa que así cobra venganza de los políticos corruptos.
Ojo, habitantes de Maicao, poco a poco nos convertimos en el municipio de La Guajira con peores servicios públicos. Poblaciones con menos recursos económicos, pero administradas con mayor sentido de pertenencia, tiene el 90% de sus calles y carreras pavimentadas, con servicios de agua, alcantarillado en mejores condiciones; hago referencia a municipios como Urumita, San Juan, Fonseca y Barrancas.
Esta carta abierta a mis amigos, no tiene el propósito de subvertir el orden, ni atentar contra la constitucionalidad, las leyes, las instituciones o las personas. Es un simple llamado a la conciencia, a la reflexión de hombres y mujeres de bien para que llenemos de cariño, de amor, ternura, de acciones positivas en beneficio del colectivo; que demostremos sentido de pertenencia y de patria, que no basta que hagamos nuestro trabajo y labores de manera eficiente, en nuestra condición de profesores, abogados, médicos, odontólogos, contadores, economistas, administradores, ingenieros, arquitectos, sociólogos, trabajadores sociales, filósofos, artistas, cultores, escritores, periodistas, obreros, comerciantes, lideres sociales y comunales; necesitamos con urgencia que ese amor se traduzca en la búsqueda del bien común, por convertir a Maicao en particular y a La Guajira en general en el mejor vividero del Mundo, que nos haga sentir honrados ante propios y extraños y que dejemos de ser uno de los ejemplos malo del país.
No firmaré con mi nombre porque no quiero que se me acuse por ahora de candidato y se desnaturalice el propósito de esta reflexión y ello no debe convertir a este escrito en Pasquín, por el hecho de firmar con un seudónimo.
Por ahora prefiero ser: EL MAICAERO UNIVERSAL
Apreciados amigos y amigas, reciban un fraternal saludo y el deseo sincero de que este año sea pletórico de éxitos en lo personal y lo colectivo y que ello de alguna manera redunde en beneficios para nuestra querida Guajira.
Decidí escribirles esta carta abierta a todos ustedes, después de meditarlo durante varios días, consultándolo sólo con mi conciencia y hoy estoy aquí frente al ordenador, dándole rienda suelta a mi espíritu libertario.
En estos días de descanso obligado, salí a una farmacia y antes de llegar, me detuve en una llantería para calibrar el nivel de aire de las llantas y quien prestaba el servicio era una jovencita de tez morena de aproximadamente unos 15 años, que usaba una prenda típica (Manta Guajira) de los indígenas Wayuu, sin ser ella de esa raza; me atendió con una cordialidad y una timidez quizás propia de su edad y la incomodidad que le genera prestar ese tipo de servicio.
De inmediato pensé en las circunstancias que llevaron a esa niña a ese lugar, cuya activad es mas apropiada para los hombres, pensé también en mi hija que es contemporánea con ella, me aterró imaginarme por un instante, que por causa de mi muerte (aunque prefiero dejar la muerte para después) mis hijos, agobiados por la necesidad de recursos económicos, recurran a la necesidad de trabajar y abandonen el estudio.
Pensé muchas cosas: en el tipo de sociedad que tenemos, en la clase de gobernantes, en los candidatos presente y futuro, en los líderes sociales y gremiales, en los empleados, los desempleados, en los docentes y su papel y compromiso con la sociedad, en los estudiantes, en los médicos y su juramento hipocrático, en los abogados y su amor a la justicia y a la equidad, en los contadores y su verdad en cifras. La niña terminó de hacer su trabajo, le pagué y me marché.
Mientras conducía, me preguntaba, yo que he sido un crítico de muchos años, ¿qué he hecho para contribuir a mejorar las condiciones sociopolíticas de mi entorno? Además de reunirme con mis amigos y despotricar de los gobernantes de turno, ¿me he atrevido a hacer uso de mis derechos constitucionales, en esta tenue democracia participativa?
La verdad, y tengo que reconocerlo, es que hasta ahora he hecho muy poco para contribuir al desarrollo de mi ciudad; fíjense que he dicho muy poco, lo que quiere decir que he hecho alguna cosa y son esas actividades que todos hacemos desde nuestros trabajos u oficios y nos preocupamos, sólo, por que nuestro trabajo quede bien realizado; pero, ¿es eso suficiente como valor agregado y contribución a realizar los cambios que nuestra ciudad y sociedad requiere y merece?
Estoy convencido, porque los conozco a ustedes mis amigos, que al igual que yo, podemos asumir un comportamiento y realizar actividades como valor agregado a nuestra cotidianidad, superior al que hasta ahora venimos realizando, para que deje de ser cierto entre otros ese axioma que reza que “los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”, y que los pueblos se parecen a sus habitantes.
En el mundo tienen éxitos las personas que se atreven, pero no todo el que se atreve persigue un éxito colectivo. En este tipo de sociedad de consumo, lo común es que nuestros dirigentes propicien prioritariamente (con métodos deshonestos) el bienestar particular antes que el colectivo y lo hacen con nuestro respaldo o con nuestra indeferencia.
Y cuando alguien de los nuestros se atreve, nosotros mismos lo descalificamos, los tildamos de loco o loca, por que estamos acostumbrados, que los candidatos deben tener el visto bueno de los caciques. Cuando se rompe ese paradigma, nos burlamos y por anticipado, los condenamos al fracaso y le acusamos de populista, oportunista, y en el peor de los casos, lo acusamos de comunista y entonces si esa pobre persona no se retira de la contienda electoral, coloca en peligro su vida, “porque esta tierra no produce nada peor que un comunista”.
Siento dolor de patria por mí Guajira y particularmente por Maicao… y la verdad es que nosotros, sólo nos hemos comportado como seres “normales” y corrientes en este tipo de sociedad: a resolver y a defender nuestro patrimonio, una vez eso resuelto, lo demás es problema de los demás.
Acuérdense cuando correteábamos los carros que vendían el Agua impotable, después que yo tuviera mi “Alberca” llena, no importaba que se abusara del precio, si yo tenía cómo pagarla, ese no era mi problema y siempre se privilegiaba a quien podía comprar el carro completo. Los que sólo tenían para comprar el tanquecito, debían esperar si sobraba. Después de tanto ruego, le hacían el favor de venderle, en un acto de “generosidad” (Y el de la alberca llena sabía que quien rogaba por un tanquecito, estaba en crisis por la falta del agua, pero eso era su problema, ya el de él estaba resuelto). Y siempre ha sido así con los servicios públicos, nosotros creyendo que no es una obligación del gobernante resolver esos problemas, sino un favor y una generosidad sin límite de esos grandes hombres de la patria.
El problema de la energía eléctrica y la empresa que la comercializa (Electricaribe), produce una impotencia terrible y despierta malos pensamientos, merece una reflexión aparte.
Nos hemos convertido en un pueblo sin memoria y ello ha facilitado que los movimientos políticos de siempre y que históricamente han gobernado, sigan teniendo opción. Es cierto, líderes populares han alcanzado algunos espacios públicos, como la alcaldía, concejo, asamblea y han defraudado la esperanza y la confianza depositada; pero ello no debería llevarnos a la desesperanza, debemos tener claro que lo político es colectivo, no es individual, no es para “Súper Man”, deben ser un grupo de personas, que ejerzan un liderazgo ético, por sus acciones, no por sus discursos o por lo menos que exista una correspondencia entre lo que dicen y lo que hacen.
La indiferencia ante la problemática sociopolítica nos ha servido sólo para que políticos inescrupulosos, deshonestos y mediocres (en la mayoría de los casos), sean quienes gobiernen en la región o en lo local, con nuestro beneplácito y sólo porque ellos sí se atreven y nosotros, cuidando nuestro empleo, nuestro trabajo, criticando en privado a quien se ha atrevido, en medio de Coca Cola, tinto o de licor, reunidos con los amigos y amigas. Ignorando que el éxito de esos políticos se debe a nuestra indiferencia colectiva.
Es cierto también que el sentido de pertenencia de muchísimos de nuestros habitantes los lleva incluso hasta a la venta del Voto en cada elección o simplemente se abstienen de votar, no les importa lo que suceda con el destino de su tierra o de la tierra que sin ser su lugar de nacimiento, lo acogió como propio; son de esas personas que están radicados aquí, pensando en regresar siempre a su lugar de origen, nunca invierten, todo su patrimonio lo sacan, miran con desprecio la ciudad, la soportan sólo por las circunstancias económicas que les favorecen y algunos no se van nunca, mueren ancianos y sus hijos, que viven en otros lugares del país o el exterior, vienen a su sepelio y luego se marchan, ya nada los ata a estas tierras. Desde luego que existe quien vende el voto, piensa que así cobra venganza de los políticos corruptos.
Ojo, habitantes de Maicao, poco a poco nos convertimos en el municipio de La Guajira con peores servicios públicos. Poblaciones con menos recursos económicos, pero administradas con mayor sentido de pertenencia, tiene el 90% de sus calles y carreras pavimentadas, con servicios de agua, alcantarillado en mejores condiciones; hago referencia a municipios como Urumita, San Juan, Fonseca y Barrancas.
Esta carta abierta a mis amigos, no tiene el propósito de subvertir el orden, ni atentar contra la constitucionalidad, las leyes, las instituciones o las personas. Es un simple llamado a la conciencia, a la reflexión de hombres y mujeres de bien para que llenemos de cariño, de amor, ternura, de acciones positivas en beneficio del colectivo; que demostremos sentido de pertenencia y de patria, que no basta que hagamos nuestro trabajo y labores de manera eficiente, en nuestra condición de profesores, abogados, médicos, odontólogos, contadores, economistas, administradores, ingenieros, arquitectos, sociólogos, trabajadores sociales, filósofos, artistas, cultores, escritores, periodistas, obreros, comerciantes, lideres sociales y comunales; necesitamos con urgencia que ese amor se traduzca en la búsqueda del bien común, por convertir a Maicao en particular y a La Guajira en general en el mejor vividero del Mundo, que nos haga sentir honrados ante propios y extraños y que dejemos de ser uno de los ejemplos malo del país.
No firmaré con mi nombre porque no quiero que se me acuse por ahora de candidato y se desnaturalice el propósito de esta reflexión y ello no debe convertir a este escrito en Pasquín, por el hecho de firmar con un seudónimo.
Por ahora prefiero ser: EL MAICAERO UNIVERSAL
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